Todos los quesos, si son de calidad, se pueden congelar, siempre que esta congelación se haga correctamente, es decir a la temperatura más baja del congelador.
Muchos fabricantes, al no haberlo probado nunca por no saber los requisitos imprescindibles para hacerlo, y muy prudentemente, se «curan en salud» y no lo recomiendan.
Los resultados sin embargo son excelentes ya que no pierden ni sabor, ni aroma, ni textura... nada.
Más grave es que afirmen lo contrario ciertas Sociedades Españolas de Nutrición que deberían estar al día en conocimientos y no lo están.
Hace unos años, cuando todos los quesos se fabricaban bien, a partir de leches de calidad y fermentándose el tiempo suficiente, sin llevar ningún aditivo como el E 1105, la lisozima de huevo, o cloruro cálcico, el E509, para endurecerlos, todos congelaban bien.
El cloruro de calcio o cloruro cálcico, CaCl2, es una sal de calcio muy utilizada como aditivo alimentario. En la Unión Europea tiene el código E509 y su papel y función depende del tipo de alimento o proceso de trasformación al que se aplique. En el caso de los quesos tiene como función darle mayor firmeza mecánica a la cuajada. Esto es peculiarmente importante al tratar leche pasteurizada ya que durante la pasteurización se produce descalcificación parcial de su caseína.
Pero en la actualidad los que lo añaden es porque la leche no es de buena calidad.
La lisozima de huevo, el E 1105, es una enzima que se usa para prevenir el problema conocido como “hinchazón tardía”, que es la formación de gases durante la fermentación que se produce al madurar ciertos tipos de quesos.
Por ello hoy solo congelan los que son buenos de verdad y no llevan ningún aditivo.
Por supuesto que nadie compra queso con el único fin de congelarlo, pero si os regalan una pieza grande que vais a tardar en consumir, o varios, habrá que saber conservarlos o/y congelarlos si hubiera lugar.
Los quesos blandos como el Camembert, el Roquefort, el Gorgonzola… se congelan en su envase original, dentro de una buena bolsa de congelación y a la temperatura más baja del congelador.
Si ya están empezados y nos vamos varios días de viaje, meter los trozos que sobran, cada uno por separado, en un tupper hermético en el que quepan, pero muy justitos, para que haya en su interior la menor cantidad posible de aire.
Los quesos duros o semiduros, siempre de gran calidad, si se va a sobrepasar su fecha de caducidad, conviene envolverlos primero en papel absorbente de cocina, e introducirlos después en una bolsa como estas en las que se puede hacer el vacío con la bombita suministrada.
Congelarlos siempre al máximo de frío, 24º bajo cero o menos.
Los quesos que llevan aditivos, y ninguno si es de calidad los necesita, al descongelarse pueden desmoronarse, algo impensable hace años.
Y el queso rallado por nosotros, partiendo de un trozo entero que hayamos comprado, congela de maravilla, evitando que se enmohezca. Además no forma un bloque compacto, sino que con la punta de un cuchillo pequeño y recién sacado del congelador se puede retirar la cantidad que se vaya a usar y devolver al congelador el que sobra.
Los que saben conservar y congelar porque disfrutan de mi ebook, no tiran nada en sus hogares, a diferencia del resto que sí lo hace, muchas veces en cantidades astronómicas.
Para apreciar todas las cualidades del queso es importante sacarlo de la nevera 1 hora u hora y ½ antes de consumirlo procurando además cortar sólo la cantidad que se va a tomar.
Si se os olvida sacar con antelación el o los trozos que vais a degustar, se pueden atemperar en el microondas, a 300 vatios de potencia, en poquísimos segundos y dándoles la vuelta continuamente antes de que se calienten.
Pero hay que hacerlo despacio y con mucho cuidado porque si el tiempo es excesivo… ¡se os pueden empezar a fundir!
El queso, salvo cuando se quiere fundir, no se debe nunca calentar, solo en este caso apuntado para que pierda el frío y adquiera la temperatura ambiente que es la ideal.
Aunque los que me seguís hace tiempo ya sabéis que no me gusta poner marcas, ahora las estoy poniendo para premiar las industrias que trabajan bien.
El queso zamorano de Vicente Pastor es un queso con Denominación de Origen, D.O elaborado de forma artesanal a partir de leche cruda 100% de oveja, cuajo y sal. Tiene una curación de 7 meses, y su corteza enmohecida es natural y sin pintura.
Al corte, presenta «ojos» pequeños e irregulares, una masa compacta y firme. Su color es marfil o amarillo marfil intenso, dependiendo de su curación.
Posee una textura mantecosa y carnosa, y un sabor ligeramente ácido y equilibrado con matices a bodega por su curación. Su peso aproximado es de 1 kilo y 300 gramos.
Yo los visité hace años, cuando fui a dar unas charlas de nutrición a Zamora y lo compro por Internet.
Su producción en un año era entonces, y sigue siendo hoy, la misma que sus vecinos Garcia Baquero cada día.