¿Un alimento que se ha congelado, si se descongela, se puede volver a congelar?
Pues aunque la mayoría de los lectores hayan contestado que no, salvo mis asiduos seguidores y lectores de libros y ebooks, esta operación sí se puede hacer pero únicamente en determinados casos.
Podríamos hablar de que, en ciertas circunstancias, se puede «recongelar».
Si congelamos un alimento fresco, ya sea carne o pescado, por ejemplo un pulpo crudo, o una cinta de lomo de cerdo también crudo, bien envasados para evitar lo que se llama quemadura del congelador y que podéis observar en esta foto, siguiendo todos los pasos que os expliqué en este ebook, podemos hacer lo siguiente:
♦ Descongelarlo en la nevera despacito, tal cual se saca del congelador, en su propio envase, bolsa o tupper.
♦ Cocerlo en el caso del pulpo como os expliqué aquí,
♦ O cocinarlo como en este caso de la cinta de lomo que podéis ver aquí.
♦ Volcarlos en caliente en el tupper adecuado como os expliqué aquí y taparlos también inmediatamente después.
♦ Cuando estén a temperatura ambiente, congelarlos al máximo de frío.
Os recuerdo que un exceso de frío nunca perjudica, es decir que es mejor pasarse que no llegar.
La ultracongelación industrial del pescado o marisco en alta mar se hace a 40 o 50ºC bajo cero.
¿Por qué razón se puede descongelar y congelar de nuevo?
Porque al haber pasado del estado crudo al de cocido o cocinado se trata ya de otro producto diferente.
Recordad que cualquier alimento crudo o cocinado casero que se quiera congelar debe hacerse en cuanto se llega a casa, o recién cocinado, sin esperar durante días a «ver si se consume».
Si esperamos, ya no tendrá el mismo valor nutritivo ni las mismas propiedades, y si está a la mitad de su frescura, una vez congelado y descongelado, tendrá la mitad de su frescura ya que el congelador no hace milagros.
Un alimento cocinado y congelado, si se ha descongelado, por error o fallo eléctrico, nunca se puede volver a congelar.
Al revés, si realmente está en condiciones porque ha estado poco tiempo descongelado, hay que consumirlo a la mayor brevedad posible porque ahora es mucho más delicado que antes de congelarlo.
Las bacterias, durante su estancia en el congelador, han estado como «aletargadas», nunca muertas, y en cuanto se descongelan, quieren «recuperar el tiempo perdido» y aumentan su virulencia.
Con el frío, tanto de la nevera como del congelador se pueden hacer verdaderas maravillas, pero nunca milagros.
La congelación bien hecha, sin romper la cadena del frío en ningún momento, es el mejor sistema de conservación porque todo queda tal cual, sin sufrir ninguna alteración ni física ni química.