Los productos alimenticios envasados vienen cada día con más información al consumidor que debe leerse siempre las etiquetas aunque esto suponga la mayoría de las veces una heroicidad y un tiempo considerable porque casi siempre suelen venir en la parte menos visible del envase y en letra tan chiquitita que el que lleve gafas, a pesar de ellas, tiene que necesitar una lupa para descifrarlas.
¿Por qué será?
¿Será porque no les interesa que se lea y de esta manera el consumidor siga sin saber lo que adquiere?
¿Por qué se consiente?
Debemos ser consumidores exigentes y leernos todas las etiquetas por varias razones.
1. En primer lugar para saber realmente lo que vamos a ingerir, es decir todo lo que introducimos en nuestro organismo a lo largo de los días puesto que “somos lo que comemos”.
En muchos productos de la industria alimentaria, latas de todo tipo, salsas, bollería, platos preparados, pizzas, patatas prefritas, masas congeladas, helados de buenas marcas… os encontraréis con que no especifican el tipo de grasa que llevan y tan solo nos dicen que llevan “aceite o grasa vegetal”, o «aceite vegetal hidrogenado o parcialmente hidrogenado» que contendrá grasas trans.
2. Si se sabe más o menos las calorías que cada uno debe consumir al día, como en las etiquetas de estos productos industriales nos indican su poder energético, podremos saber la cantidad que debemos ingerir sin olvidar que si un producto es muy calórico habrá que tomar una pequeña cantidad y si es más ligero una mayor.
3. Algunos productos se anuncian como muy naturales, “elaborados como en casa”… y no pueden serlo sencillamente porque son procesados y llevan una serie de sustancias que os sonarán a “chino” y que desde luego no usamos en la cocina porque ni siquiera están a nuestro alcance, pero que la industria necesita forzosamente.
Sin embargo su sabor y aspecto pueden ser exquisitos porque suelen llevar mucha sal y saborizantes… y a muchos solo con esto ya les sobrará y quedarán enganchados a ellos, pero nunca habrá que olvidar que no son naturales, por mucho que los anuncien como tales, sino industriales.
4. Otros también “muy naturales”, si os leéis la composición… pueden llevar hasta 5 o 6 aditivos que se identifican con la letra E seguida de una numeración, ¡ incluso 7 en algunos helados! Por supuesto que están todos ellos autorizados, pero al llevar tantos podrán ser ¿sanos? pero desde luego nada naturales.
Hace años los pediatras aconsejaban que los niños antes de los 3 años no consumieran productos con más de 2 E. ¡Mirad todos los que llevan las “chucherías” y golosinas que toman muchos niños casi a diario y os quedaréis “petrificados”!
5. ¡ Podéis encontraros “proteínas de leche y de soja” en un chorizo, o dextrosa de maíz y leche en polvo en un jamón serrano envasado en lonchas, albúmina de huevo, fécula de patata, almidón, jarabe de glucosa y de fructosa … en multitud de fiambres que deberían llevar únicamente productos cárnicos y sus correspondientes conservantes!
¡Y en las cajas de quesitos en porciones, si son de marca conocida llevan 5 aditivos, pero si son de marca blanca 7!
¿Qué pintan en un codillo salmuerizado las “proteínas de soja” y la leche en polvo, o en una salsa de tomate almidón modificado, para espesar, y jarabe de glucosa y de fructosa además de su correspondiente azúcar, o en lonchas de jamón cocido o braseado o en lonchas de pavo, con una pinta espléndida, la dextrosa otra vez, derivados de leche y de soja, aroma de humo, y ¡¡¡ 5 aditivos más!!!, los E 325, 316, 451, 457, 250, 150d?
O para terminar, en los palitos de cangrejo que están hechos principalmente con una buena proteína de pescado, el abadejo concretamente, el surimi, pero que además llevan azúcar, almidón de maíz, almidón modificado de tapioca, clara de huevo, aceite de soja, sal fermentada de arroz y los E 4511, 45011, 4231, 170, 120 y 160 c. ¡No os estoy tomando el pelo, palabra, lo he copiado textualmente de unos palitos además de marca reconocida!
Seguro que los añaden porque consiguen mejor sabor, mejor presencia, una elaboración más rápida y rentable y un sinfín de cosas más que se me escapan, pero como se les añaden todas estas “cosas extrañas” que os acabo de citar y que dificultan la conservación del producto original… tienen que añadirles la cantidad de aditivos que os he puesto y que a la larga no pueden ser beneficiosos para nuestro organismo. ¿El aumento generalizado de peso en todos los países industrializados y hasta en los pobres cuando adquieren sus mismas costumbres y comen lo mismo que los ricos no tendrá algo que ver con todo esto?
Con todos los datos en la mano y sabiendo lo que cada aditamento es, cada uno elegirá lo que más le interese adquirir, pero siempre después de estar bien informado, que es lo más importante.
Muchos adolescentes no hacen una verdadera comida, matan el hambre con snacks y aperitivos que en el momento les sacian pero que al poco tiempo tienen que volver a consumir porque notan el estómago vacío, se inflan de refrescos quizás no calóricos pero nada sanos para su crecimiento y su salud, y se están tomando al cabo del día el doble o el triple de calorías de las que queman y por tanto necesitan. De ahí el sobrepeso que está empezando cada vez a edades más tempranas, y los tristísimos casos de anorexia o bulimia.
Sin embargo son ya muchos los jóvenes que a la hora de comprar escogen siempre los productos procesados con una información clara y con pocos aditivos que muchos califican de “porquerías” aunque realmente no lo son, son sustancias extrañas a nuestro organismo de las que actualmente se está abusando.
Solo os he puesto aquí como muestra la información de unos poquitos productos, pero si queréis saber más, mirad la composición de los panes de molde, de las salchichas que tanto gustan a los niños y que además están muy ricas, del beicon, de las pizzas industriales, de toda la bollería industrial, de las “chuches” y golosinas…y de todo lo que compráis. Después decidid.