Los errores más frecuentes en la alimentación infantil son:1. No desayunan nada o desayunan mal y con prisas, bollería industrial la mayoría de las veces.
2. Abusan del picoteo “malo” desde el punto de vista nutricional, “chucherías” o golosinas demasiado saladas o dulces y cargadas de grasa no precisamente buena.
3. Su consumo de frutas es deficiente y los “5 al día” recomendados no se suelen cumplir en la mayoría de los casos.
No ingieren ni de lejos suficientes verduras y hortalizas.
Muchos padres dicen que para 1 hora que ven al día a su hijo no le van a regañar porque no coma un plato de verdura. Además, muchas veces ellos tampoco las toman.
Se alega insistentemente que las verduras no les gustan, pero las han estado tomando en puré durante muchos meses y ya están acostumbrados a su sabor. ¡Y lo mismo pasa con el pescado!
4. Abusan en general en sus comidas de alimentos muy grasos, demasiados “fritos”, patatas fritas, croquetas, pescados o carnes rebozadas, empanados… que les encantan porque se les ha acostumbrado desde chiquititos a tomarlos… y no conocen otra cosa.
5. También abusan de los hidratos de carbono de absorción rápida, dulces, bollería industrial, refrescos dulces, zumos con azúcar añadida…
6. Lo mismo sucede con el tiempo que pasan sentados delante de la tele.
Sin embargo ya sabemos hoy que ver la tele más de 12 horas por semana duplica el riesgo de obesidad y es la causa de que más del 60% de los niños y adolescentes no practiquen ejercicio o lo hagan menos de 2 veces a la semana.
7. Además de la tele está toda la gama de videojuegos con los que se pasan horas, y el transporte escolar en autobús o en coche, con lo que ni siquiera andan.
Y como los padres en general son sedentarios acostumbran a sus hijos a andar muy poco, en las grandes ciudades por ejemplo dónde es frecuentísimo ver a niños de 3, 4 y 5 años todavía sentados en sus sillitas en lugar de andando.
8. No suelen tener unos hábitos de vida correctos, muchas veces porque los padres todos los fines de semana salen con sus amigos y los llevan consigo, porque no tienen con quién dejarlos o simplemente porque desean que les acompañen.
Si esto sucede de vez en cuando… no pasa nada, pero si es todas las semanas es nefasto porque si durante la semana tienen un horario más o menos fijo, los fines de semana se desorientan por completo.
Muchos, aunque se acuesten esos días mucho más tarde que de costumbre se despiertan al día siguiente a la hora acostumbrada y no se vuelven a dormir, y dormir poco también puede influir en su desarrollo y en su alimentación.
Hay niños que, por este desorden de los fines de semana, están permanentemente cansados, siempre con cara de agotamiento y en lugar de estar gordos, están demasiado delgados, esqueléticos lo que tampoco es nada bueno.