Olla superrápida, microondas y Thermomix®, ¿es oro todo lo que reluce?
Sé de antemano que este post va a levantar “ampollas” porque cada fabricante pretende usar su “aparato” para todo, comiéndole la mayoría de las veces el “coco” al consumidor que se deja engatusar creyéndose todo lo que le cuentan.
Yo he visto, con mis propios ojos, hacer un “bizcocho” por llamarlo de alguna manera, en una olla de 28 centímetros de diámetro, tapada con su tapa de cristal en lugar de la de presión.
También he visto cocinar un “pollo asado”, o “algo” que no se parecía en nada, en un microondas sencillo, de los primeros que aparecieron en el mercado, y lo más insólito, porque ha sido lo último que he visto, unas torrijas y unas patatas” fritas” para tortilla de patata en el vaso de un robot.
¡Con tal de vender ya no saben que inventar!
Por eso tened siempre bien presente la frase de Leopoldo Abadía, una personalidad en economía, que dice “Un consumidor inteligente no se deja llevar por el criterio de la persona que le va a vender el producto”.
Hoy vamos a hablar de los 3 “aparatos” sobre los que yo he escrito muchos libros en papel, en su día, y ahora en versión digital.
Muchos de vosotros tenéis los 3, y la mayoría tiene los 2 primeros, que son insustituibles e imprescindibles.
Lo más importante a la hora de «trabajar» con uno u otro, es conocer, o saber cuál de ellos es el que proporciona en ese momento la mayor calidad nutricional y gastronómica, que es siempre, sin dudarlo, el más rápido, cómodo y eficaz.
Voy a empezar por la olla superrápida que es mi mano derecha en la cocina como muchos ya sabéis.
Todos los que me seguís ya conocéis sus múltiples usos y que es la mejor y más polifacética “herramienta” en la cocina.
Teniendo doble tapa, es decir la de presión más una de cristal de su mismo tamaño, ya tenemos las 2 piezas que más vamos a usar en la cocina aunque muchos sigan usándola, como antiguamente, solo para legumbres y alimentos muy duros.
Si es de buena calidad en todo su conjunto y tiene un fondo difusor suficiente se puede, y se debe, hacer con ella casi todo, cocciones al vapor indispensables para las verduras, freír con poco o mucho aceite, dorar, asar, cocinar como a la plancha…
Con ella, como ya he repetido hasta la saciedad, y siento que los que se han incorporado hace poco tiempo no lo sepan, se consigue, y está demostrado científicamente,
1. El mayor valor nutricional,
2. Para cocer al vapor hay que añadir muy poquita agua, 10 o 15 cucharadas, y en la mayoría de los guisos ninguna porque todos los alimentos, no solo las verduras, sino las carnes y pescados tienen mucha agua en su interior que van a soltar,
3. Se puede cocinar con muy poco aceite, si así se desea,
4. Como se puede freír tapándola, se salpica muy poco la placa y ella también solo se mancha por dentro.
Lo que sí se ensucia mucho es la tapa de cristal que va directamente al lavaplatos.
5. El ahorro de energía es considerable,
6. El ahorro de tiempo también, pues en cuanto la conozcáis a fondo, es decir sus “tripas”, en los cocinados largos hasta os podéis marchar de la cocina, y en los cocinados cortos aunque estéis echándole un ojo de vez en cuando, podéis estar haciendo cualquier otra cosa en la cocina para aprovechar vuestro tiempo al máximo.
7. El ahorro de espacio en la cocina es también importante, porque con una «olla entera», más la tapa de cristal, más un «cuerpo» solo de olla ya no necesitáis ni un cacharro más.
Por mucho que algunos se empeñen, las baterías de cocina, están totalmente desfasadas y, además, ya no hay sitio suficiente para guardarlas.
8. No sirven, sin embargo, para cuajar tortillas porque creo que es lo único que se pegaría.
Microondas.
En mi mano izquierda está el microondas, ese ilustre desconocido que muchos todavía no conocen a fondo y no saben lo que les puede facilitar la vida.
Los miles y miles de personas que no se atreven todavía a usarlo, porque las mentiras que circulan por ahí, no solo en Internet, sobre los mismos son también multitudinarias, no saben lo que se pierden.
Ahora bien, sirven para lo que sirven, que es mucho, pero hay muchas preparaciones que no se pueden hacer en ellos.
Todo lo que sea cocido en su propio jugo o hervido sale fantásticamente, mucho mejor que con cualquier otra técnica culinaria.
Son una segunda opción, tan buena como en la olla, para cocer “ciertas verduras o pescados al vapor”, pero esta vez sin añadir ni gota de líquido, utilizando simplemente el agua que casi todos los alimentos tienen en su interior, que es lo que se llama agua de constitución.
Pero nos topamos con varios inconvenientes, entre los más importantes los siguientes.
1. No todos los alimentos se pueden cocinar en ellos,
2. No sirven para grandes cantidades, por muy grande que sea el aparato, porque no tenemos recipientes aptos para microondas demasiado grandes.
Tampoco lo son sus platos giratorios, y los que funcionan ya sin este plato, a no ser que les hayan introducido últimamente muchas modificaciones, no distribuyen bien las ondas electromagnéticas.
Pero como cocinan muy rápidamente, 1 minuto en ellos equivale a 7 en una cocina tradicional, se puede hacer la misma receta 2 veces seguidas en muy poco tiempo.
3. Los alimentos pobres en agua no se pueden cocinar, las legumbres y la pasta por ejemplo, ni las carnes de cocción larga que, además, como el resto de las carnes, saldrían siempre cocidas, algo que no gusta a nadie.
4. Tampoco los guisos salen sabrosos porque, como cada uno de sus ingredientes se cuece él solito, es decir captando individualmente las microondas, salen deslavazados.
5. Tampoco se cocinan suficientemente bien todas las verduras, sobre todo las que tienen mucha fibra insoluble, como por ejemplo guisantes, judías verdes, coles de Bruselas…
Frente a estos pequeños inconvenientes, el microondas más sencillo, el que únicamente tiene esta ondas, ofrece muchísimas ventajas.
Si le echáis una ojeada a estas primeras páginas de mi ebook, os quedareis no solo anonadados, sino asustados de las múltiples preparaciones que se pueden y se deben hacer en él.
Ahora bien, si queréis adquirir un microondas, leeros antes todo lo que os expliqué en este post para comprobar vosotros mismos todas las “lindezas” que, con tal de vender, os cuentan la mayoría de los fabricantes.
Thermomix.
Cuando nació en 1980 el segundo modelo de los 5 que hemos disfrutado en nuestro país, y yo ya tuve el primer modelo, el 2200, el Thermomix 3300 revolucionó el mercado porque entonces casi nadie tenía todavía en su casa ni una buena olla superrápida ni un microondas, y aquel robot hacía muchas “cosas” que no se podían hacer con ninguna otra “herramienta” en la cocina.
De hecho se le llamó en aquella época “el tercer brazo”… aunque era mucho más.
Simplemente porque en un simple vaso de acero inoxidable con unas únicas cuchillas se pudiera hacer una bechamel riquísima o una pasta de croquetas deliciosa, ya era un gran invento, una verdadera conmoción.
Pero se podían realizar muchas otras preparaciones inauditas entonces ya que, además de ser la trituradora más potente del mercado, se hacían sopas y cremas, todo tipo de patés crudos o cocidos, salsas, cuajados, sorbetes, granizados, mermeladas, bizcochos y muchísimas masas.
El gazpacho y el salmorejo, conservando siempre la piel de todas las verduras, como debe ser desde el punto de vista dietético, eran inigualables.
El primer libro que me editó Espasa-Calpe en 1996 y del cual se vendieron miles de ejemplares, muchos fueron los que lo adquirieron sin tener ninguno de estos aparatos pero acabaron comprándolos al conocer sus múltiples posibilidades.
Entonces conectaban conmigo por teléfono, que yo incluí en mis 18 libros en papel, a pesar de que la editorial me tachó de “loca”. ¡Y me lo contaban!
Luego, para seguir siendo pioneros en este tipo de robots, inventaron los otros modelos el Thermomix 21, el Thermomix 31 y el actual, el Thermomix5.
En el próximo post os hablaré de en qué momento usar cada uno de estas herramientas, pero creo que la aclaración de hoy era importante.
Muchos quizás ya lo sabían, pero otros muchos no.