Además de las múltiples variedades de aceite que tenemos hoy a nuestro alcance con su riqueza de sabores diferentes, también se pueden preparar en casa un sinfín de aceites con los aromas que más gusten, algo que ya nos va proporcionando la industria alimentaria a medida que va creciendo nuestro poder adquisitivo y el gusto por una mayor sofisticación.
Podéis aromatizar vuestro aceite de oliva virgen con todo lo que os guste, 2 o 3 hojas frescas o secas de laurel, 5 o 6 dientes gordos de ajo pelados, 1 o varias guindillas si os agrada el picante…
A los 2 o 3 días el aceite tendrá ya un sabor y un aroma extraordinarios, y a los 8 todavía más.
Pero al cabo de 1 mes aproximadamente, o mes y pico, los ajos aparecerán amarillentos y habrá que retirarlos en cuanto terminéis de gastar el aceite.
Podréis comprobar que han perdido completamente todo su sabor y olor que precisamente han transmitido al aceite. Por eso conservar ajos pelados en aceite, como todavía se aconseja, no es un buen método porque pierden su sabor.
Si habéis añadido muchas guindillas, cuidado los últimos días porque el aceite puede picar demasiado.
Si lo usáis para todo, cocinar y aderezar, 1 litro os durará en perfectas condiciones 1 mes que es el consumo mensual de aceite per capita que recomienda la OMS, es decir 3 o 4 cucharadas al día en total.
Para aderezar ensaladas os encantará este aceite aromático porque es delicioso, y para cocinar pescados a la plancha o en el microondas es también fantástico, máxime si los barnizáis un rato antes con una brocha de silicona para que sus aromas y sabores vayan penetrando.
También podéis emplear otras hierbas frescas que os gusten para dar a vuestro aceite un toque especial, tomillo, romero, estragón… Basta con introducir en el envase del aceite unas ramitas frescas de cualquiera de estas hierbas y no hace falta calentarlo previamente como a veces se aconseja.
Como el aceite suele venir en botellas o bidones algo más grandes siempre de cuello estrecho, si queréis tener siempre preparado este aceite y usarlo a todas horas, volcarlo en vinagreras, porrones o frascas con el cuello suficientemente ancho como para poder introducir en ellas estos ingredientes con facilidad, que tengan siempre su tapón correspondiente porque todos estos aromas son volátiles y además de solubilizarse en la grasa se escaparían al exterior.
Las que se encuentran con mucha facilidad, en los grandes bazares, son unas frascas de vidrio de 1 litro de capacidad y muy baratas.
Su tapón de plástico se puede girar y tenerlo abierto para que lo podamos verter o cerrado para que no se escape ningún aroma.
Guardarlo siempre en un armario porque la luz le afecta, lo mismo que el aire y la temperatura.