Para conservar el perejil siempre fresco y que mantenga sus buenas propiedades, que veremos en otro post, hay que seguir los siguientes pasos.
1. Escoger el perejil muy verde, bonito, fresco y sin manchas, ya que si está amarillento, lacio o «enfermo» pocas vitaminas tendrá ya.
2. Lavarlo debajo del grifo frotándolo suavemente con los dedos si tuviera tierra. También podéis guardarlo sin lavar y hacerlo cuando lo vayáis a utilizar.
3. Escurrirlo bien y esparcirlo sobre una superficie para que se seque al aire en pocos minutos, o secarlo con varias capas de papel absorbente de cocina. Tiene que quedar sin nada de humedad que lo pudriría.
4. Forrar con 2 capas de papel absorbente un tupper en el que vaya a caber el perejil bien apretado y colocar encima el manojo de perejil. Si solo vais a usar las hojas podéis quitarles los rabitos y guardarlas solas.
5. Volver a poner otras 2 capas de papel absorbente de cocina antes de colocar su tapa y cerrarlo.
6. Si al cabo de los días el papel está húmedo, reemplazarlo por uno seco.
Forramos bien el tupper con papel absorbente porque el perejil, aun estado cortado, sigue transpirando y produciendo por tanto humedad que acabaría pudriéndolo y el papel la absorbe y lo evita.
7. Guardarlo en la nevera donde si era fresco os durará en perfecto estado más de 8 días.
8. Si os resulta más cómodo podéis hacer un paquete bien cerrado con varias capas de papel y el perejil, pero siempre metiéndolo a continuación en un tupper pequeño.
9. Otra opción si queréis tenerlo siempre a mano conservando también todas sus propiedades es, una vez limpio, picar solamente sus hojas con una buena picadora para no perder tiempo, y congelarlo picado guardándolo también en un tupper pequeñito, ahora ya sin papel. Si no tenéis un robot multifunción, podéis adquirir una picadora manual de perejil
Aunque el perejil congelado forma un bloque bastante compacto, al estar picado se puede sacar del congelador, retirar con la punta de un cuchillito la cantidad que se necesita, y volver a meterlo de nuevo en el congelador sin tener que descongelarlo. Allí dura meses conservando todas sus propiedades.
♦ No lo pongáis en agua como se hacía antiguamente, expuesto a la luz y a temperatura ambiente, porque va perdiendo propiedades.
♦ Tampoco lo dejéis en un vaso o jarrita con agua en la nevera porque allí sus rabos se mantendrán frescos pero sus hojas se resecarán con el aire frío de la nevera y el agua podrá verterse.