¿Qué es la Bronquiolitis?
Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, la bronquiolitis es la “inflamación de los bronquiolos terminales que son la parte final y más delgada de todo el árbol bronquial que se abre ya en los alvéolos pulmonares».
Es propia de la primera infancia y cursa con disnea respiratoria, o lo que es lo mismo, con dificultad respiratoria.
La bronquiolitis puede ser producida por varias clases de virus y por tanto está considerada como una enfermedad contagiosa.
En el 75 % de los casos esta infección está causada por el llamado “Virus Respiratorio Sincitial” o VRS.
Produce un cuadro catarral inicial y, poco tiempo después, desciende hasta los pulmones dañando a los bronquios.
Se dice que solo afecta a niños de menos de 1 o 2 años porque en ellos la parte terminal de los bronquios es lo suficientemente pequeña como para obstruirse en presencia de inflamación, impidiéndose el paso adecuado del aire, pero pueden estar afectados durante varios años porque se contagian en el colegio.
Para muchos niños, se la podría definir como la enfermedad típica de las guarderías ya que un gran porcentaje de bebés y críos pequeños la “pescan” en cuanto empiezan a ir a las mismas.
¡Qué se lo digan a los muchos padres que la sufren!
¿Qué síntomas presenta la Bronquiolitis?
Habitualmente como acabamos de ver suele comenzar con un catarro de vías altas o resfriado, aunque los síntomas no son los mismos para cada niño.
Pero es habitual empezar por tener secreción nasal o mocos y tos, que va aumentando con el paso de las horas, para seguir en muy poco tiempo con sibilancias o “pitos” y presentar fatiga o dificultad para respirar.
En la mayoría de los casos, la bronquiolitis es precursora de asma.
A veces es posible que surja una otitis derivada de este proceso y que el niño no quiera comer, aunque no sucede en todos los casos ni mucho menos, pero lo más característico son los “pitos” más o menos sonoros, y los padres ante esta situación se alarman, algo muy natural.
Puede aparecer fiebre, ente los 38 o 39º, lo cual sería bueno pues nos indicaría que el organismo se prepara para atacar la infección, pero otras veces cursa sin ninguna.
Si a estos síntomas se le añade la cianosis o coloración azulada, en deditos y uñas, se debe acudir urgentemente al hospital ya que el niño no está consiguiendo oxigenar adecuadamente su sangre.
Un bebé lactante, y los niños que la padecen, pueden sufrir una bronquiolitis en cualquier época del año, pero el período en el que es más habitual que surja esta patología es de noviembre hasta el mes de abril, o sea prácticamente casi todos los meses de guardería y colegio, pues muchos incluso en el mes de mayo pueden padecerla.
El tratamiento para los recién nacidos o niños pequeños con bronquiolitis incluye la administración de oxígeno suplementario y deben ser hospitalizados si no se alcanzan los niveles de oxigenación requeridos.
En casa, en cuanto empiezan los primeros síntomas, si son muy pequeños, hay que procurar hacerles una succión nasal varias veces al día con unas jeringuillas especiales para eliminarles al máximo estos mocos, algo que no les gusta nada, y hacerles tomar abundantes líquidos para prevenir la deshidratación.
Cuando son algo más mayores también es muy efectivo, si se hace con asiduidad, 4 veces por lo menos al día, el suministro de suero fisiológico por la nariz que se puede dar en ampollitas de un solo uso, que tampoco les agrada demasiado, y que se suenen después si es que ya han aprendido a hacerlo, para intentar limpiar al máximo sus fosas nasales.
A partir de los 2 años y medio o 3, si el niño lleva sufriendo estos episodios desde chiquitito, ya estará acostumbrado y los padres le pueden enseñar a que sea autosuficiente y se administre el mismo la jeringuilla llena con 10 mililitros de este suero, la mitad en cada fosa.
Tumbarle sobre nuestras rodillas, y el mismo se la pone en cada orificio.
Cuando hay mucha tos y pitos, algunos neumólogos recomiendan pulverizaciones de Salbutamol, el conocido Ventolín, un broncodilatador muy usado, las veces que el niño lo necesite, y en lugar de usar directamente el inhalador proporcionado, suministrárselo a través de una cámara de inhalación como la que aparece en la foto, a la que se acopla el envase suministrador del medicamento después de agitarlo fuertemente.
Como el médico suele recetar 2 pulverizaciones seguidas, contar despacio 10 entre cada pulverización para que el niño “respire” todo lo que se queda en la cámara.
Si los pitos persisten y no se observa mejoría, entonces pasan a una medicación más completa, de por lo menos 15 días seguidos de duración, una budesonida como el ya conocido Pulmicort, un glucocorticoide que reduce y previene la inflamación, también suministrada con la cámara anterior, y debe darse solo y únicamente si el médico lo ha prescrito y solamente las veces que él ha indicado.
Solo a niños a partir de los 4 años se les receta Seretide, otro antiasmático que asocia 2 componentes, un broncodilatador más un corticoide.
Según muestra un nuevo estudio presentado en la reunión de la Sociedad Europea de Respiratorio (ERS, según sus siglas inglesas), que se ha celebrado en Viena en septiembre de 2012 (Austria), y que se ha adelantado en The New England Journal of Medicine, los niños que usan esteroides inhalados para el asma acaban siendo ligeramente más bajos en la edad adulta que los niños que no toman estos medicamentos.
Por ello no todos los médicos están de acuerdo con el uso de estos corticosteroides en los niños.
Parece que se están consiguiendo buenos resultados con la Fisioterapia Respiratoria Infantil, un método dentro de la Fisioterapia que, basándose en el profundo conocimiento del sistema respiratorio del niño, desarrolla una serie de técnicas para la prevención, curación y estabilización del paciente infantil.
Actualmente la Fisioterapia Respiratoria Infantil es una de las terapias más importantes a la hora de tratar enfermedades pulmonares obstructivas, restrictivas, crónicas y agudas, como por ejemplo, esta tan temida bronquiolitis.
El objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente, complementando y/o sustituyendo en la mayoría de los casos tratamientos farmacológicos.
Pero, aunque es verdad que muchos niños mejoran, la guía de práctica clínica publicada por el Ministerio de Sanidad no la recomienda.
Esta Medicina Natural, si es que se la puede denominar así, puede jugar un papel fundamental en el fortalecimiento de la salud de nuestros hijos, reforzando su sistema inmunitario y protegiéndolos de forma natural ante la irrupción de nuevos virus.
Nos puede ayudar a prevenir y a tratar catarros, gripes, resfriados, otitis y demás infecciones, para poder evitar, en la medida de lo posible, fármacos como antibióticos, antiinflamatorios, corticoides…
Los padres son los únicos que deben decidir entre una alternativa u otra, después de haberse documentado en profundidad.