Una de las cosas que representa una ayuda espectacular, sobre todo en una cocina organizada y productiva, es congelar la base de la tortilla de patata, de nuestra tortilla española, por muy increíble que parezca, y dura además varias semanas.
Os puede venir de maravilla 1 día que recibís amigos en casa y no vais a tener tiempo suficiente de elaborarla desde el principio, o para los fines de semana en los que no queréis trabajar ni manchar la placa de calor.
Ya vimos lo práctico y cómodo que resultaba cocinar 1 día para varios, aunque a pesar de estas ventajas los platos preparados en 2010 han alcanzado un volumen de venta de 484 millones de kilos y una de las comunidades que más los consumen son las Canarias que por otro lado es una de las que mayor sobrepeso presenta.
Pues ese día en el que estamos cocinando podemos tener “tiempos muertos”, es decir momentos, por ejemplo, entre removidos, o mientras se está cocinando cualquier cosa en la olla o en el microondas, en los que no tenemos nada que hacer, y como se trata de rentabilizar al máximo nuestro tiempo para poder hacer muchas cosas, por lo menos todas las que nos gustan o nos proporcionan algún beneficio, se puede aprovechar para no estar de brazos cruzados y empezar a prepararla.
Elaborar una buena y jugosa tortilla de patata es muy fácil pero requiere su tiempo porque tanto la patata como la cebolla tardan en freírse.
Es importante seguir varios pasos:
1. Escoger preferentemente patatas gordas especiales para freír, mucho más fáciles de pelar que las medianas o pequeñas.
2. Si no vienen ya lavadas, lavarlas, secarlas y pelarlas con un pela patatas que es el que menos piel elimina y gran parte de sus minerales y vitaminas están concentrados justo debajo de la piel.
3. Para que no se oxiden y tengamos que ponerlas en agua, dónde también se solubilizarían sustancias importantes, cortarlas a continuación con un corta patatas a la inglesa manual, con una mandolina si os compensa el gasto, o simplemente con el mismo pelador que acabamos de usar con el que conseguiremos tiras muy finas.
4. Cortar con esta misma mandolina la cebolla, o con el cuchillo grande de cortar carne.
5. Volcar estos dos ingredientes cuando el aceite de la freidora, o de una sartén honda para que salpique menos, empiece a echar los primeros vapores, antes de que humee. Si tenéis freidora programar 160º.
6. Freír la cebolla y la patata hasta que empiecen a estar doraditas pero no duras, sacarlas con el cestillo de la freidora, o con una espumadera de alambre, escurrirlas bien para que suelten la mayor cantidad de aceite posible y volcarlas en un bol en el que hayáis batido unos huevos con sal y pimienta.
Machacar bien todo el conjunto para que las patatas se empapen bien de huevo y dejarlas así unos minutos para que sigan absorbiendo huevo. Si se quedan algo secas, añadir 1 o 2 huevos más y batirlos dentro del mismo bol.
7. Cuando esta mezcla de patata y cebolla esté bien remojada, volcarla en un tupper que se quede bastante lleno dejando un pequeño espacio vacío para la dilatación, cerrarlo inmediatamente y en cuanto esté a temperatura ambiente guardarlo en el congelador al máximo de frío.
8. El día que la queráis cuajar, la única precaución que deberéis tomar es sacarla la noche anterior a la nevera, pero nunca a la mesa de la cocina pues una preparación muy perecedera ya que, al ser blandita y muy sustanciosa, les encanta a numerosísimas bacterias, no solo a la Salmonella.
9. Si al descongelarse del todo comprobáis que esta mezcla está algo seca, porque la patata ha seguido absorbiendo huevo en el congelador, añadirle como antes 1 o 2 huevos más, mezclarlos bien y proceder a cuajar la tortilla en una sartén antiadherente.
Esta mezcla o base debe estar siempre muy jugosa para que la tortilla después también lo esté.
10. Cuajarla en una sartén antiadherente y de bordes altos teniendo mucho cuidado de no pasarla de tiempo.
11. Cuando calculéis que ya está dorada por ese lado darle la vuelta con un plato liso más grande que la sartén o con un vuelcatortillas que resulta mucho más cómodo y seguro. Los hay de acero totalmente lisos, muy prácticos, de cerámica con poca forma, que también lo son, y de silicona que no he probado.
12. Cuajarla por este segundo lado sin pasarse de tiempo. Para que esté realmente rica y jugosa, aunque no la hubiérais congelado, tiene que quedar, al cortarla, “churretosa” por dentro.
10. Si seguís todos estos pasos minuciosamente os puedo asegurar que nadie podrá sospechar que la base de esta tortilla ha estado congelada.
Esta mezcla también se puede conservar en la zona más fría de la nevera, a 2º o 3º, pero solo 2 o 3 días.
En ambos casos las patatas y cebollas deben quedarse bien “remojadas” en huevo ya que de lo contrario las patatas se volverían «zapateras».