Ya sabéis cómo eliminar la enorme cantidad de agua que tiene el tomate.
Si ahora lo que queréis es conservar el tomate ya frito, seguramente preferiréis pelarlo.
Si tuvierais una cantidad no muy grande, podríais calentar los tomates después de lavados y secos, enteros en el microondas, a una potencia baja y dándoles la vuelta a mitad del tiempo para que se calienten por los dos lados. Se pelan después estupendamente.
¡Cuidado! Debéis mantenerlos en el microondas hasta que estén calentitos, nada más, de lo contrario, si os pasáis, pueden “explotar” y poneros el aparato “perdido”.
Hay variedades de tomate que se pelan estupendamente con un cuchillito pequeño, la “puntilla” siempre muy bien afilada.
Los cortáis por la mitad, les retiráis la parte fea y empezáis por esta parte a quitar la piel.
De lo contrario deberéis pelarlos como siempre se ha hecho, es decir escaldándolos previamente.
1. Una vez pelados, cortarlos en trozos como en el post citado anteriormente, añadirles sal, volcarlos en un colador grande y esperar a que vayan soltando su gran cantidad de agua, más de un 94%.
2. Mientras tanto picar finamente los ajos, la cebolla y el pimiento verde o rojo, si lo ponéis.
3. En vuestra olla superrápida, o en una buena cacerola de gran diámetro para trabajar mejor y más deprisa, calentar el aceite que si se trata de la superrápida puede estar en pequeña cantidad puesto que la olla no gasta ninguno.
4. Añadir primero el ajo, remover con una cuchara de madera, y antes de que se coloree demasiado añadir la cebolla y sofreírla, y a continuación el pimiento si se pone.
5. Cuando se vean blanditos, agregar los trozos de tomate que se habran espachurrado fuertemente con las manos, remover, salpimentar, tapar la olla con su tapadera de cristal y mantener la cocción unos minutos nada más puesto que el tomate se cuece rápidamente.
6. Si veis que a pesar del “espachurrado” el tomate frito está demasiado claro, destapar y a fuego fuerte y siempre removiendo evaporar este exceso de líquido, es decir concentrarlo hasta el punto que os guste.
7. Cuando ya esté, y todavía hirviendo, volcarlo en los frascos en los que lo vayáis a conservar, taparlo inmediatamente dejando un espacio para la dilatación si los vais a congelar.
8. Si los vais a esterilizar cociéndolos al baño María, como siempre se ha hecho, ya sabéis los problemas que os pueden surgir.
Os recuerdo que la salsa de tomate que acompaña tantos y tantos platos, si se elabora con demasiado aceite, como se hacía antiguamente y todavía se sigue haciendo, tendrá bastantes calorías, aunque parezca «inofensiva».
El aceite de oliva virgen es nuestro «oro líquido», pero en mi opinión se está usando a «chorros» y junto con un exceso de fritos en nuestra alimentación es uno de los responsables del sobrepeso actual.