Dentro de pocos días comienza la temporada de cambio de ropa, la del verano por la del invierno, y puede que muchos de vosotros tengáis muchas prendas en las que os recomienden lavado en seco, es decir paso por la tintorería que es cara casi siempre si es buena, y que en muchas ocasiones os estropea la ropa por mucho que digan que tienen un seguro para resarciros en caso de estropicio.
Lo primero que os recomiendo es que la guardéis siempre, de temporada en temporada, completamente limpia.
Aunque os la hayáis puesto pocas veces o poco rato y esté ligeramente rozada, estos roces se acrecientan durante los meses de invierno, y costará más eliminarlos entonces que ahora que todavía están fresquitos.
Antes de decidir si lavarla o no a mano, hay que observar detenidamente cada prenda.
Si lleva forro no acrílico y por tanto no lavable de ninguna manera, o si tiene entretelas porque se trata de una chaqueta armada, de una americana, de un chaquetón… está claro que si la mojáis, directamente os la cargáis.
Pero hay ciertas prendas, vestidos o camisas de verano, de viscosa o de seda natural en las que pone “lavar en seco” y que se pueden perfectamente lavar a mano, siempre con precauciones.
Primera operación, salvo que sean totalmente blancas, aunque sean de un solo color clarito, y desde luego siempre si son estampadas, es comprobar si van a desteñir o no.
Para ello coger un poco de agua fría en la pila de la cocina por ejemplo, añadir un poquito de detergente líquido especial para lavar a mano ropa delicada, siempre líquido, remover con la mano para que se reparta por igual, y sumergir la prenda en cuestión.
Si veis que inmediatamente empieza a soltar color es que posiblemente este color sea de mala calidad y tendréis que actuar rápidamente.
Para ello tener ya preparada en otra pila, agua fría con un buen chorro de vinagre de vino blanco, no del que se usa en limpieza.
En el agua con vinagre aclararla bien para eliminar no solo los restos de detergente sino para cortar de golpe el desteñido.
Sacar inmediatamente después la prenda en cuestión, sin retorcerla, pero escurriéndola bien entre las manos para eliminar al máximo este agua jabonosa.
Si es de buena calidad dejará inmediatamente de soltar color porque el agua con vinagre corta de cuajo el desteñido.
Si ha soltado muy poquito color, y esto pasa actualmente con muchas prendas fabricadas en China que son muy baratas, echar en el agua jabonosa del principio, que no habremos tirado todavía, un buen chorro de vinagre y lavarla lo más rápidamente posible insistiendo en cuellos, puños y debajo de las axilas.
Aclararla también muy rápidamente en el agua con vinagre que habíamos utilizado como test, si está muy poco coloreada o nada, y si creéis que hace falta aclararla en otra agua limpia, siempre añadiendo vinagre.
Sin retorcerla, escurrirla muy bien como os he contado anteriormente e ir echándola como doblada en el tambor de la lavadora.
Lo ideal para ser productivos y rentabilizar vuestro tiempo es que juntéis varias prendas de esta clase, y a medida que las aclaréis ir echándolas siempre dobladas, en 2 o 3 veces en el tambor.
No las pongáis hechas un guiñapo, o apretadas de cualquier manera, porque se os arrugarán mucho más.
Aunque la prenda no destiña en absoluto, si es de color intenso o estampada, lavarla con agua jabonosa fría, aclarando siempre con agua + vinagre que fija los colores aunque estos no se hayan soltado en absoluto.
Cuando hayáis terminado con todas, poner la lavadora en el programa de centrifugado, y centrifugarlas, aunque os afirmen que no aceptan el centrifugado.
No suele ser cierto, aunque hay que tomarse las “molestias” que os cuento a continuación.
En cuanto termine el proceso sacarlas, y con las manos ir estirándolas despacito, sin deformarlas, para que retomen su forma primitiva porque siempre saldrán más o menos arrugadas…
Si se pueden colgar, poner cada camisa, vestido o chaqueta… en una percha toda plastificada y dejarla secar siempre en el interior.
A medida que se van secando ir, con las manos devolviéndolas a su forma inicial.
Si se trata de pantalones, estirarlos también, siempre con extrema suavidad, colgarlos de la cintura en una percha de pinzas, o directamente en una de las «cuerdas» de un tendedero de tijera, y siempre en el interior.
Yo me he atrevido, con pañuelos de seda natural de firma, Hermes, Rosy, Gucci…
Quedan divinos porque solo se rozan a la larga en los dobleces que les hacemos para ponérnoslos alrededor del cuello, y estos roces no suelen desaparecer en el tinte.
Y quién dice pañuelos dice las largas bufandas que se llevan ahora, muchas también de seda natural.
Una precaución más.
Planchar las prendas de seda natural siempre antes de que se hayan secado del todo, es decir ligeramente húmedas, y como en ese momento os puede venir mal enchufar la plancha, hacer con ellas un rulo, nunca dobleces, y envolverlas en film transparente o dentro de una bolsa de plástico para que conserven esta humedad hasta el momento en que podáis plancharlas.
Hacerlo lo antes posible, al día siguiente por ejemplo.
Por eso conviene juntar todas las prendas con las que se vayan a hacer todas estas operaciones para emplear el menor tiempo posible.
Si se trata de prendas 100% viscosa que, a medida que se van secando parece como si el tejido se fuera arrugando, ir recomponiéndolas con las manos de vez en cuando y plancharlas también ligeramente húmedas, pues aunque también se pueden planchar completamente secas, y no es el caso de la seda natural, cuesta menos y se planchan más deprisa.
Hasta se pueden lavar así pantalones de caballero, o de señora en las que recomienden lavado en seco.
Quedan muchas veces mejor que en la tintorería, sobre todo si son pantalones de señora blancos o muy claritos, aunque tendréis que sufrir estas molestias.
A veces después del tinte, los bajos de estos pantalones claritos, hay que lavarlos como os acabo de explicar frotándolos únicamente en esa zona.
Ya veréis como los roces grises que han quedado desaparecen totalmente.