Hoy vamos a hablar de José Andrés.
Imagino que todos vosotros habréis oído hablar, en alguna ocasión, de José Andrés que, aparte de haber recibido varios galardones durante toda su vida, vuelve a estar nominado al Premio Nobel de la Paz.
José Ramón Andrés Puerta, más conocido como José Andrés, nació en Mieres, Asturias, el 13 de julio de 1969 y esun cocinero español, nacionalizado más tarde estadounidense.
Sus padres eran enfermeros, su tío era médico, su madrina, farmacéutica y se trasladaron desde Asturias a Cataluña al poco de inaugurarse el hospital de Bellvitge en Barcelona.
Por eso él presume de haber sido un emigrante más, como toda su familia, desde muy temprana edad.
Ya con doce años preparaba platos de cocina para toda su familia, y con tan solo quince entró en la Escuela de Restauración y Hostelería de Barcelona.
No acabó el bachillerato, no hizo el examen final de la escuela de Barcelona porque estaba en la mili, trabajó en el Bulli, y cuando se fue a Estados Unidos llevaba 50 dólares en el bolsillo y allí se quedó.
Hoy es un líder indiscutible a nivel mundial con su ONG World Central Kitchen (WCK), fundada en 2010. Con ella entra en países azotados por una tragedia y coordina a cocineros y voluntarios para alimentar al mayor número de personas posibles.
Solo durante la covid-19 han repartido en el mundo 15 millones de comidas.
Volvamos a su curriculum.
Después de terminar sus estudios profesionales, con 21 años, decidió irse a Estados Unidos gracias a una oferta para trabajar como cocinero y gran entendido en la elaboración de la gastronomía catalana, en el restaurante Paradis Barcelona, El Dorado Petit o El Cid, todos ellos cerrados unos años después.
Entonces José Andrés se marchó a la capital estadounidense, Washington, donde se instaló y sigue viviendo.
Actualmente, supervisa varios restaurantes de gran prestigio y éxito en Washington, los cuales tienen en común las especialidades latinas en general y españolas en particular.
Su Restaurante Jaleo fue el primero en introducir la cocina de tapas en Estados Unidos.
José Andrés también supervisa las especialidades de Café Atlántico, inspiradas en la cocina de Hispanoamérica, de Zaytinya, de cocina griega-turca, de Oyamel, de cocina mexicana tradicional y “Minibar by José Andrés”, de cocina de autor y en espacio reducido.
Sus voluntarios están distribuidos en 16 ciudades españolas, capitaneados por cocineros de su confianza, y han elaborado casi dos millones de comidas desde el 27 de marzo.
Algunos días llegaron a repartir 50.000 comidas en toda España, 25.000 en Madrid.
La actividad es frenética. Diego Guerrero carga con cajas, Karla Hoyos le echa un ojo al estofado y las comidas empaquetadas salen rumbo a Villaverde Alto, donde José Andrés se pondrá a repartir en un rato.
“Para entender el problema de raíz hay que estar con la gente en la calle”, dice.
Lo más importante de José Andrés es haberse encontrado en todos los desastres humanitarios que han ido apareciendo en el mundo como en Haití, y por ello ha sido nominado, una vez más, al Premio Nobel de la Paz y está considerado como «un ser humano excepcional, generoso y compasivo”.
Pertenece a una lista donde están las 100 personas más influyentes del mundo según la revista «Time».
Dónde hay hambre y le llaman aparece dando de comer a los que lo necesitan.
Su labor al frente de World Central Kitchen (WCK), organización inspirada en una asociación con la que colaboró recién llegado a Washington, reuniendo alimentos caducos pero servibles, los cocina y los reparte en barrios pobres, además, capacita a personas en situación de exclusión para ser cocineros y después les consigue trabajo.
Hoy es un líder indiscutible a nivel mundial con su ONG World Central Kitchen (WCK), fundada en 2010. Con ella entra en países azotados por una tragedia y coordina a cocineros y voluntarios para alimentar al mayor número de personas posibles. Solo durante la covid-19 han repartido en el mundo 15 millones de comidas.
El que quiera saber más, hay multitud de Youtubes en Internet.
Hace ya varios años colaboró con RTVE y varios programas de cocina. Sus hijas, que estaban con él, eran entonces unas niñas rubitas, hoy ya mujeres.
Fue allí dónde le vi por primera vez.
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