¿Mejoramos con el nuevo etiquetado de los alimentos de 2015?
El nuevo reglamento de la Unión Europea ya ha entrado en vigor, el 1 de enero de este año 2015, aunque no será obligatorio en muchos productos hasta el 13 de diciembre de 2016, y obliga a dar más y mejor información.
¿Será así? Juzgar por vosotros mismos.
Estas etiquetas de los alimentos envasados serán como su DNI.
1. El tamaño de la letra va a aumentar en ciertas ocasiones, según el tamaño del envase, pero tan “poquito” que me temo que seguiremos usando la lupa.
2. En la lista de ingredientes, se deberán declarar los alergenos, si los lleva, siendo 14 los más comunes, usando diferente color de letra, o en negrita, o distinto tipo de letra.
¿Seguirán indicándonos los aditivos que llevan, los famosos E, o los “disfrazarán” también para que nadie los identifique?
Ya sabemos que todos están autorizados dentro de la UE, y que periódicamente unos se eliminan, y otros se autorizan.
En cualquier caso se está abusando de ellos, porque en muchas ocasiones con 1 o 2 sería suficiente, y si ponen 4 o 5 es para que el fabricante «se cure en salud», y si se almacena o se distribuye cualquiera de sus productos de manera inadecuada, no se lo devuelvan por haberse puesto malo.
Esta pregunta se la he formulado a la AECOSAN, primero por teléfono y luego por mail, como me indicaron, ¡¡¡hace más de un mes!!!
Y cuando me quejé de que su web era muy mala, me dieron la razón, me dijeron que no la habían diseñado ellos y me dieron un correo directo para conectar con ellos sin hacerlo a través de la web.
Creo que sobran los comentarios.
3. Tendrán que aclarar el origen del producto, que en muchos casos ya se hacía, y que seguirán disimulando.
Y por equivocación se seguirán comprando espárragos de Navarra, o pimientos del piquillo, del Perú o ¡¡chinos!
4. En lugar de sodio, que muchos no tienen por qué saber de qué se trata, se hablará de sal, que todos saben lo que es.
5. En cuanto a su valor nutricional o energético, algo realmente importante aunque ya muchos alimentos lo presentaban anteriormente, se debe indicar la cantidad de calorías que contienen 100 g de ese producto.
¿Por qué siguen hablando de calorías o kilocalorías que todos entienden más o menos y además también ponen el equivalente de las mismas en kilojulios que nadie conoce?
Por si alguien siente la curiosidad, aunque en realidad 1 kilocaloría equivale a 1.000 calorías, siempre nos referimos a calorías. Olvidaros pues de las kilocalorías.
Entonces 1 caloría equivale a 4,18 julios, y redondeando a 4 julios.
Habría que multiplicar la cifra en calorías por 4, pero en nuestro país nadie usa los julios.
6. Entre los hidratos de carbono tendrán que especificar lo que es realmente azúcar, y lo que son almidones.
El jarabe de glucosa y de fructosa son hidratos que se emplean ampliamente en la industria alimentaria por ser más dulces que el azúcar normal o sacarosa y que nos los están «colando» un poco por todas partes.
Proceden del almidón que puede tener también origen en varias plantas, entre ellas el maíz modificado.
Concretamente el jarabe de fructosa de alta concentración es una clase de azúcar en forma líquida con un alto contenido de fructosa, aproximadamente un 50%.
No es un azúcar químico, pero es producido del azúcar natural a través de un tratamiento bioquímico.
Tiene un alto grado de dulzor, es incoloro, genera poca energía y sobre todo tiene un bajo precio, razón más que suficiente para que la industria alimentaria lo use cada día más.
Sin embargo cada día hay más estudios que demuestran que estos jarabes de alta glucosa y fructosa facilitan o promueven la obesidad.
7. También será obligatorio especificar el CDO de ese producto, es decir el tanto por cierto o la Cantidad Diaria Orientativa que podrá tomar un adulto que deba consumir al día 2.000 calorías.
Si tiene que consumir menos de 2.000 calorías diarias, su CDO también será menor.
8. Entre las grasas no solo nos van a especificar las totales, sino también las saturadas, que ya más de uno sabe lo que son, y también las monoinsaturadas y las poliinsaturadas.
¿Sabéis muchos de vosotros cuáles son unas y otras, sus diferencias y sus características, o tendréis que hacer un máster?
En los productos constará «más información» que hasta ahora quedaba oculta, como por ejemplo el tipo de «aceite o grasa vegetal» que lleva, como si fuera su «apellido», indicando si es aceite de oliva, de girasol o de palma.
¿Será verdad? o seguiremos leyendo que tienen «aceites vegetales».
Parece ser que, concretamente, el aceite de palma saldrá de su escondite.
Es el más utilizado del mundo, tanto en alimentación, limpieza y cosméticos como para producir biocombustible.
Y uno de los ingredientes con peor reputación entre muchos consumidores europeos por su contenido en grasas saturadas y los excesos medioambientales de su producción en países como Indonesia y Malasia.
Se encuentra en infinidad de productos industriales que comemos, como pizzas, bollería industrial, margarinas, cremas de cacao, pasteles…
Y, sin embargo, hasta ahora su presencia en tantos alimentos quedaba oculta bajo la denominación genérica de “aceite vegetal”.
El nuevo reglamento europeo de etiquetado obligará a precisar dónde hay aceite de palma, y eso tendrá varias consecuencias.
En Malasia, país del que procede la mayor parte del aceite de palma que llega a Europa, las autoridades están preocupadas por si descienden las exportaciones, pero confían en que haya mayor demanda de su «aceite de palma con certificado de sostenibilidad», que es el que acredita, entre otras cosas, que procede de zonas en las que no se ha deforestado la selva autóctona.
En países como Francia, Bélgica y Suecia ha habido campañas muy agresivas en contra del aceite de palma y Casino Group, una de las cadenas de supermercados más grandes de Francia llegaron a eliminarlo de todos sus productos.
De ahí que Unilever, otro de los gigantes mundiales del gran consumo, acabe de anunciar que el 100% del aceite de palma que introduce en el mercado europeo ya está certificado.
En relación con los ácidos grasos trans, tan peligrosos para la salud, y que ya hace tiempo es obligatorio declarar en los Estados Unidos, la Comisión Europea preparará un informe, en el plazo de 3 años, que podrá acompañarse de una propuesta legislativa.
¡¡Largo me lo fiáis!!
9. En las compras online o por Internet también deberán estar incluidos todos estos datos.
10. Si el producto se ha descongelado, también tendrá que constar para que el consumidor no lo vuelva a congelar.
¿Se cumple hoy esto en cualquier pescadería de barrio, de mercado municipal, o de supermercado?
En absoluto, y además me consta, de ahí que lo afirme con toda rotundidez.
11. Productos que «aparentan ser una sola pieza» como las salchichas, ciertos embutidos laminados y envasados, como jamón de pavo o de pollo, palitos de cangrejo… pero que son una «mezcla de varias cosas», también deberán dejar claro todos los ingredientes utilizados.
¿Qué tanto por ciento de padres jóvenes leen su etiquetado si a sus niños les encantan porque les han aficionado a ellos, por ejemplo las salchichas, y me da igual que sean de pollo, pavo… o de lo que sea?
¡Es un típico producto cárnico procesado, que crea una especie de adicción y que solo debería consumirse muy de vez en cuando!
En el caso de los productos pesqueros, en virtud de otra normativa que ya ha entrado en vigor, también será obligatorio informar en la etiqueta de cómo ha sido la captura de cada ejemplar, información sobre la zona, el arte de captura utilizado y la zona de cría, (por ejemplo, si se trata de acuicultura).
Hace tiempo que ya compro solo productos que llevan esta información.
Cuando se trate del consumo fuera del hogar, será más cómodo para las personas que padecen alguna alergia o intolerancia, ya que las cartas de los restaurantes indicarán si los alimentos llevan, o pueden contener, alguno de los 14 alergenos más comunes.
Detallar si las croquetas llevan trazas de moluscos o crustáceos, o si un pastel contiene sésamo, avellanas, nueces, anacardos o alguno de los alergenos más comunes será obligatorio también en los restaurantes.
Ya no será necesario preguntar al chef, ni dejar el producto fuera de la cesta de la compra por un «por si acaso», las etiquetas y las cartas deberán informar de forma exhaustiva.
Con ello, los consumidores tendrán la misma información en cualquiera de los países de la Unión Europea en los que adquieran sus alimentos, o en los restaurantes a los que acudan.
¿Será verdad en nuestro país en el que todavía una gran mayoría de personas ni mira las etiquetas?
La Organización de Consumidores CEACCU, la primera organización de consumidores deEspaña, ha manifestado que este nuevo reglamento presenta algunas carencias, por lo que lo resume con la frase «cambiarlo todo para dejarlo todo igual».
En mi opinión, es una concesión más a la gran industria alimentaria, la más importante y poderosa en el mundo!
El consumidor, al final, importa muy poco y lo único que debe hacer es «consumir mucho y callar más».
Y, por desgracia, es lo que hace una gran mayoría.