Ya sabéis que en perfumería venden una cantidad bastante considerable de cremitas para hidratar el contorno de la boca, llamados protectores, reparadores o bálsamos labiales que sirven, en teoría, para evitar las arruguitas típicas que se producen en la parte superior del labio, lo que vulgarmente se llama “código de barras”, o por lo menos para retrasar su aparición y disimularlas.
Las hay de muchas marcas y de muchos precios.
Yo os voy a dar aquí una “receta” casera para hacerla vosotros mismos, que os costará muy poco dinero pero que, naturalmente, no lleva tantos productos.
Esta zona, lo mismo que la de alrededor de los ojos, es muy delicada, y aunque el resto del rostro sea mixto, o incluso graso, ésta puede estar falta de hidratación y por ello se arruga, algo que hace muy feo y envejece.
Os hacen falta tan solo 2 “ingredientes” muy fáciles de encontrar, manipular y mezclar, la vaselina normal y corriente que es la base para muchas cremas, y la manteca de karité pura, tal cual, en estado casi sólido como el de todas las mantecas.
La manteca de karité es una grasa extraída de la nuez que produce el árbol del mismo nombre.
Es muy rica en ácidos grasos insaturados, y es un regenerador celular natural con grandes propiedades suavizantes y reestructurantes en arrugas y estrías, así como protector para labios y zonas especialmente sensibles.
Destaca por su intenso y duradero poder hidratante en el rostro y en el cuerpo, y por sus propiedades nutritivas y alto contenido en vitamina F, componente vital de las membranas celulares.
También nos aseguran que mejora la elasticidad de la piel, calma las pieles irritadas y que es el más efectivo de los antienvejecimientos que existen en la naturaleza.
Actúa recubriendo la piel con una película invisible que evita la deshidratación y la protege de las agresiones externas, como son el sol, el viento o los cambios bruscos de temperaturas.
Tiene, en mi opinión, un gran inconveniente, y es que al ser bastante dura, cuesta extenderla sobre los labios, sobre todo en invierno.
Si la compráis por Internet en Riesgo, por ejemplo, un bote de 200 g os costará 6,05€ si no han modificado los precios, a los que habrá que sumar el IVA y el envío.
Seguro que la encontráis en muchos otros sitios.
La vaselina pura, llamada también parafina blanda, vaselina filante blanca o vaselina blanca, aunque no es blanca del todo sino de un color blanquecino y translúcido, tiene un aspecto graso, untuosa al tacto, prácticamente inodora y es un coadyuvante farmacéutico.
Por si sola es fantástica para ponerse una chispa en el interior de la nariz que, en muchas personas, suele estar muy reseca tanto en verano, por las altas temperaturas, como en invierno por la sequedad tan atroz que producen las calefacciones.
Se les puede poner también a los niños que muchas veces se tocan la nariz, no porque tengan mocos, sino porque esta sequedad les molesta.
En los puertos de mar o zonas con mucha humedad ambiental esta sequedad no se produce.
Esta vaselina filante blanca, en un bote de 250 g os costará, en el mismo sitio de antes, 2,78€ y con estas cantidades vais a tener crema para “jartaros”, y regalar a vuestros amigos como pequeño detalle que habéis hecho vosotros mismos.
¿Cómo elaborarla?
Por supuesto que empezad a preparar una pequeña cantidad, para ver si os gusta o no y porque cunde muchísimo.
Volcar en un cuenco de tamaño mediano apto para microondas, como 2 o 3 trozos de manteca de karité, podrían ser 30 g, e introducirlo en el microondas a una potencia mediana, sobre todo si no estáis acostumbrados a usarlo para las múltiples cosas para las que sirve, y a los 5 o 6 segundos abrir y remover con una cuchara pequeñita de madera, que podéis dejar dentro puesto que la madera es apta para microondas.
Ir abriendo, removiendo y mirando hasta que la veáis blandita, como la mantequilla a temperatura ambiente, pero sin llegar a que se funda.
Como habrá quedado todavía algún trocito, remover ahora ya fuera del aparato hasta conseguir una pomada ligera.
Añadir entonces una pequeñísima cantidad de vaselina y seguir removiendo hasta que toda la mezcla esté homogénea.
Esperad a que se enfríe y comprobaréis que ya sí se puede extender sobre el labio porque está untuosa y blandita.
Debe tener la misma textura que la crema labial de los tubos de perfumería.
Tenéis que conseguir una crema de color blanco, como la manteca de karité primitiva, pero que se puede untar con facilidad.
Trasvasarla ahora a uno de esos botes o tarros pequeños de perfumería que tengáis vacíos, y para extenderla sobre la piel, podéis usar el dedo y, si no queréis que se os meta debajo de las uñas porque os molesta, podéis usar las palitas de las que ya hablamos.