Alimentos procesados, cómo evitarlos al máximo
A raíz del informe sobre la carne roja y los alimentos procesados, muchos de vosotros me habéis preguntado qué solución había y qué debíamos comer.
En las grandes superficies hay más de 8.000 productos diferentes colocados en sus lineales, así que la oferta es inmensa, aunque desgraciadamente no todo es sano y recomendable.
En una de ellas, de las más conocidas y nada baratas, no he encontrado ni un solo sobre, de ninguna marca, mucho menos blanca, de embutidos loncheados tipo jamón o pechuga de pavo, que no llevara un sinfín de «añadidos», y eso que había infinidad.
La pinta era preciosa y decía «comedme» pero llevan de carne de pavo tan solo un 60%, y el resto, es decir casi la mitad, exactamente un 40% es agua, antioxidantes, almidón, estabilizantes, sal, dextrosa, azúcar, aroma, potenciador del sabor, conservador…
Y otros, clara de huevo, proteína de soja como aglutinante, agua, sal en exceso, leche en polvo, fécula de patata, azúcar, dextrosa…
Como veréis ¡todo natural!
Sin embargo todos os aclararán por doquier que no llevan gluten, como si un producto cárnico debiera llevarlo. Nunca, en la vida.
¡Pero estos productos son tan cómodos! Se corta el paquete y a comer, sin más… y muchos lo prefieren.
Cuando hablo directamente con alguna de estas empresas, siempre que no sean teléfonos de pago ya que me parecen una estafa aunque el precio sea irrisorio, ya les pregunto cuántos aditivos tienen y de qué clase, dando por sentado que llevan muchos, ya que es la única manera de que contesten y acepten, desde el principio, que los llevan.
Como ya os expliqué, los aditivos son totalmente imprescindibles para la industria alimentaria, pero son acumulativos y se está abusando de ellos.
Los nitratos y nitritos están presentes en la mayoría de los productos cárnicos, así que si alguien tiene alergia o intolerancia a los mismos, mala suerte.
Recordemos que cuantos más aditivos lleven, la mayoría de las veces es porque en principio se parte de una materia prima que
– no es de primera calidad y hay que mejorarla,
– o para que duren «casi eternamente»,
– o para evitar que se estropeen si se rompe la cadena del frío, y se rompe muy a menudo en la descarga y colocación de los mismos en sus emplazamientos finales,
– o bien para fidelizar al consumidor añadiéndoles “algo” que los haga insustituibles y creen hasta una especie de adicción.
Y como las cantidades permitidas de todos estos aditivos son muy pequeñas, ponen más de uno para asegurarse de que no se van a estropear.
Como resultado al amo-ama de casa le resulta más difícil cada día hacer la compra de productos saludables, tarda más en hacerla y muchas veces tiene que acudir a más de un establecimiento.
Espero que esto se arregle dentro de no muchos años cuando plataformas gigantes como Amazon, o la futura Alibaba, empiecen a comercializar alimentos frescos, que no solo tengan un precio asequible, sino que sean fundamentalmente sanos.
¿Qué podéis hacer?
En principio no comprar en establecimientos que presumen de baratos, y puede que hasta lo sean, pero en los cuales su marca está cargada siempre de muchos aditivos, sea lo que sea, y recordando siempre la frase del prestigiosos escritor y pintor catalán Santiago Rusiñol de que “no se venden duros a cuatro pesetas”, y que en algún sitio está la trampa.
Si estáis tan solo medianamente organizados y tenéis planificados los menús de toda la semana y de todo lo que vais a tomar a lo largo de los días, desde el desayuno, hasta los tentempiés de mañana y tarde, las meriendas y las cenas, no tendréis que acudir a estos consabidos embutidos.
Para ser productivos, y en la alimentación quizás sea dónde más haya que serlo, hay que tener siempre en casa una despensa a temperatura ambiente, una despensa fría y otra superfría como os contaba en el post de la semana pasada, adaptadas a vuestro espacio disponible.
Rebuscando un poco hay mermeladas todavía elaboradas con azúcar en lugar de «jarabes de glucosa y fructosa» y solamente con ácido cítrico como conservador, hay algunos quesos españoles con denominación de origen que no llevan nada más que lo que tienen que llevar, también hay muchos franceses y suizos, aunque hay que buscarlos, chorizo de Cantimpalos con denominación de origen, lomo embuchado y jamón loncheado comprados por Internet sin ningún añadido… y algún producto más que voy encontrando.
Si os gusta el lomo fresco adobado para después freírlo, adobarlo vosotros mismos en casa, en menos de 5 minutos si tenéis todo lo necesario que es muy poco.
Ahorraréis dinero, agua que suelta el «industrial» al freírlo y todos los aditivos que lleva, aunque sea elaborado por el propio carnicero que os asegurará que es «casero». (¡Él también está obligado a ponerlos!)
Y si ya viene loncheado, llevará muchas más «cosas» porque es todavía más perecedero.
Os podéis encontrar con la siguiente composición, lomo de cerdo, sal, azúcar, antioxidantes (E-316, E-300, E-301, E-331 iii), conservadores (E-250 y E-252) y especias.
Y otros pueden llevar unos «poquitos más», cerdo (50%), agua, fécula de patata, proteína de soja, sal, proteínas lácteas y lactosa (leche), regulador de la acidez (E-325), estabilizantes (E-450i, E-451i, E-407, E-415), aromas, aroma de humo, antioxidantes (E-331, E-316), especias, conservador (E-250) y colorante (E-120).
No está mal, ¿verdad?
Sólo la mitad del producto es carne y la otra mitad, además de agua, son “añadidos” que muchos califican de «porquerías varias» escondidas bajo letras y números.
Como hoy todos tenemos poco tiempo, hay que tener «el suficiente» para aprender a alimentarnos bien, «somos lo que comemos» y dominar las técnicas culinarias modernas, entre las que se incluyen todas las relacionadas con el frío, la conservación y la congelación.
Si se quiere seguir cocinando como antaño es totalmente imposible porque los primeros que ya no son lo que eran antes son los propios alimentos.
El microondas, para estos casos, resulta imprescindible porque no mancha, no salpica, no ensucia, no produce olores, es rápido… y si se sabe usar los resultados son inmejorables.
¡Pero hay que saber usarlo, y muchos se resisten a hacerlo!
Otro día hablaremos de las alternativas que existen para impedir que los niños, que son los más vulnerables, tomen un exceso de estos productos procesados.