Los envases de los mariscos congelados se pueden presentar de varias formas.
1. En cajas de cartón.
2. En bolsas fuertes de plástico envasados al vacío.
3. En bolsas de congelación rotuladas por ambos lados cuyo contenido no se puede ver por ningún sitio.
¿Cuáles escoger?
Antes de nada yo os aconsejaría que leyerais sus aditivos, ya que si son de calidad, no deberían llevar más de 1, además de los consabidos sulfitos que se les echa recién pescados en alta mar, como a los pescados, para asegurar su conservación.
Hay algunos que proceden de acuicultura, son buenísimos y solo tienen 1.
1. Si se trata de cajas, se tienen que poder abrir, es decir levantar o quitar la tapa, sin romper nada, para ver su contenido.
El interior suele estar envasado en plástico transparente para que solo se puedan ver y nunca tocar.
Muchas veces os dicen por fuera que se trata por ejemplo de langostinos grandes, cuando no lo son tanto, aunque en honor a la verdad hay que decir que los medianos son los más finos.
Pero lo realmente importante al verlos es comprobar su estado o «pinta», ya que si se ha roto en algún momento la cadena del frío, muchas veces al colocarlo en los arcones o vitrinas de algunas grandes superficies que tienen falta de personal, el marisco puede aparecer completamente lleno de hielo o escarcha en cuyo caso yo no lo adquiriría, o buscaría en el fondo del congelador para ver si hay otra caja que esté bien. A veces puede haber suerte.
2. El marisco no debe estar hecho un bloque compacto, señal de una descongelación parcial y posterior congelación, sino que debe verse relativamente sueltecito, sin estar pegados los unos a los otros.
Si la caja no se puede abrir, aunque sea una marca conocida, pueden estar llenos de escarcha y no os los aconsejaría.
3. Si están envasados al vacío, una buena opción, se puede ver perfectamente su tamaño, no suelen llevar nada de escarcha y se consigue medio adivinar que no llevan muchas capas de hielo, es decir que se han congelado en grandes túneles a muy baja temperatura y no por el método de revestimiento de hielo, bueno si solo se les pone una capa…¡y no varias!
Ya sabéis que al descongelarlos, siempre en nevera, no deben soltar más de un 10% de agua, que algunos fabricantes especifican y que es cierto.
Cuidado con marcas de congelados que anuncian que no han subido sus precios, o incluso que los han bajado y que sueltan hasta un 30 o un 40% de agua.
¡Nos están vendiendo agua a precio de marisco!
4. Si el marisco que adquirís, por ejemplo gamba pelada, viene en un envase “misterioso”, es decir que no se puede ver su contenido por ninguna parte, mucha precaución.
Al tacto pueden parecer gambas gorditas, pero pueden tener varias capas de hielo superpuestas, y cuando las descongeláis, os encontráis con unas gambas de un tamaño tan ridículo que no sirven para nada.
¡Qué os engañen una sola vez, como a mí!
Con la dichosa crisis algunos se están aprovechando.
Agudizar el ingenio para poder comprar cada día mejor sin que haya un fraude más o menos encubierto.
Recordar que siempre es preferible comer poco, o menos de lo habitual, de un producto bueno y con garantías, que comer más de uno malo y plagado de aditivos que se añaden, o para mejorar el producto original porque no tiene una gran calidad, o para alargarles su conservación pase lo que pase y facilitarles, como en este caso, su distribución aunque se rompa a intervalos la cadena del frío.
Hacer las cosas bien cuesta lo mismo que hacerlas mal, siempre que el producto original sea el adecuado.
Si es malo… habrá que «disfrazarlo» de mil maneras.
Aprovechar las ofertas que sean de verdad y no engañifa para vender más.
Todos los excedentes de navidad pueden ofrecérnoslos ahora mucho más baratos, con un 50% de descuento, o «llevando 3 pagas solo 2».
Si cumplen todos los requisitos anteriores y no van a caducar de inmediato, pueden ser una buena oportunidad.