Al adquirir verduras congeladas hay que saber ciertas cosas:
1. Las verduras congeladas deben comprarse en establecimientos cuyos congeladores marquen en su termómetro que debe estar bien visible la temperatura exigida para conservarlos, 18º bajo cero.
2. Deben ser de buena calidad en origen y en principio nos ofrecen más garantías las de marca conocida, aunque no siempre. Probadlas.
3. En su interior, salvo las que ya vienen en bloques, como las acelgas y espinacas, deben estar sus diferentes elementos sueltos, sin formar un paquete compacto.
Si las verduras están apelmazadas nos están indicando que en algún momento ha habido variaciones de temperatura, normalmente por una mala manipulación en el transporte o en la descarga. Se han empezado a descongelar, aunque sea poco, y luego se han vuelto a congelar y esto precisamente es lo que más influye en sus propiedades nutritivas.
En su origen podían ser de una calidad excelente pero pueden haber perdido propiedades y es mejor rechazarlas y buscar un paquete en el que toda la verdura esté suelta, sin apelmazar.
4. El paquete no debe presentar escarcha. En muchas ocasiones en el arcón de la tienda de congelados el primer paquete, el que está al alcance de la mano, la tiene porque el congelador se ha abierto mucho, y sin embargo los de las capas inferiores están perfectos, por lo que hay que rebuscar. El dueño de la tienda o supermercado, si nadie compra los que tienen escarcha… acabará por retirarlos.
5. No deberían llevar ningún aditivo porque si todo el proceso se ha realizado correctamente y la cadena del frío no se ha roto en ningún momento, no hay necesidad de conservante alguno que siempre es un “algo” extraño para nuestro organismo.
6. Comprarlas al final, cuando hayáis terminado con el resto de la compra, y transportarlas siempre en una bolsa isotérmica para que no empiecen nunca a descongelarse durante el camino. Aunque creáis que esto no es importante, redundará al final en la calidad de vuestros platos. En cuanto lleguéis a casa guardarlas en vuestro congelador que deberá estar al máximo de frío.
♦ Las verduras congeladas si son de calidad y no se ha roto en ningún momento esta cadena, desde su elaboración hasta nuestra adquisición, pueden ser tan buenas como las frescas, incluso mejores que las que, a pesar de ser frescas, llevan varios días languideciendo en el puesto de venta.
¡Claro que como las del huerto propio no hay comparación! Pero no todos podemos disfrutar de ese privilegio.
♦ Sin embargo en muchos sectores de la población hay todavía una gran prevención a usar productos congelados porque se piensa que son de mala calidad. Su precio suele ser algo más económico, pero no por la calidad que puede ser óptima, sino porque se recolectan en plena temporada e inmediatamente después se congelan. Además las empresas congeladoras suelen estar muy cerquita de las fincas productoras.
♦ Pueden ser una buena solución para todas las personas que trabajan fuera de casa y no pueden comprar verdura fresca ni limpiarla. De todas maneras, en la actualidad los grandes hipermercados permanecen abiertos hasta muy tarde y en ellos se pueden comprar toda clase de verduras y frutas frescas, envasadas en bandejas de porespan envueltas en film transparente, listas para lavar y cocinar, e incluso a granel, y como han permanecido todo el tiempo con aire acondicionado, pueden estar tan frescas o más que las de las fruterías.