Las cifras son cada día más escalofriantes pues España está ya a la cabeza de Europa en obesidad infantil, y según las últimas estadísticas aparecidas hace tan solo unas semanas, a la cabeza del mundo, por delante de Estados Unidos y Reino Unido.
Sin embargo muchos padres, posiblemente también ellos con kilos de más, siguen pensando que esto es más una cuestión estética que otra cosa cuando ya se está demostrando que es la “puerta de entrada” más adelante de un montón de enfermedades peligrosas.
Los niños con sobrepeso u obesidad serán adultos también con kilos de más que presentarán muchas patologías derivadas de estos kilos.
La Fundación Thao Salud infantil ha presentado, hace meses, un estudio en el que revela que 1 de cada 3 niños y niñas españoles de entre 3 y 12 años sufre exceso de peso, entre la franja que va de los 3 a los 5 años el 8,4% es obeso, y el 45% de los chavales entre 6 y 10 años también padece exceso de peso y este simple sobrepeso, sin llegar a la obesidad, ya se considera una preenfermedad.
Esta misma Fundación afirma que ya se están viendo en las consultas niños de 12 y 13 años con diabetes tipo II, algo impensable hace unos años.
Según los datos de un estudio llevado a cabo por científicos de la Escuela de Medicina de Indiana (Estados Unidos) y publicado en el último número de Hypertension, los niños con sobrepeso u obesidad tienen 3 veces más riesgo de tensión arterial elevada en comparación con los de peso normal y las intervenciones precoces en ellos son más que necesarias, puesto que la tensión arterial elevada en la infancia se considera la antesala de la hipertensión en el adulto.
La obesidad, verdadera enfermedad, es la epidemia del siglo XXI no solo en adultos sino también en niños y jóvenes y cuanto más tiempo padezcan esta enfermedad más difícil será revertirla.
El mejor tratamiento contra la obesidad es la prevención, y si es antes de los 3 años será 1 de los elementos clave para frenar la obesidad infantil. Los buenos hábitos se adquieren desde la cuna, por muy increíble que pueda parecer.
Sin embargo en la actualidad esta prevención en nuestro país es muy difícil porque el entorno que rodea a la mayoría de los niños, desde pequeñitos, no es el más adecuado, muchos toman “chucherías” y caramelos a todas horas, comen solo lo que les gusta porque es a eso a lo que les han acostumbrado… y en general no se mueven porque van siempre o en su sillita de ruedas o en coche.
Los 4 consejos avalados por muchos médicos son los siguientes:
1. Inculcarles desde muy chiquititos un estilo de vida saludable para que les dure toda la vida. Desde que se les empieza a dar alimentos diferentes a la leche, hay que enseñarles hábitos nutricionales correctos, porque desde ese momento muchos pueden rechazar la fruta o la verdura a las que lógicamente no están acostumbrados y aunque muchos padres piensen que “pobrecitos, cómo vamos a insistir”, ellos ya están ejerciendo su «potestad de decidir» y se enteran de todo aunque solo tengan meses.
Y dentro de este estilo entra el que anden cuando empiezan a hacerlo, que después corran, salten, jueguen al fútbol, bailen… es decir que no se acostumbren a una vida sedentaria como la que probablemente tienen sus padres.
2. Procurar que tengan desde bebés un crecimiento harmonioso y un buen desarrollo físico, algo que controla el pediatra, y mental algo que es fundamentalmente función de los padres, explicándoles, con unos términos que ellos sean capaces de entender, todo el mundo que les rodea.
La curiosidad en los niños es innata, y si están acostumbrados a que se les explique todo lo que ven, quieren saber, preguntan y aprenden, pero si están «enchufados» horas y horas a la televisión difícilmente tendrán inquietudes. Su mente se «atrofia» y no se ejercita pues es más cómodo «tragar» y… no pensar, con lo que su universo se reduce considerablemente. ¡Pero es tan cómodo y tan efectivo! De repente no hay niños, desaparecen…
3. Evitar desde los 5 o 6 meses, es decir desde que además de leche empieza a probar diferentes alimentos, el exceso de peso.
4. Enseñarles a disfrutar con los nuevos sabores para que no se hagan unos “raritos”.
Cuando empiezan con los purés de frutas y verduras hay que procurar que haya una variedad enorme de ambas para que se vayan acostumbrando a muchos sabores diferentes. Además sus propiedades son diferentes y unos alimentos se complementan nutricionalmente con otros.
Y en cuanto dejan la época de los purés, deben acostumbrarse a comer de todo, siempre que sea sano, también cuanto más variado mejor, ya que será la mejor medida para que vayan creciendo óptimamente.
Hay que empezar a darles trocitos pequeños de todo en lugar de comida triturada, aunque ellos puedan rechazarla, pues con pocos dientes, los que quieren empiezan a masticar con las encías y, además, deben hacerlo.
Si se sigue dándoles alimentos blanditos, los purés de siempre, cremas, sopas espesas, bechameles…, y ¡hasta el pan de molde sin corteza! no ejercitarán suficientemente su mandíbula y cuando les tengan que salir las muelas los odontólogos se encontrarán con el problema de que no tienen sitio para que salgan. Si este inconveniente se detecta a tiempo, se puede corregir con ortodoncia, pero si es demasiado tarde habrá que arrancarlas.
Pero como muchos padres, hasta que tienen niños, han comido mal, muy mal, cualquier cosa, un poco “aquí te pillo y aquí te mato”, y ¡cuántos de ellos me lo cuentan!, de repente se encuentran con una situación totalmente desconocida.
Si a los padres solo les gustan 4 cosas… que son las que comen a diario, ¿cómo van a cambiar el “chip” y empezar a tomar ellos mismos, para que sirva de ejemplo, gran variedad de hortalizas, de frutas, de carnes y de pescados olvidándose de la “comida prefabricada”, tan cómoda y rápida pero tan nociva para la salud?
Os remito al post ¿Qué es alimentarse bien?