Hay ciertas patologías que cursan con dolor de rodillas y vuestro traumatólogo ya os habrá dicho todo lo que debéis de hacer.
Pero el dolor de rodillas es uno de los más frecuentes, sobre todo a partir de una cierta edad que desgraciadamente cada día se va adelantando.
Los procesos reumáticos que todos vamos a sufrir más o menos pronto suelen ir acompañados principalmente de dolor de espalda, de rodillas y de pies…, no solo por el tipo de alimentación muchas veces incorrecto, sino por el sedentarismo generalizado de muchos, agravado por las numerosas horas pasadas trabajando delante del ordenador.
Hoy me voy a referir solamente al dolor de rodillas y os voy a dar un consejo que un gran amigo mío, traumatólogo, me dio hace unos años y que os puedo asegurar funciona.
No cuesta nada y se necesitan solamente 10 minutos al día, pero ¡todos los días!, sin obviar ninguno.
Si hacéis este pequeño ejercicio bien hecho, como os voy a explicar a continuación, durante 15 días seguidos, estoy segura de que vais a encontrar una notable mejoría.
No esperéis milagros porque no los hay, pero si este dolor de rodillas se debe a un principio de artrosis, a una mala postura al andar o a alguna causa no identificada, y ya habéis consultado al médico que solo os ha recetado calmantes o antiinflamatorios, las molestias puede que no desparezcan del todo pero puede que sí, puede que se espacien y aparezcan solo de tarde en tarde y desde luego no irán a más.
El ejercicio en general, bien hecho y con regularidad puede obrar maravillas, aunque a muchos ya les espante la palabrita.
Sentaros en el borde de la mesa del comedor por la altura prácticamente idéntica en todas ellas.
La encimera de la cocina resulta demasiado alta.
Tomar una postura correcta, y esto es lo más importante, sin forzarla en ningún momento.
Manteneros erguidos, con la espalda bien recta, pero nada de echados hacia adelante como se ve a muchos andar por la calle.
Los hombros deben estar lejos de las orejas.
El «pompi» y los muslos deben descansar encima de la mesa, y las manos sobre los muslos.
En esta postura las piernas quedan colgando y debéis mantenerlas totalmente relajadas.
Se trata ahora de moverlas o balancearlas, de delante hacia atrás durante los 10 minutos indicados.
Si queréis aprovechar este tiempo al máximo, y que el ejercicio os sirva para más “cosas”, meted la tripa hacia adentro, como si la absorbierais, y estos 10 minutos os servirán también, sin vosotros proponéroslo, como un pequeño ejercicio abdominal.
Además, si contraéis al mismo tiempo todo el último trozo del tracto intestinal, es decir no solo la tripa sino todo el aparato genito urinario, os servirá también para reforzar lo que se llama suelo pélvico, tanto en hombres como en mujeres.
El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior.
Están situados en la parte inferior de la pelvis formando «su suelo», y su función consiste en sostener todos los órganos que se encuentran en esa zona en la posición adecuada, la vejiga y la uretra, el útero, la vagina y el recto para que funcionen normalmente.
Como rodean la uretra, son los encargados, junto con los músculos de los esfínteres, de mantener el control de estos orificios, evitando las pérdidas de orina o heces.
Al sostener todos estos órganos soportan la creciente presión abdominal que se produce simplemente al andar.
Cuando se vuelven débiles, y muchas veces sucede en el caso de un sobrepeso ya importante, se pueden producir pérdidas, por ejemplo, al toser, estornudar, saltar, correr…
Pero, cómo se logran controlar de forma voluntaria, el entrenamiento no tiene coste alguno y no presenta efectos secundarios.
Este ejercicio de reforzamiento de suelo pélvico, aunque no sea tan completo ni importante como los ejercicios de Kegel, es estupendo para prevenir, con el tiempo, la relajación de todos estos músculos que cada vez está apareciendo a edades más tempranas.
Las mujeres que han tenido varios embarazos, las que acaban de dar a luz, sobre todo si pescaron muchos kilos, y los cambios hormonales que sufren a lo largo de la vida son las más propensas a sufrir el debilitamiento de esta zona con graves consecuencias no solo la incontinencia urinaria, sino problemas sexuales, digestivos y de espalda…
Pero por supuesto los hombres también tienen suelo pélvico, y la edad y el ejercicio físico, a veces sin cuidado, debilitan esta zona provocando no solo estas incontinencias sino problemas urinarios, de próstata y hasta disfunción eréctil.
Además, las operaciones de la próstata suelen también debilitar el esfínter uretral y, en estos casos es cuando se necesita todavía más una rehabilitación del suelo pélvico.
¡Así que fijaros que 10 minutos más bien aprovechados!