¿Somos los españoles consumidores exigentes en alimentación?
Pues no, en general no lo somos en absoluto, y no hay más que observar en los supermercados los carritos llenos hasta arriba de productos procesados nada recomendables, llenos de aditivos si se leen sus etiquetas, que muchos ni siquiera miran ya que no les interesan en absoluto y piensan que es solamente una pérdida de tiempo.
Los lineales de los supermercados están cada día más atiborrados de nuevos productos que son cada vez más procesados pero que están ricos y enganchan aunque sean muy poco saludables.
Parece ser que entre un 39 y un 50% de los consumidores nunca consulta este etiquetado en el momento de la compra.
Las últimas estadísticas realizadas por la OCU apuntan además en este sentido.
A la hora de comprar los españoles se fijan:
1º En el precio. Por ello “la guerra” entre los diferentes supermercados estriba en ver quién ofrece más por menos, y la calidad les trae al fresco.
2º En el sabor
3º Y en un triste tercer puesto la salud que muchos todavía no relacionan con nuestra alimentación diaria.
Como “la tripa” no tiene cristales, todavía hay un porcentaje importante de la población que prefiere ahorrar en lo que comen en casa y que nadie ve.
Si se parte de una materia prima de mala calidad, para cualquier embutido por ejemplo, cuantos más aditivos se le añadan, mejor sabrá, más gustará y más se venderá que es de lo que se trata.
El consumidor de a pie no puede concebir que se vendan productos alimenticios poco o nada saludables y cada día más. Todos son microbiológicamente seguros porque a la administración lo que les importa de verdad es que lo sean, pero si tienen grasas vegetales poco recomendables como las trans, que ya se tienen que declarar en muchos países como Estados Unidos, o si tienen demasiado azúcar o demasiada sal, eso importa muy poco.
Sin embargo sí áes verdad que las generaciones jóvenes están cada día más concienciadas y se preocupan no solo de lo que comen, sino también de su estilo de vida.
El consumidor pasivo está en peligro de extinción.
Hoy se ha demostrado que no solo «somos lo que comemos», como se decía en la antigüedad, sino que somos también «lo que nuestra microbiota, es decir nuestra flora intestinal, hace con todo lo que comemos». Y si todo esto no es de calidad, porque ahorramos al comprarlo, nuestros microorganismos intestinales no se multiplicarán como deben.
¡Y nuestra salud no será la ideal!
Para ser exigente lo primero que se necesita es estar bien informado y el que dice que qué más da y que da lo mismo no lo es. Eso es un conformismo ignorante.
El otro día escuché en boca de un gran cocinero poseedor de varias estrellas Michelín, hablando de la temperatura de los congeladores que usaba en sus dominios, que los tenía a solo 18º bajo cero.
En el año 2006, cuando apareció el Real Decreto sobre la obligación de congelar todos los productos del mar antes de consumirlos para evitar los efectos nocivos del Anisakis, cada día más frecuente y abundante en nuestros pescados, yo escribí a los periódicos El País y ABC la siguiente carta que ambos publicaron en la edición impresa del Miércoles 6 de diciembre de 2006.
“En relación con el real decreto que obliga a congelar el pescado me gustaría aclarar que el nematodo Anisakis se muere, efectivamente, con una congelación de 20 grados bajo cero durante 72 horas pero, según las normas internacionales de congelación, los alimentos frescos deben congelarse por lo menos a 24º bajo cero, y mucho mejor si se hace a temperatura más baja, que únicamente alcanzan los buenos congeladores de cuatro estrellas.
De lo contrario, al ser la congelación lenta, porque la temperatura no es lo suficientemente baja, sin haber riesgo bacteriológico, sí que se pierde valor nutritivo y cualidades organolépticas.(Por ello son muchas las personas a las que no les gusta congelar en su casa productos frescos.)
Los jugos internos del pescado, al congelarse despacio, forman cristales grandes de hielo, con aristas punzantes, que rompen las paredes internas de sus células, y por estas «desgarraduras» se escapan más tarde al exterior durante la descongelación los jugos nutritivos del pescado.
Si la congelación se realiza de una manera correcta, y un exceso de frío nunca perjudica, y el envasado y la descongelación posterior son los adecuados, los resultados pueden ser muy buenos.«
¿Cómo es posible que un personaje así lo haya “olvidado” y no le dé mayor importancia a esta diferencia tan imprescindible?
De los dos armarios congeladores grandes que adquirí cuando inauguré mi escuela, que cualquiera podía comprar porque eran para uso doméstico, uno estaba totalmente fabricado en Suecia, y el otro en Alemania y bajaban hasta 30º bajo cero pulsando su botón de congelación rápida.
Los dos que adquirí hace un par de años, porque los primitivos sucumbieron, ya no «bajan» tanto, pero sí hasta los 26ºbajo cero como manda la normativa que no ha cambiado pero que muchos fabricantes prefieren olvidar.
Un congelador, sea combi o aparato individual, para poder congelar con calidad alimentos frescos debe bajar hasta los 24º bajo cero por lo menos.
Si solo consigue los 18º bajo cero, no es un verdadero congelador sino un conservador que son los que vemos en los supermercados en la sección de productos congelados y que también pueden ser arcones o armarios.
El otro día, también en boca de un gran chef, oí que para conseguir un fantástico puré de patata casero había que hacer todo lo que os transcribo a continuación:
1. Cocer ½ kilo de patatas con piel cubiertas de agua hasta que estuvieran blandas,
2. Pelarlas, mezclarlas con otro ½ kilo de mantequilla y confeccionar el puré.
Cómo se elabora un puré de patata delicioso y muy saludable
Aunque ya os explicaba detenidamente la receta en este post de mi blog que podéis consultar, os traslado aquí las correcciones:
1. Las patatas se deben cocer siempre con piel pero nunca sumergidas en agua, como se sigue haciendo, sino al vapor en una buena olla superrápida, con unas 10 cucharadas de agua que nunca las tocará y en unos 7 minutos nada más.
2. O también con piel en un microondas, sin añadir nada en absoluto, en un recipiente tapado para que la cocción sea mejor, más uniforme y más rápida. El tiempo dependerá del tamaño de las mismas.
3. Una vez peladas, añadirles 1 o 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra de sabor suave o unos 10 o 20 gramos de mantequilla y confeccionar el puré.
Y nunca hay que olvidar aderezarlas con un poquito de sal, pimienta blanca y nuez moscada también recién molidas.
Si se cuecen cubiertas con agua, aunque se conserve su piel, al agua de cocción pasará el potasio, el magnesio y el calcio que poseen en una proporción nada desdeñable. Y su Índice Glucémico también aumentará, lo cual no interesa en absoluto.
¿Por qué nuestro conocidísimo Ferrán Adriá, a quién los franceses tachan de “alquimista”, tuvo que perder 20 kilos de peso gracias a los consejos del Dr. Valentín Fuster, u “otro gran chef” perder 35 kilos a base de correr y de alimentarse de diferente manera a la que él ofrece en su famosísimo restaurante?
¿Es que no hemos vuelto todos locos o es que la “gran cocina” está reñida con una alimentación o nutrición saludables?