El gusto o la atracción por el sabor dulce existe ya en el feto y sigue existiendo después del nacimiento, por eso antaño cuando el bebé lloraba y lloraba, posiblemente porque padecía un “cólico del recién nacido”, le callaban poniéndole un chupete mojado en azúcar o en leche condensada. Si se repetía frecuentemente esta costumbre las caries futuras en los dientes de leche estaban aseguradas.
Sin embargo se puede vivir sin tomar nunca productos de sabor dulce… aunque “endulzan” nuestra vida y producen a muchos un cierto placer.
Los edulcorantes son sustancias que nos proporcionan este sabor dulce tan codiciado y se pueden clasificar en:
– naturales como la miel, el azúcar de mesa o sacarosa, la fructosa, la lactosa, la glucosa, la maltosa, los azúcares refinados, el jarabe de glucosa y de fructosa y otros, la dextrosa, los edulcorantes provenientes del maíz, el jugo concentrado de frutas, los azúcares invertidos…, o
– artificiales considerados todos oficialmente como aditivos, tanto en España como en la Unión Europea, y todos llevan por tanto su identificación característica, la E seguida de un número.
Los naturales se denominan también nutritivos ya que nos aportan, como hidratos de carbono que son, 4 calorías por gramo.
Los edulcorantes artificiales pueden ser:
– no nutritivos, con un valor calórico cero, es decir sin calorías, como la sacarina, el aspartamo, el ciclamato…,
– o nutritivos como los llamados polioles que nos aportan 2,4 calorías por gramo.
Entre ellos está el Sorbitol = E 420, el Xylitol = E 967, el Manitol = E 421, el Maltitol = E 953, el Isomalt = E 953, el Lactitol = E 966…, y se usan mucho en la fabricación de chicles y bombones.
Tienen la ventaja de que no favorecen las caries puesto que no son azúcares, pero si son consumidos en exceso pueden producir diarreas y también pueden engordar puesto que tienen calorías, menos que los azúcares tradicionales, pero tienen.
Los alimentos que van acompañados de edulcorantes artificiales deben llevar siempre la etiqueta de “sin azúcar” o “Light”.
Estos edulcorantes se pueden encontrar en polvo, para los postres, en comprimidos para disolver y en forma líquida para añadir en gotas a las bebidas, café, té, agua de limón, mermeladas caseras…
Ninguno de ellos sirve para adelgazar como muchos piensan y como ya vimos.
Cuidado los diabéticos pues pueden encontrar productos en los que ponga sin azúcar y que por tanto no llevan sacarosa, el azúcar común, pero sí llevan fructosa que a pesar de ser el azúcar de la fruta, ellos no pueden tomar en exceso como ya veremos en otro post.
El estudio di@bet.es realizado por la Sociedad Española de Diabetes (SED) ha llegado recientemente a la conclusión de que casi el 14% de la población española mayor de 18 años padece diabetes, en su mayoría de tipo 2, y la mitad de ellos no lo saben.
Además el 60% de éstos es obeso, casi la mitad presenta problemas de hipertensión arterial, el 30% fuma y el 70% es sedentario.
Entre los edulcorantes artificiales más conocidos llamados también intensos porque tienen un gran poder endulzante y que se pueden usar para hornear porque son muy estables y no pierden el sabor dulce con el calor están:
♦ la sacarina = E 954, entre 300 y 500 veces más dulce que el azúcar normal pero que da un ligero sabor metálico cuando se calienta por encima de los 70º,
♦ el ciclamato = E 952, 30 o 50 veces mas dulce que el azúcar, barato y de buen sabor,
♦ la sucralosa = E 955, 600 veces más dulce comercializada como Splenda hecha a partir del azúcar convencional y por ello su sabor es muy parecido al de la sacarosa. Pero a pesar de que se promueve como un edulcorante sin calorías, 10 g gramos de Splenda contienen → 9 g de carbohidratos que son una mezcla de dextrosa y maltodextrina y por esta razón, 10 gramos de Splenda tienen → 33 calorías frente a las 39 que contiene un peso igual de azúcar,
♦ el neotame entre 8.000 y 13.000 veces más dulce,
♦ el acesulfamo K = E 950, 200 veces mas dulce que el azúcar y que se elimina sin cambios por el riñón,
♦ el aspartamo = E 951, 200 veces más dulce que el azúcar normal y el mejor para el embarazo. Pero no soporta las altas temperaturas porque a 120º pierde gran parte de su sabor dulce y habría que añadir un 30% más, y a 180º lo pierde completamente.
La Unión Europea acaba de autorizar el 14 de noviembre del año pasado, 2011, el edulcorante natural stevia extraído de las hojas de la planta «Stevia rebaudiana» originaria de Paraguay. La Stevia es, en su forma natural, 10 a 15 veces mas dulce que el azúcar común de mesa, mientras que los extractos de Stevia tienen una potencia endulzante de 100 a 300 veces mayor que la del azúcar.
El máximo consumo diario autorizado por Bruselas ha quedado fijado en 4 miligramos por cada kilo de masa corporal.
Por debajo de este umbral, la stevia es totalmente segura y no tiene ningún efecto tóxico o cancerígeno, según el análisis realizado por la Agencia de Seguridad Alimentaria.
Se encuentra desde hace tiempo en nuestras herboristerías… pero su precio es elevado.
No tiene calorías y mejor aun, no tiene efecto alguno en el organismo, aparte del sabor dulce que proporciona, ya que no afecta el metabolismo de la glucosa en la sangre, ni provoca alteraciones gastrointestinales ni malestar estomacal como los polioles.
Puede cocinarse y hornearse en una gran variedad de aplicaciones culinarias pues es estable al calor aunque no carameliza como lo hace el azúcar, y puede resultar también difícil preparar con ella merengues porque no dora ni cristaliza como la sacarosa.
Pero los diabéticos que están deseando preparar bizcochos y tartas sin azúcar deben acordarse de que aunque estos edulcorantes no tienen nada de glucosa ni calorías, estas preparaciones llevan muchos hidratos de carbono, harinas demasiado refinadas la mayoría de las veces que, además de sus calorías correspondientes se absorben muy deprisa, y grasas, mantequilla o aceites…, y ellos también tienen que tener cuidado con la cantidad ingerida de ambos.
Estos edulcorantes añadidos a las masas de los bizcochos en cantidades ínfimas, puesto que son muy potentes, no le proporcionan el mismo volumen que el azúcar normal, por lo que la textura que se consigue es diferente y muchas veces no gusta.