Las estadísticas dicen que en estas fiestas pasadas se ha engordado como media 3 o 4 kilos como mínimo.
Si no se pierden ahora, se añadirán a los que se pescarán en las próximas vacaciones, en Semana Santa y en el verano, y a los que se volverán a coger al final del año con las nuevas fiestas.
Además, como se acaban de pillar, se pueden eliminar mucho más fácilmente que los que ya llevan tiempo instalados.
A muchos no les importa, de lo contrario los índices de sobrepeso y obesidad de la población en general, incluso desde edades cada vez más tempranas, no seguirían creciendo como lo están haciendo.
Pero, concienciaros todos, jóvenes y no tan jóvenes, no se trata de un problema estético sino de un problema grave de salud al que desgraciadamente todavía no se le ha dado la importancia que tiene y va a tener en el futuro, y que se va acentuando a medida que se cumplen años.
Al ir pasando los años, los kilos se cogen más rápidamente y con mayor facilidad y se pierden más despacio y con más dificultad.
Esto es algo que todos vosotros habréis comprobado, no os he descubierto la pólvora.
¿Qué os propongo?
No se trata de ninguna dieta milagrosa, porque los que me conocéis ya sabéis que no me gusta ninguna, ni siquiera la palabra dieta en sí, ni mucho menos de píldora maravillosa, porque sinceramente no la hay.
Hay un sinfín de “cosas” con las que únicamente adelgaza el bolsillo, y existen también una serie de recomendaciones dietéticas o regímenes en los que se pierden de momento muchos kilos…, pero a la larga no solo se pierde la salud sino que vuelven a aparecer los kilos perdidos y unos cuantos más de propina.
Y todo el que haya hecho una «dieta» alguna vez lo habrá comprobado.
Hay que aprender a comer, algo que nadie nos ha enseñado nunca, de una manera distinta puesto que la que hemos seguido hasta ahora no nos ha servido, nos ha hecho engordar.
Y se puede y se debe comer de todo, siempre que sea sano, pero en la proporción adecuada.
Yo os voy a explicar tan solo varias medidas de sentido común, nada más, y empezaría por la primera que, probablemente, no os la hayan aconsejado nunca y hasta muchos pueden pensar que es una tontería.
A éstos yo les rogaría que la probaran tan solo durante 5 o 6 días y que analizaran ellos mismos después los resultados.
Si se come habitualmente de una manera saludable, equilibrada y variada, se trata tan solo de disminuir un poco las cantidades que ponemos en el plato.
Habría que saber antes, y yo creo que muchos no lo saben aunque estén convencidos de lo contrario, en qué consiste este tipo de alimentación que hemos ido desgranando a lo largo de los más de 360 posts ya publicados.
¿Cómo conseguir comer menos y no pasar hambre?
Pues se trata de lo que ya os hablé, empezar a comer despacio, muy despacio, masticando cada bocado de comida por lo menos 20 veces antes de tragarlo, algo que antes probablemente no habéis hecho nunca.
Ya se sabía que comer despacio adelgazaba, pero ahora nuevos estudios científicos lo acaban de avalar de nuevo.
Es decir que si normalmente tardabais 30 minutos en comer, ahora deberéis tardar por lo menos 1 hora.
¿Qué no tenéis tiempo?
Pues sacarlo de dónde se os ocurra, pero creo que los resultados bien merecen la pena y por probar estos 5 o 6 días no perdéis nada.
La digestión empieza ya en la boca porque una enzima de la saliva, la ptialina, comienza dicha función.
Un equipo de investigadores del Departamento de Kinesiología en la Universidad Cristiana de Texas, en Estados Unidos, acaba de analizar cómo la velocidad en la ingesta de alimentos afecta a las calorías consumidas durante una comida, tanto en sujetos de peso normal como con sobrepeso u obesos, y los resultados se han publicado hace unos días en el Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.
Comiendo así de despacio, el individuo se cansa de tanto masticar, y al durarle más tiempo la comida en el plato, no solo come menos sino que la sensación de hambre desaparece.
Tardando más en ingerir nuestros alimentos, el centro de la saciedad que se encuentra en el cerebro, en el hipotálamo, tiene entonces tiempo para que le llegue la señal de que estamos comiendo y se notará saciado a su debido tiempo.
Sin embargo, si tragamos, que es lo habitual por las prisas y el estrés, o por glotonería, o porque nos gusta demasiado devorar, no nos enteramos de la cantidad que hemos consumido, no aprovechamos los sabores y olores que desprenden nuestros platos y disfrutamos mucho menos del placer de comer.
Pero además, al masticar bien la comida, no solo nos va a sentar mucho mejor, puesto que ya aligeramos el proceso de la digestión, sino que tampoco tragaremos aire.
Esta medida también se debe tomar con cualquier cosa que se tome al cabo del día, sea agua, vino en pequeña cantidad o picoteos que, aunque solo fuera por salud, deberían eliminarse por lo menos momentáneamente.
Todos los líquidos se deben tomar también muy muy despacio, a traguitos.
Fijaros que el post que más entradas ha tenido entre todos los míos, después del que se refería al del estreñimiento, ha sido el truco para luchar contra los gases intestinales que ha tenido 4.615 visitas, y que raro es el día en el que no me escriben algo sobre él.
Muchos de los que me escriben porque padecen esta molestia tan tremenda, que puede resultar hasta una enfermedad por los grandes dolores que sufren, no solo en la tripa y estómago sino hasta en el corazón, estoy segura de que han hecho caso omiso de mi recomendación, y lo único que quieren es que el médico les receta una píldora maravillosa que les suprima rápidamente esta dolencia.
Hay ciertos medicamentos como la simeticona, recetada siempre por un médico, que pueden aliviar esta molestia, pero lo realmente efectivo, natural y para siempre, y que además no cuesta ni un céntimo, es comer despacio.
Precisamente porque es una medida tan sencilla y, además, tan barata, es por lo que muchos ni han hecho caso de la misma pensando que era una patochada.
Pero en los comentarios mismos del post, leer lo que dicen otros muchos.
Muchas personas no se quedan a gusto si el médico no les receta algo, y muchas veces la solución más rápida y realmente eficaz es cambiar de hábitos alimenticios o de estilo de vida, si ésta es muy sedentaria.
Todos los medicamentos, y fijaros quién os lo dice, tienen efectos positivos que curan, pero también efectos secundarios.
Aunque os habrán aconsejado muchas veces lo contrario, agenciaros una buena báscula de baño que os indique el peso de 100 en 100 g, puede ser perfectamente una muy sencilla, y pesaros durante estos días de prueba todas las mañanas después de la ducha y antes de vestiros.
No se trata de obsesionaros, sino de ir aprendiendo a conocer vuestro cuerpo y lo que más le afecta, tanto a la hora de ganar como de perder peso.
Si sois tan solo un poco observadores, lo iréis descubriendo vosotros mismos día a día.
Y no os desaniméis si un día, sin ningún motivo aparente, pesáis un kilo de más.
Puede que al día siguiente, sin haber hecho nada especial, peséis un kilo menos.
El cuerpo humano es así de original, complejo y caprichoso.
¡Ni se os ocurra pesaros de noche, solo por las mañanas!
¿Alguien va a tener la constancia de cumplir esta medida, en todas las comidas, durante todo el rato en el que se están ingiriendo alimentos sólidos y líquidos y durante esos pocos días, sin olvidarse en ningún momento?
Espero vuestros comentarios con los resultados… porque los primeros extrañados podéis ser vosotros mismos.
Otro día hablaremos de más medidas complementarias y no por ello sabidas.
Mientras tanto, ¡todos a masticar, no es broma!