El 88% de los españoles que come fuera de casa va a un restaurante, es decir prácticamente la totalidad, salvo un modesto 12% que se lleva la comida a la oficina, aunque debido al momento actual puede estar variando.
Esta es una cifra muy superior a la media europea que se encuentra en un 67% dónde prefieren tomar comida hecha en casa.
¿Tendrá esto algo que ver, entre otras cosas, con que uno de los índices de obesidad y sobrepeso mayores de toda la Unión Europea sea el nuestro?
Claro que sí, salvo que se tenga bastante información nutricional y se “investigue” un poco lo que se pide y lo que se come.
Hace unos años, pocos, hubo en Madrid por lo menos un intento por parte de ciertos restaurantes de declarar las calorías de sus menús, pero debieron eliminarlos dado el poco éxito que tuvieron.
La mayoría de las personas que come a diario fuera de casa toma el menú del día, y ahí, todavía más con la crisis, se ha declarado “la guerra” entre unos restaurantes y otros para ver quién ofrece más por menos.
Hay cierto surtido de primeros y segundos platos, algunos ligeritos aunque escasos y poco apetecibles, pero salvo los que se cuidan, que son los menos, muchos escogen un 1º y un 2º muy contundentes y nada equilibrados.
Por ejemplo de primero lentejas o judías blancas con sus correspondientes embutidos, o paella, o callos… y de segundo pollo al ajillo o en salsa, carne, o albóndigas, o huevos estrellados, o pescado rebozado… con una hermosa cantidad de patatas fritas alrededor.
Verdura, si acaso como acompañamiento y en cantidades casi invisibles, para adornar el plato y darle una nota de color, nada más.
¡Esta opción no es la más adecuada para tomar una ración normal ni de grasas, ni de hidratos ni de proteínas!
Y a la hora de escoger el postre, en lugar de fruta natural … que muchas veces ni existe, todo lo más macedonia de frutas que suele ser de lata y en almíbar, optan “puesto que ya está incluido en el precio”, por un buen trozo de tarta, industrial por supuesto, un helado u otro postre dulce, ¡flan y con nata!… siempre bien cargados de azúcares y grasas nada recomendables.
Además, como se suele comer con compañeros de trabajo, se prolonga a veces con un café y hasta con un “chupito” de la casa si ésta es generosa y quiere captar al cliente.
Entre un filete a la plancha y otro del mismo tamaño a la “milanesa”, es decir empanado, puede haber más de 100 calorías de diferencia, que equivalen a 25 g de patatas fritas en palitos, caseras, no chips, que ni se ven en el plato, o a 1 cucharada de más de aceite, sea el que sea.
Estas 100 calorías diarias de más representan al cabo del año 36.500 calorías es decir 5 kilos de más.
Si no se pierden estos 5 kilos → en 1 año, en 3 años serán → tan solo 15 kilitos a las espaldas, ¡¡¡una mochila de 15 kilos!!!
Otro día seguiremos y os contaré qué comer en un restaurante para no engordar.