En general, cuando hablamos de filetes nos referimos a filetes de vacuno, y hoy no es ningún secreto que la carne roja no es precisamente aliada de la salud y yo creo que incluso los más carnívoros saben que es mejor tomarla con moderación.
La carne roja es la mayor fuente de proteínas en la mayoría de las dietas alimenticias, pero también de grasa saturada.
Dentro de estas carnes rojas están no solamente los filetes o chuletones de buey o de vaca, incluso los de añojo cuyo nombre ha “desaparecido” del mercado, sino también los de ternera por muy rosaditos que los veamos ya que hay “métodos” para conseguirlos de ese tono rosado.
Recordemos que se llama ternera al animal que tiene un máximo de 10 meses de edad y añojo cuando está entre los 10 y 18 meses.
Carlos Alberto González Svatetz, jefe de la Unidad de Nutrición, Ambiente y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología y coordinador en España del estudio EPIC (siglas en inglés de Investigación Europea Prospectiva sobre Cáncer y Nutrición) reconoce que los datos obtenidos de los estudios epidemiológicos realizados y aceptados por la comunidad científica con respecto a un exceso de consumo de carne demuestran que la carne roja está asociada a un mayor riesgo de diabetes, de enfermedad cardiovascular y de algunos tipos de cáncer, no solo de colon, sino de estómago y esófago, algo que ya se sabía desde hacía tiempo.
En estos estudios se vio también que los hombres y mujeres que más carne roja consumían eran también los que menos se cuidaban, no practicaban deporte, bebían más alcohol, fumaban y tenían un mayor índice de masa corporal o IMC.
El doctor González reconoce que «cambiar los hábitos dietéticos de la población no es sencillo”, ya lo dijo mucho antes nuestro ilustre profesor Grande Covián, pero en estos últimos años se han cambiado a peor, adquiriendo costumbres anglosajonas muy dañinas y arrinconando nuestra buena dieta mediterránea.
Precisamente en estos estudios se advierte que el riesgo de cáncer comienza a aumentar a partir de los 80 gramos diarios de carne roja y a partir de los 40 gramos diarios de productos cárnicos industriales que ya veremos en otro post.
Este especialista admite que la ingesta de carne roja es un problema en España.
Tras la posguerra y con las mejoras económicas se produjo un aumento de su ingesta.
De hecho, hoy estamos entre los mayores consumidores del mundo, por delante de Francia o Suecia.
Se tiene que valorar además que el exceso de este alimento contribuye a la obesidad, que es un problema ya de salud pública.
Y continúa: “Nosotros no decimos que la carne se elimine totalmente de la dieta, pero recomendamos que no se excedan los 70 gramos al día», y sin embargo el consumo promedio está en los 250-300 gramos diarios en muchas ocasiones, es decir ¡3 veces más de lo recomendado!
Hay otras carnes que tienen cantidades muy parecidas de proteína, siempre alrededor de los 20 g, pero mucho más saludables porque tienen bastante menos grasa saturada, como son las llamadas carnes blancas, pollo, pavo, conejo, codornices, perdices, avestruz (aunque sea de color rojo)…
El cerdo siempre que sean piezas nobles como el solomillo o la cinta de lomo, si se les quita muy bien toda la grasa que tienen localizada por fuera, se puede tomar con bastante tranquilidad, 1 vez a la semana o cada 15 días.
Aunque al solomillo de cerdo se le considera carne roja y a la cinta de lomo carne blanca, en cualquiera de los 2 casos hay que eliminarles completamente toda la grasa visible del exterior.
Luego en el interior, si os fijáis en el corte de una rodaja de cinta de lomo o de solomillo, no tiene grasa integrada en toda su superficie, como la tienen los filetes normales de vacuno.
Además, si cocináis por ejemplo un trozo bien limpio de cinta de lomo, que solo lleve lomo, del que salen después varias porciones, si lo guardáis en la nevera durante la noche, podréis observar al día siguiente que la poca cantidad de grasa saturada que tenía en su interior se ha solidificado en la superficie del tupper con el frío, y se puede retirar perfectamente con una cucharita de café.
Debajo aparecerá la salsa que le hayamos hecho, o en esta receta citada que prácticamente se elabora en su jugo sin añadirle prácticamente nada de agua, todo su “jugo concentrado” que se ha transformado en gelatina sólida.
Sin embargo yo sé que much@s de los que me leen o consultan y van con prisas no guisan, comen filetes 4 o 5 días a la semana, y de hecho muchos de los que han contactado conmigo pidiéndome información sobre dichas planchas es para usarla casi a diario, y fundamentalmente para carnes.
Si la usan tan a menudo, y sobre todo para carnes, más que para pescados que salen deliciosos, no estarán bien alimentados porque nuestra alimentación, hoy más que nunca, debe ser muy variada para que sea realmente equilibrada.
Además, es de suponer que si les gusta tanto la plancha, los alimentos estarán posiblemente muy dorados o chamuscados, y hoy también se sabe que abusar de estos alimentos puede resultar cancerígeno por la presencia de hidrocarburos policíclicos.
Por supuesto que se puede tomar un chuletón de vez en cuando, pero ni demasiado chamuscado ni demasiado grande, y son muchos, demasiados, los restaurantes que están orgullosísimos porque ofrecen en sus menús chuletones de 300 y 400 g, de los cuales quizás un tercio o más represente sebo puro, grasa saturada.
¡¡ Y bien quemaditos por fuera para que estén jugosos por dentro!!
Tomar filetes sencillos 4 o 5 veces a la semana quiere decir que o no se piensa más y se acaba rápido con el clásico filete, o no se quiere estar un poquito más de tiempo en la cocina y hacer varias raciones de cualquier guiso que es lo realmente práctico y efectivo.
Una carne de segunda tiene el mismo valor nutritivo que un filete de primerísima clase pero, aunque es más barata es más entretenida a la hora de manipularla ya que hay que «limpiarla» quitándole algún pellejo, tendón, trozos grasos…
Sin embargo tiene la ventaja de que, si se quiere, se pueden hacer con ella multitud de guisos, muy rápidos acompañados de varias verduras, cebollitas, puerros, zanahorias, judías verdes, pimientos, ramitos de bróculi o coliflor…
Recordar que en un plato de lo que sea cuantos más colores tenga mejor, y éstos los proporcionan principalmente las verduras.
Por otro lado tenemos una gran variedad de pescados, algunos más baratos que la carne y con mayor cantidad de proteína, pero no se consumen tanto, aunque seguimos siendo el segundo consumidor del mundo después de Japón.
En nuestro país todavía podemos disfrutar de muchos pescados, blancos y azules, frescos o congelados y, si los cultivos en granjas de ciertas especies no se consiguen, muchos desaparecerán para siempre.
Disfrutemos ahora de todos ellos, mientras todavía están a nuestro alcance.
Conclusión: nuestra alimentación tiene que ser saludable y eso se consigue con la variedad, cuanta mayor mejor, y habría que invertir la costumbre y que fueran 4 o 5 raciones de pescado a la semana en lugar de tanta carne, y tampoco siempre el mismo pescado, alternando blancos y azules.