Aunque muchos fabricantes, y no solo ellos, recomiendan purgar las ollas superrápidas al terminar de cocinar, dicha operación es un despilfarro de energía y una irresponsabilidad que puede convertirse en un peligro realmente grave para la salud.
¿A qué llamamos purgar?
A eliminar la presión interior de la olla muy rápidamente, forzándola, para que se pueda abrir en cuestión de segundos.
¿Por qué es absurdo y sobre todo peligroso?
1. Porque una receta que esté bien escrita, con sentido común y comprobada, y no inventada como una gran mayoría, ya os tiene que proporcionar los minutos exactos en los que tenéis que mantener la cocción, es decir las dos rayitas de la válvula de presión fuera, sin que se escondan ni se sobrepasen.
2. Durante todo el rato en el que tarda la válvula en bajar, y dependerá de la preparación que se esté cocinando en su interior y de su volumen o cantidad, la cocción permanecerá en el interior de la olla, pero sin ningún gasto de energía.
3. Por muy poquito que se sepa de cocina, todo el mundo sabe que un arroz no se cuece ni mucho menos en 2 minutos, ni con la cantidad de agua que yo os he puesto en esta receta.
Mientras la válvula está bajando, el arroz se sigue cociendo, esta vez sin gasto de energía.
4. Es más, el amo-ama de casa puede ausentarse de la cocina durante todo este tiempo, puesto que el fuego está apagado y no va a pasar nada en absoluto.
Ahorrará pues tiempo, es decir que aumentará su productividad, algo de lo que no se ha hablado nunca refiriéndose a la cocina.
5. Si estamos cociendo una verdura delicada, como las berenjenas de Almagro, o unas judías verdes estrechitas, habrá que apagar el fuego cuando la receta lo indique, muchas veces en cuanto aparece la segunda rayita, ya que con el calor residual que conserva la olla la cocción llegará a buen término y el alimento no se cocerá en exceso.
6. Aunque el material de fabricación de estas ollas suele ser de una calidad óptima de acero inoxidable y con un fondo difusor, en alguna marca, “tipo sándwich”, con 5 capas bien diferenciadas:
– la primera de acero-cromo-níquel,
– la segunda de una aleación de aluminio y silicio,
– la tercera de aluminio, un magnífico conductor del calor,
– la cuarta de otra aleación de aluminio y silicio y
– la quinta de acero cromado, válido para inducción,
estos cambios tan bruscos de temperatura no favorecen nada a dicho acero, por muy bueno que sea.
7. En el momento en el que la cocción haya terminado y la olla se ponga en la pila con agua fría por debajo y/o volcando agua fría por encima sucederán tres cosas:
♦ Una contracción casi instantánea que sufrirá el acero de la olla,
♦ La válvula bajará muy rápidamente,
♦ La olla habrá perdido su presión interior y por ello se podrá abrir,
♦ Pero su contenido seguirá hirviendo, sobre todo si se trata de un gran volumen. Entonces, si no se tiene la precaución de retirar la tapa de la olla, lejos de nosotros, algo que normalmente no se hace, el simple «vapor» hirviendo nos puede quemar.
Por ello, antes de empezar a usar una Técnica moderna de cocinado, como es una olla superrápida, o un microondas, hay que conocer «sus tripas», como ya he repetido muchas veces.
El que tenga mucha prisa, y quiera empezar a usar la olla en cuanto la haya adquirido, allá él.
Luego que no se lamente, porque hay más de 12 posts ya publicados en mi blog y un lote de 4 ebooks que, además, está de oferta, con múltiples recetas para usarla con y sin presión, algo inaudito para muchos.
Pero no solo hay que comprar estos ebooks, sino leerlos a ratitos, de lo contrario ni los adquiráis.
Aunque su importe es más que ridículo, comprar algo que no se piensa usar es anti productivo.
La empresa alemana WMF, importantísima dentro del ramo de la cocina, se creó en 1853, pero su primera olla superrápida no apareció en el mercado hasta 1927.
La empresa suiza Kuhn Rikon creó su primera olla en 1926, un año antes e introduciendo 2 ventajas sobre las primeras:
♦ Aquellas primeras ollas ya tenían algo más de superficie que las WMF, 24 centímetros en lugar de 22, y aunque solo fueran tan solo 2 centímetros, ¡ya se notaba!
♦ Posteriormente KR amplió el diámetro a 28 centímetros, y eso fue ya una gozada a la hora de asar piezas grandes de carne o pescado, incluso de freír «como a la plancha» simples filetes de ternera, de lomos de rodaballo, de pez espada o emperador…
♦ Tuvieron también la gran idea de repartir el peso de la olla en 2 asas, y no en 1 sola, como en la WMF, algo muy peligroso en la cocina como el rabo de una sartén tradicional, con el hay que tener la precaución de meterlo siempre dentro de la encimera o placa por si vamos corriendo o alguién tropieza con dicho mango.
♦ Dicho mango tiene además el gran inconveniente, que no han subsanado a pesar de los años, de que la válvula de presión está colocada en dicha tapa, con lo que si se estropea, y parece ser que es algo frecuente, el usuario se queda sin tapa, si es que la válvula se puede arreglar, o tiene que comprar una tapa nueva.
♦ Otra cosa que no he entendido nunca ni entiendo es que los alemanes, con lo eficientes que son, no se hayan dado cuenta de que sus ollas, con tan solo 22 centímetros, son altas y estrechas, incomodísimas por la poca superficie útil de trabajo que ofrecen.
Pero, por lo visto, ¡no quieren ampliarlas!