Para empezar los cacahuetes no son frutos secos como muchos pudieran pensar sino una legumbre un tanto especial un tanto especial porque su vaina de consistencia dura se introduce bajo tierra y ésta es la que luego adquirimos y tenemos que pelar para sacar las semillas de dentro.
Se pueden comprar tal cual,
– es decir al natural con su cáscara correspondiente,
– sin cáscara, es decir sin tener que pelarlos y también al natural,
– sin cáscara pero tostados y salados,
– o fritos y salados, los clásicos “panchitos” que nos sirven tan frecuentemente como aperitivo.
Sin cáscara y sin salar, es decir tal y como se sacan de la vaina, tienen una buena cantidad de proteína, 27 g por 100 g, una proporción importante de fibra, calcio y magnesio, mucho potasio, 680 miligramos y bastante fósforo.
Aunque no tienen colesterol, como ningún otro producto vegetal, su principal inconveniente es su gran contenido en grasa, 49 g por cada 100 g, es decir prácticamente la mitad, y esta grasa frente a la grasa saludable de los frutos secos es mucho más saturada y por tanto, en cantidad, no son demasiado beneficiosos para nuestro organismo.
Comparándolos con las alubias, una de nuestras legumbres más típicas, éstas solo tienen 1,4 g de grasa.
Pero como son muy ricos y baratos siguen poniéndolos de aperitivo en muchos bares y antes ¡hasta en los aviones!
♦ Los cacahuetes sin cáscara y sin sal tienen = 583 calorías.
♦ Los también sin cáscara pero tostados y salados = 603 calorías.
♦ Los fritos y con sal, los «panchitos» = 637 calorías.
Como podréis observar, en cualquiera de sus presentaciones, pero sobre todo fritos y salados, son una «bomba de relojería» pues, además, crean una especie de “adicción», es decir que cuando se pican 2 o 3 están tan ricos y sabrosos que uno no se contenta con unos poquitos si no que sigue y sigue…
Como también se abre de alguna manera nuestro apetito, y están tan salados, “la sal llama a la sal”, y no solo se siente la necesidad de beber más, sino que apetece beber más de lo que estábamos tomando con el aperitivo que no será precisamente agua clara, sino vino, cerveza, vermut, whisky…, es decir más calorías.
¿Por qué os creéis que los ponen con tanta frecuencia de “regalo” junto con las patatas fritas, acompañando tan solo a una cerveza o a algún vinito en una barra de un bar o sentados en una terraza?
Precisamente por eso, porque lo que se pretende es que se coma y se beba más, es decir que vuestra consumición sea mayor de lo que teníais pensado en un principio, justo lo contrario de lo que se debería hacer frente a los índices de obesidad que tenemos en nuestro país.
De esta manera se pueden tomar 100 gramos sin casi enterarse, lo que representa para muchas personas un 1/3 de las calorías totales que deberían tomar en todo el día, que pueden ser 1.800.
¿Por qué nunca los ponen al natural y con cáscara?
Porque les faltaría la «atracción de la sal» y, por pura vagancia, la gente no se entretendría en pelarlos.
Está todo pensando y meditado.
¿Cómo no va a engordar la población en general si se la está tentando continuamente?
Y de nada servirá rehusarlos, porque veréis que alrededor vuestro todos los están degustando con una inmensa cara de satisfacción.
Si los compráis porque os gustan, consumirlos con cuidado, muy de vez en cuando, nunca delante de la televisión ¡porque se pueden tomar el doble o el triple sin enterarse!
Masticarlos despacito, degustándolos, y a ser posible, y ya sé que no es fácil, intentar saber por lo menos con qué clase de aceite se han frito, si ha sido girasol o aceite de coco o palma.
Y algo de lo más increíble que yo he visto en mi vida ha sido, en Estados Unidos, cacahuetes o «peanuts light», y no se trataba de crema de cacahuetes, a la que ellos están tan enganchados, sino de cacahuetes con un ligero toque dulce en los que habían sustituido la chispa de azúcar por algún edulcorante como si lo “peligroso” para los kilos fuera éste.