Todavía veréis como consejo muy útil tanto en revistas que presumen de tener trucos muy eficaces como en muchos programas de televisión que las patatas después de peladas se echan directamente en agua.
Si, por las necesidades del “guión”, estas patatas no se van a cocinar inmediatamente después, efectivamente para que no se “oxiden” y ennegrezcan hay que ponerlas en agua que evita este oscurecimiento.
Pero si se trata de vuestras casas, salvo que realmente tengáis un problema gordo y no podáis hacer la receta de un tirón, es preferible pelar esas patatas en el momento en que se van a cocinar.
Si vais a elaborar una receta con varios ingredientes, entre ellos muchas hortalizas, verduras y patatas…, limpiar y preparar antes todas ellas y dejar las patatas para el final.
Pelarlas entonces siempre con un pelapatatas, que es el que menos piel retira y por tanto menos vitaminas que aunque están en toda la patata se concentran más en la piel, lavarlas debajo del grifo ya peladas, secarlas enteras y a continuación cortarlas y añadirlas al guiso o sopa que estéis preparando en ese momento, o bien freírlas si es que las vais a servir así.
Si las ponéis en agua, y muchas veces lo hacen incluso ya cortadas en palitos o en cubos, todas las sustancias interesantes de las patatas solubles en agua, entre ellas la vitamina C y las del grupo B y los minerales como el calcio, el magnesio y sobre todo el potasio se solubilizarán en esta agua y se perderán.
¡Y esta pérdida lógicamente es mayor si están cortadas puesto que la superficie en contacto con el agua también es más grande!
Lo que muchos no saben es que la patata cocida siempre con su piel, al vapor, en el microondas sin añadir nada de agua, o en el horno es una fuente fantástica de potasio, → 570 miligramos por cada 100 g de parte comestible, mientras que el plátano que es el que siempre se recomienda en los estados carenciales de potasio tiene solo 350.
Y el aguacate también tiene más que el plátano → 400 miligramos.
Otras verduras que también contienen mucho potasio son las acelgas → 550 mmg, las alcachofas → 430 y las espinacas → 420… por eso no debemos perderlo al cocinarlas.
Independientemente de este hecho, refiriéndonos solamente a su sabor, unas patatas cocidas con su piel y por los 3 métodos que os acabo de explicar, no tienen nada que ver con otras que se han cocido → enteras con piel y sumergidas en agua, → o enteras y ya peladas, → o peladas y“torneadas” como nos las sirven en los restaurantes cocidas también cubiertas de agua, que son muy «monas» pero que al mascarse solo saben a agua.
Cocidas con piel, al pelarlas quedan con un color un poco más oscuro que si se hubieran cocido ya peladas, pero el sabor y su valor nutricional son totalmente diferentes, ¡ni punto de comparación!
Aparte está, como ya vimos, que se comportan como un hidrato de carbono de absorción lenta y por tanto engordan menos.
Conozco a personas, entre ellas una magnífica periodista, que cuando toma cocido madrileño en lugar de tomar pan con el chorizo, morcilla y tocino del mismo, toma las patatas que le acompañan y pasamos de consumir → 258 calorías del pan a → las 79 que tienen las patatas.
Pero si un día peláis patatas y de repente os surge algo y no las podéis cocinar hay 2 maneras de conservarlas sin que pierdan propiedades y se ennegrezcan, y por supuesto sin meterlas en agua:
♦ Secarlas con papel absorbente de cocina, pegarles individualmente muy bien pegada lámina de plástico transparente que se adhiera bien, 2 vueltas por ejemplo, y guardarlas inmediatamente en la nevera, o
♦ Secarlas muy bien como anteriormente, meterlas en las llamadas “bolsas de congelación” de las que ya hablamos en su día, cerrarlas perfectamente con el sistema que llevan y hacer el vacío hasta que comprobéis que ya no queda nada de aire. Guardarlas también en la nevera.
Los resultados en ambos casos son estupendos y después las podéis usar para el uso previsto, fritas, guisadas…
Para cocerlas siempre habrá que escoger variedades de patatas especiales para ese uso, y preferiblemente pequeñas, porque son mucho más «finas», aunque luego se tarde algo más en pelarlas.
Y en España debe haber muy poco consumo de estas “patatitas” porque aunque se encuentran, no es fácil. Lo normal es encontrarlas mezcladas y nornalmente medianas y alguna gorda.
Deberíamos poder comprar patatas gordas, muy gordas → para pelar y freír o hacer guisos, y patatas pequeñas → para cocer enteras con piel.
Únicamente cuando se van a elaborar “patatas paja” hay que lavarlas cuidadosamente después de cortadas, con agua fría para que pierdan precisamente el almidón y después de fritas, al ser tan finitas queden sueltas sin pegarse unas con otras.
Pero en el caso de “nidos de patata” que yo creo que solo se toman ya en restaurantes, como interesa que al freírse se peguen entre sí y adquieran la forma del molde en el que se fríen, “el nido”, no se lavarán nunca.