Después de algún comentario en mi blog, y de ver, leer y escuchar cómo se complica mucha gente la vida, no solo cocinando, sino limpiando después todo lo mucho que han manchado, porque no han aprendido a hacerlo sin ensuciar, algo que parece todo un «arte» pero que es muy fácil, voy a intentar daros algunos consejos, en este caso sobre la placa de calor, ya sea vitrocerámica o de inducción.
Os pediría encarecidamente que probarais este consejo paso a paso, por lo menos una vez, y luego vosotros mismos deduciréis si os ha sido más fácil, rápido y cómodo.
Si cocináis un día varios platos, o por lo menos 2, un primero y un segundo, y uno de ellos salpica aunque tapéis la olla con su tapa de cristal, porque estáis dorando una pieza grande de carne, o friendo chuletas, o trozos de pollo o de conejo, o unos simples filetes … lo primero que os aconsejo es ir limpiando en la placa, aunque esté funcionando, todo lo que va salpicando alrededor de la olla con papel absorbente de cocina, o con una bayeta aclarada preferentemente con agua caliente pero muy escurrida, sin gota de agua.
Si no estáis acostumbrados a usarla a cada momento, utilizad del papel.
Esta operación debe realizarse también siempre que algo se os ha desbordado de dicha olla por el motivo que sea, por ejemplo al cocer al vapor unos mejillones o cualquier otro bivalvo.
Con estos mejillones, si mantenéis el calor demasiado tiempo, el jugo que sueltan “sube” como si fuera espuma y se mancha todo su alrededor.
Por eso el mejor método desde todos los puntos de vista es cocerlos en el microondas sin ponerles nada en absoluto porque no lo necesitan.
Esto es aplicable a cualquier tipo de placa.
Además, es mucho más higiénico trabajar sobre una superficie aparentemente limpia, aunque no lo esté del todo, y desde luego bastante más estético y agradable.
Cuando ya hayáis terminado de cocinar, la mayoría de las veces, si habéis hecho la operación anterior, la placa estará casi limpia.
Volviendo a pasar, ahora por toda la superficie, la bayeta anterior, aclarada con agua caliente y también muy escurrida, y secando a continuación con un paño de algodón ya será suficiente.
Si no tiene residuos sólidos pero no se queda bonita con el aclarado escurrido de la bayeta, limpiarla también con una gota del limpiador, como veremos a continuación.
Si se os quedan como “aguas” o irisaciones, pasad después de este paño una bayeta de microfibra seca que las hará desaparecer rápidamente.
Las encontráis hasta en los mercadillos de verano o de invierno de muchos pueblos, incluso de la Comunidad de Madrid.
Si algo se hubiera pegado de verdad y tenemos alguna costras sobre la placa, rascarlas previamente con un rascador especial, nunca con ninguna otra cuchilla que podría dañarla para siempre.
Encontraréis un gran surtido en Internet.
Acto seguido añadir un chorrito pequeño, dependiendo de lo sucia que esté, de un limpiador de vitrocerámica y extenderlo simplemente con un trozo de papel absorbente de cocina que, como por arte de magia, las eliminará.
Si lo echáis en gran cantidad, además de gastar más, tardareis más en eliminarlo y el tiempo es oro, máxime en la cocina.
Prefiero siempre los de marca ya que ninguno de ellos tiene un precio elevado y se tiene la certeza de que son realmente buenos.
Al final resultan más baratos porque con bastante menos cantidad conseguís mejores resultados.
Si la placa está sucísima porque no tenéis mucho cuidado al cocinar, o porque estáis empezando a hacerlo, o porque usáis sartenes bajitas que salpican por todos lados, o porque no sabéis cocinar sin pringar todo, (algunos lo confiesan humildemente), o porque habéis tenido un simple «accidente» y algo se os desbordó y no lo secasteis a tiempo, tendréis más residuos sobre la placa y puede que con un chorrito pequeño del limpiador especial y el papel absorbente de cocina no sea bastante y tengáis que repetir la operación, es decir con más limpiador y más papel.
Si sabéis trabajar, y por ello es tan importante aprender si no se sabe, este producto es tan bueno que con una o todo lo más dos pasadas será más que suficiente.
Retirar después este producto con la bayeta amarilla de siempre, aclarada en agua caliente, y secarla bien a continuación.con un paño.
Si es posible, para limpiar la placa, no esperéis a que se enfríe del todo.
Limpiarla, como os acabo de explicar pero cuando todavía esté templadita.
¿Y si la placa está muy caliente y no podéis esperar a que se enfríe?
En este caso, y solo en este caso, para enfriarla, echar unas gotitas de agua fría con la bayeta de la que estamos hablando desde el principio, pero esta vez sin escurrir del todo.
Tiene que llevar agua suficiente para poder soltarla encima de la placa al estrujarla, pero no demasiada para que no chorree por el camino.
Veremos que este agua se evapora inmediatamente al estar la placa todavía muy caliente.
Repetir la operación hasta que no queme y no haya ya evaporación y después proceder a limpiarla como os cabo de explicar.
El único «inconveniente» de cocinar en casa es lo que yo llamo el “postre”, es decir recoger todo lo que se ha ensuciado previamente, lo que se puede meter en el lavaplatos, los utensilios como las ollas o las sartenes de calidad que no se deben meter en la máquina, la placa de calor, las encimeras, el fregadero… y lo que realmente asusta a los que les da miedo meterse en la cocina.
Tened en cuenta lo que siempre repito, aunque sea algo muy antiguo, “no es más limpio el que limpia más sino el que ensucia menos”.
Un último consejo.
No arrastréis ningún utensilio por encima de la placa, sea del material que sea, como se sigue viendo en programas de cocina y en YouTubes. Es la mejor manera de arañarla… y que no tenga después una solución fácil.
Si tenéis que remover su contenido, operación que normalmente debemos hacer muy a menudo, utilizad una cuchara de madera, larga o corta, aunque a muchos les parezca anticuado.
Son las herramientas más seguras, puesto que se llevan utilizando desde tiempo inmemorial y sirven para cualquier superficie sea de acero o de cualquier otro material.
Muchos o arrastran, o voltean el contenido con el riesgo de estamparlo todo o una gran parte encima de la placa, o remueven con las espátulas blanditas de silicona que solo deberían usarse para lo que realmente sirven, para rebañar.
Estas cucharas tan «antiguas» se limpian e higienizan estupendamente en el lavavajillas y, a pesar del calor que reciben durante este lavado, duran muchísimo tiempo.
Las prefiero, de lejos, a las cucharas de silicona, o a las de acero con punta de silicona, por mucho que estén de moda, por varios motivos largos de explicar aquí.