La pizza, plato universal gracias a lo bien que se saben «vender» los italianos, no es siempre saludable como ahora veremos. ¡Pero se consume en todo el mundo, hasta en los más pobres!
Nació en Nápoles y las primeras que se fabricaron, fantásticas, consistían:
♦ En una masa de pan, sin aceite en su composición, que se dejaba fermentar con masa madre y el tiempo necesario.
♦ Luego se amasaba, se estiraba muy finita, se le daba forma redondeada, incluso se tiraba al aire para que fuera cogiendo esa forma.
♦ Se cubría moderadamente de tomate crudo rallado que se rociaba con un hilo finísimo de aceite de oliva formando como una A.
♦ Se espolvoreaba abundante queso mozzarella elaborado únicamente con leche de búfala.
♦ Se le añadía albahaca fresca picada.
♦ Y se cocía en un horno de leña hasta que su masa se veía doradita.
¡Eran verdaderas pizzas totalmente naturales!
Acompañadas de una ensalada cruda más o menos variada constituían un auténtico plato único puesto que tenían de todo, los hidratos de carbono de la masa, las proteínas y grasa del queso y las vitaminas y minerales del tomate y la albahaca.
Si hoy se hiciera así sería mejor sustituir el tomate crudo por salsa de tomate casera ya que el licopeno del tomate es más absorbible por nuestro organismo cuando está cocinado con aceite.
Pero en aquella época esto no se sabía.
Hoy nos encontramos con montones de pizzas industriales, refrigeradas o congeladas que difieren bastante de estas primitivas. Son productos muy procesados porque pueden llevar de «todo» pero casi siempre nada saludable. Aun así se seguirán consumiendo a toneladas porque ya las hacen para que creen adicción y gusten mucho a niños y mayores.
Pueden ser una bomba de calorías, aunque estén riquísimas al paladar y, además, son muy baratas.
En muchos hogares se consumen 2 y 3 veces a la semana… y hasta más.
Resuelven muchas cenas y son fáciles de calentar en el microondas, si se sabe hacer, o en el horno tradicional.
Una de las marcas más conocida y siempre muy anunciada lleva:
♦ Harina de trigo,
♦ Queso mozzarella (22%) que no es auténtico, es decir elaborado únicamente con leche de búfala, sino fabricado con cualquier otra leche o mezcla de leches de poca calidad, muchas veces sin especificar ni siquiera su clase.
En nuestro país está autorizada la denominación mozzarella, aunque realmente no proceda de leche de búfala.
♦ Jamón (20%), del que tampoco especifican su clase, por lo que hay que deducir que es esa «mezcolanza» tipo jamón york o jamón de pavo, que se llama jamón pero que es otro producto más muy procesado.
♦ Agua,
♦ Tomate,
♦ Aceite de girasol,
♦ Sal,
♦ Dextrosa y lactosa que son azúcares,
♦ Estabilizadores (trifosfato pentasódico, carragen),
♦ Aroma,
♦ Levadura,
♦ Especias,
♦ Orégano,
♦ Antioxidante (ascorbato sódico),
♦ Ácido cítrico,
♦ Citrato trisódico,
♦ Conservante (nitrito sódico).
¡¡Como veréis todo natural y sano!!
Como anécdota os contaré que tan solo 100 gramos de mozzarella auténtica fabricada en Italia, hecha exclusivamente con leche de búfala, vale ya 2 euros.
¿Cuánto debería costar una pizza saludable?
Hace unos años, los pediatras recomendaban que no se les dieran a los niños alimentos con más de 2 aditivos…, pero aquello acabó en el olvido.
Hoy se vuelve a oír, con más fuerza que entonces, por parte de muchos médicos y avalado por la revista médica británica The Lancet lo siguiente:
«Todo producto alimenticio que tenga más de 3 aditivos debería tirarse a la basura y no consumirse nunca».
Y yo añado, «sería la única manera de que la industria alimentaria, tan poderosa ella, se pusiese las «pilas»y dejara de fabricar productos que realmente contribuyen a la mala salud de los consumidores.
¿Sabéis cuántos aditivos tiene la Coca Cola Light? 5, y muchos la toman a diario, y más de una.
Si se tiene una amasadora eléctrica casera, podría ser el Thermomix, entonces sí podemos degustar una pizza sana, casera y muy rica.
Por poner alguna objeción, habría que decir que hay que programarse con cierta antelación, ya que la masa, una vez elaborada con levadura fresca de panadero y nunca con levadura química, tarda en fermentar y subir unas 2 horas, aunque se meta, para acelerar el proceso, en un horno calentado a 50º y ya apagado.
La «chapuza» de estirar la masa sin esperar a que suba, colocando encima todos los ingredientes escogidos, no deja de ser una barbaridad y un bodrio.
¡Qué triste que muchos extranjeros, de la nacionalidad que sea, en lugar de disfrutar de los platos típicos de cada país, en España concretamente con nuestra paella, gazpacho, salmorejo, fabada…, no se atrevan a probarlos y se les vea demasiado a menudo degustando estas pizzas tan procesadas que se encuentran por todo el mundo.
Es una costumbre nefasta que también adoptan los turistas españoles en el extranjero perdiéndose así el placer gastronómico propio de cada país.
También es verdad que en muchas zonas el turismo es tan abundante que su cocina auténtica va desapareciendo poco a poco y cada día más.
Lo dicho: «Enhorabuena» para los italianos que han conseguido que haya pizzerías, o pizzas, simplemente pizzas, en casi todos los países del planeta, aunque estén en las antípodas de las que inventaron los napolitanos.