😀 ¿Cuál es el yogur más saludable?
Los alimentos probióticos, y el yogur es uno de sus mejores representantes junto con los lácteos que tienen determinadas especies de Lactobacillus son, como los define la Organización Mundial de la Salud, OMS, los que tienen microorganismos vivos.
Estos permanecen activos en nuestro intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos sobre él, siempre que se administren en cantidad suficiente.
Tienen, por tanto, en su interior vida propia.
¿Qué son los probióticos?
Son bacterias que tienen un efecto positivo sobre nuestra salud.
Con frecuencia solemos pensar que todas las bacterias son malas porque nos producen infecciones, pero no es verdad.
Solo un 0,006% de las bacterias que hoy día conocemos son patógenas para las personas. Todas las demás son buenas e imprescindibles para la vida.
Por ello, después de un tratamiento con antibióticos, prescrito siempre por un médico, y para restablecer la microbiota o flora intestinal, hay que tomar yogur.
Yogur natural
Dentro de las diferentes marcas que existen en el mercado, el yogur más saludable, y paradójicamente el menos consumido es el natural, de cualquier marca, y cuando digo «natural», quiero decir sin ningún otro adjetivo que le acompañe.
Es el que primero apareció en el mercado hace muchos años, y es el menos manipulado o industrializado, ya que solo lleva leche fresca pasteurizada, leche en polvo desnatada y fermentos lácticos.
No me extrañaría nada que cualquier día desaparecieran porque, de hecho, en algunos supermercados ya no se encuentran.
Además, la estrategia de algunas marcas, en lo que ellos llaman «Pack Ahorro», con 8 unidades, es poner la fecha de caducidad en su envase azulón en letras negras, casi ilegibles.
Y recurren, para vender más, a acumular puntos, sortear viajes, tablets, entradas de cine. ¡Qué fuerte y qué triste!
¡Este yogur natural es el que deberían tomar siempre los niños, los adolescentes y los mayores... pero apenas se consume!
Yogures con azúcar o edulcorados artificialmente
Muchas madres actuales, en su afán de mimar a sus hijos, sobre todo si los han tenido tardíamente, prefieren dárselos desde el principio con azúcar, o edulcorados artificialmente, lo cual es todavía peor.
Si desde la primera ingesta, los niños se acostumbran a su sabor natural, no reclamarán nunca los azucarados.
Ahora bien, si desde el principio los toman dulces, siempre rechazarán los naturales porque los encontrarán sosos, demasiado insípidos y hasta algo ácidos.
Ya sabéis que nacemos con la apetencia al sabor dulce, y que éste engancha, de ahí todo la biografía existente en la actualidad sobre los peligros del azúcar.
Yogures con sabor a…
En cuanto a los yogures con sabores, que son los que están por doquier y los que más se consumen por la variedad de sabores diferentes que ofrecen, hay que recordar que el aroma o sabor, es añadido, es decir lo proporcionan, en la mayoría de los casos, las esencias.
A veces pueden llevar ínfimas cantidades de fruta, y entonces también conservantes para que estas no se estropeen.
Si los niños ya se han acostumbrado también a estos sabores añadidos, aunque sean sintéticos, que no les aportan nada en absoluto desde el punto de vista nutricional, es preferible fabricárselos en casa.
Para ello, partiendo de un yogur natural, sin azúcar, añadirle, en el momento en que los vayan a tomar, trocitos más o menos pequeños de fruta fresca, la que tengáis en casa y que variará según la estación del año, naranja, mandarina, fresa, kiwi…
Se acostumbrarán también así al sabor de las diferentes frutas frescas, que ya no rechazarán después cuando sean mayores y las tengan que tomar enteras.
Pero nunca reemplacéis la fruta por yogur, como hacen en muchos colegios, porque desde pequeñitos tienen que tomar fruta, y acostumbrarse a ella.
Con los años, a algunas personas les sienta mal la leche porque disminuye la cantidad de lactasa en su organismo, que es una enzima producida en el intestino delgado y que se sintetiza durante la infancia de todos los mamíferos.
Su acción es imprescindible en el proceso de conversión de la lactosa, el azúcar de la leche, en sus dos componentes glucosa y galactosa.
En estos casos, aunque no tengan intolerancia a la lactosa, se puede sustituir la leche por yogur cuyo valor nutritivo es similar.
El yogur se tolera mejor que la leche puesto que parte de la lactosa, que algunas personas no toleran bien, se transforma en ácido láctico.
Sus nutrientes se absorben mejor que los de la leche, ya que sus proteínas han sido, en parte, digeridas por sus gérmenes, los diferentes Lactobacillus.
Por ello el yogur puede reemplazar la leche:
♦ 2 yogures naturales equivalen a 1 vaso de leche entera,
♦ y 2 yogures desnatados equivalen a 1 vaso de leche desnatada.
En cuanto a esta intolerancia a la lactosa, con una proliferación inmensa de productos «sin lactosa», no deja de ser otro de los muchos negocios de la industria alimentaria como afirman muchos científicos serios.
¡Es prácticamente imposible que haya en nuestro país tantos intolerantes a la lactosa!
Ahora bien, no dejéis de tomar productos lácteos, aunque circulen por la Red bestsellers afirmando todo lo contrario.
Los niños y jóvenes actuales que ya no toman lácteos, y que además toman muchos refrescos carbonatados, que ya de por sí descalcifican, acabarán con un gran déficit de calcio en sus huesos más pronto que tarde, y las soluciones son largas, costosas y muchas veces con varios efectos secundarios.
Además del calcio de la leche, para que éste se absorba bien tiene que ir acompañado de una alimentación rica en vitamina D, tomando más pescado que carne, y con una pequeña exposición al sol.
No deja de ser inaudito que, gran parte de los españoles, sobre todo a partir de edades cada vez más tempranas, tengan déficit de vitamina D, siendo un típico país mediterráneo con mucho sol.
😮 El blog, como de costumbre, se toma unos días de descanso como la mayoría de vosotros.
Volveremos después de la Semana Santa, el lunes 24 de abril.
Descansad a tope.
Un abrazo.