En muchas publicaciones, y por supuesto en Internet, dónde está todo lo bueno pero también todo lo malo, os encontraréis con estas dos aseveraciones:
– el pan engorda
– y el pan no engorda
¿Cuál de las dos afirmaciones es la verdadera?
Pues ninguna de las dos porque ya sabéis que ningún alimento, ninguno, considerado aisladamente, por sí solo, engorda o adelgaza.
Es nuestra alimentación total diaria la que cuenta, todo lo que ingerimos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, y salvo el agua, todo los demás alimentos tienen calorías, unos más y otros menos.
Por ello hacen un flaco favor al pan quienes se aferran a cualquiera de estas dos frases.
Cuando se quiere perder peso, o mantener uno correcto que se tiene, se recomiendan unos 60 g diarios, una barrita individual, repartidos en el desayuno y comida por ejemplo, lo que representan 154 calorías diarias.
Lo que es intolerable es que en medios importantes de difusión nacional se pueda asegurar sin ningún rubor que se pueden y se deben tomar 250 g diarios, es decir 4 veces más, o lo que es lo mismo, 645 calorías diarias, por muy bueno que sea el pan, cuando muchos para adelgazar o no engordar deben consumir solo 1.500 o 1.800 calorías diarias totales.
Y, además, afirmando que «el pan no engorda».
¡Claro que el que lo decía era un panadero!
El pan blanco, además de tener un Índice Glucémico muy alto, al estar hecho con harina demasiado blanca, tiene 258 calorías, mientras que el pan integral tiene alguna menos, 228.
El pan de varios cereales, el integral, el de centeno, el espelta integral… al tener más fibras tienen un IG más bajo, sacian más y por tanto se pueden tomar en menor cantidad.
Lo mismo que la sal llama a la sal y a tomar más aperitivos y cerveza, y por ello siempre acompañan a la cerveza o de patatas fritas o de aceitunas, el pan nos invita a mojar, no solo en salsas normalmente muy calóricas, sino a tomarlo al mismo tiempo con alimentos que también lo son como toda clase de embutidos, patés, quesos…, y entonces es cuando su consumo puede resultar «peligroso».
Como conclusión: no dejéis de consumir pan pero con moderación, y buscad uno de calidad, aunque cueste unos céntimos más.
Vuestra salud y vuestro paladar os lo agradecerán.
Y ya sabéis lo que os digo siempre: es preferible un trocito pequeño de algo que tenga calidad, a un trozo mayor pero de ínfima y que supondrá, además, más calorías ingeridas.
Todos debemos pretender llegar a ser consumidores inteligentes y entendidos.
En el próximo post hablaremos del pan artesano y de la masa madre.