Hay infusiones caseras muy ricas y saludables, totalmente naturales, sin azúcar ni edulcorantes, que sirven para hidratarse cuando el agua ni gusta ni apetece.
Nuestro organismo necesita tomar diariamente 1 litro y 1/2 o 2 litros de agua por lo menos para que todos nuestros órganos estén suficientemente hidratados, dependiendo naturalmente de la constitución de cada uno, grande o pequeña, de su actividad y de la época del año.
Muchos no llegan a esta cantidad, porque nunca tienen sed, y otros están bebiendo a todas horas creyendo, la mayoría de las veces, que el agua adelgaza, cuando no es así en absoluto.
Beber más de esta cantidad recomendada deja de ser beneficioso para el organismo y puede resultar nocivo para la salud, porque puede alterar el correcto funcionamiento de los riñones y la composición de la sangre, que debe contener un 80% de agua.
Es lo que se llama potomanía, un trastorno alimentario que se define como el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed. También se denomina polidipsia psicogénica.
Puesto que hay que beber agua a diario, y a muchos no les gusta, aunque es la mejor hidratación posible, se puede sustituir por infusiones caseras, que pueden ser calientes, es decir recién hechas, o a temperatura ambiente, o frías cuando hace calor y hasta con cubitos de hielo.
En nuestro país la costumbre de tomar infusiones está poco arraigada y solo se suelen consumir después de las comidas para facilitar la digestión, o cuando alguien no se encuentra bien.
A veces los que no toman café después de las comidas optan por un té, una manzanilla o un poleo menta.
Es verdad que las infusiones más conocidas que se encuentran en los supermercados con facilidad, sean de la marca que sean, suelen ser muy malas y aburridas porque no saben a nada.
Y, si se acude a la farmacia, porque queremos consumirlas en casa en lugar del agua, el resultado es parecido, y además suelen proporcionárnoslas en forma de hoja, con la consiguiente pérdida de tiempo al tener que colarlas o ponerlas en un aparatito como éste del que hay muchas variedades.
Pero como en el extranjero se usan con gran profusión, podemos encontrar una variedad enorme de ellas, con y sin cafeína, unas alemanas como las de Yogi Tea, o inglesas como las de Pukka.
Ambas tienen un sabor intenso de verdad, muy variado y muy diferente de unas a otras ya que llevan un «mix», cada vez distinto, de varias hierbas y especias que puede ser regaliz, menta, anís, canela, pimienta negra, jengibre, cardamomo, cilantro, cúrcuma, clavos…
Fresquitas con hielo en verano son una buenísima alternativa a los refrescos industriales que, aunque sean light, contribuyen, como ya vimos, al aumento de peso.
No os las aconsejo por sus «supuestos efectos beneficiosos para el organismo« de los que podríamos hablar muy mucho, sino únicamente como sustitutos del agua que es insípida, incolora e inodora.
Estas infusiones serían aguas con sabor, olor y color.
Ninguna de ellas es «especial» para adelgazar, ni para desintoxicarse, ni para mantener una buena salud, ni para quemar grasas…
Simplemente las podemos tomar todos los días, a lo largo del día para hidratarnos únicamente.
Podéis adquirirlas en Amazon, que me inspira una confianza absoluta, o en otras plataformas nacionales.
Aunque se compre una cierta cantidad para ahorrarse el envío, como abultan y pesan poco se pueden guardar en cualquier sitio, fresco y seco al amparo de la luz, y su fecha de consumo preferente es muy larga.
Cómo hacer infusiones muy rápidamente
Si las vais a tomar en lugar del agua, que no gusta ni la del grifo, ni la mineral, dependerá de la cantidad diaria que queráis elaborar.
1. Escoger, por tanto, una jarrita de vidrio más o menos grande, de 1/2 litro o de 1 litro.
2. Llenarla de agua hasta casi el borde dejando espacio libre para que cuando empiece a hervir no se salga.
3. Meterla tal cual en el microondas, a potencia máxima, hasta que el agua empiece a hervir y se vean las burbujitas de la ebullición. El tiempo dependerá de la potencia de vuestro aparato y de la cantidad de agua puesta.
Para empezar, si se trata de la jarrita pequeña, programar por ejemplo 6 o 7 minutos y observar cuándo el agua empieza a hervir. En cuanto hagáis 2 o 3 ya sabréis el tiempo que vais a tardar de ahora en adelante.
4. Cuando el agua hierva, sacar la jarrita del microondas y, si tenemos 1/2 litro de agua, echar 2 bolsitas de la infusión escogida.
Esperar unos minutos hasta que infusione, es decir que sus sabores y aromas pasen al agua.
5. Si el agua de la jarrita cociese en exceso, porque programamos demasiado tiempo, hasta que le cojamos el tranquillo, se tratará de agua sobrecalentada, y habrá que meter las bolsitas en la jarrita despacito para que ésta no se salga.
6. También se puede hacer la infusión en una taza normal y corriente, para una sola vez, siempre que sea de un material apto para microondas. Para saber cuáles son estos materiales pinchad aquí.
7. Si se hacen infusiones todos los días, al cabo de los meses la jarra de vidrio se irá poniendo opaca y la manera de aclararla es dejando cocer, un instante, un poco de agua y lejía, a partes iguales, en el microondas. Así vuelve a su aspecto habitual. Aclararla muy bien después.
Aunque los cánones dicen que hay que echar el agua hirviendo encima de la bolsita de hierbas, en este caso, y puesto que las vais a utilizar fundamentalmente para hidrataros no hace falta.
Tampoco hay necesidad de tapar la jarrita como se hace con el clásico té inglés o los tés morunos.
Aquí solo tratamos de hacer un agua con sabor y sin calorías.
Estas infusiones se pueden tomar para desayunar sustituyendo a la leche si ésta ya no sienta bien, porque con la edad puede disminuir la cantidad de lactasa que produce nuestro organismo que es una enzima que se encarga de digerir la lactosa.
Si tenéis siempre hechas estas infusiones, como tienen tanto sabor podéis reciclarlas, es decir meter 2 bolsitas en 1/2 litro de agua, y cuando esta jarrita se termine, sobre estas 2 bolsitas volcar otro 1/2 litro de agua.
Llevarla hasta la ebullición dejándolas cocer ahora un par de minutos para extraer hasta la última gota de sabor, aroma y color.
Aunque reciclarlas no es muy ortodoxo, van perdiendo color, algo positivo para que nuestros dientes, a la larga, no se oscurezcan.
Alternar, por tanto las más coloreadas con las que lo son menos.
Las aguas con sabor que encontramos ya en el mercado, y que anuncian como opciones más saludables que los refrescos, deberían llamarse aguas con azúcar, que no es lo mismo.
No os las recomiendo en absoluto.