¿Cómo saber cuándo nuestro sistema inmunológico está debilitado?
Asociados al proceso del envejecimiento, del que hablamos hace unos días, se dan toda una serie de cambios naturales en nuestro organismo que afectan, entre otros, al sistema inmunitario o inmunológico del mismo, que es el mecanismo del que dispone nuestro cuerpo para cumplir sus funciones y defenderse de los virus, bacterias y muchos tipos de enfermedades.
Este proceso complejo en el que algunas funciones inmunitarias aumentan y otras se deterioran se conoce como la inmunosenescencia, algo complicado de entender.
Las causas del debilitamiento del sistema inmunológico pueden ser múltiples, el estrés, algún tipo de infección, una mala alimentación…, y pueden influir diversos factores, unos estrictamente ambientales, como el cambio de estación, el frío, la humedad o la excesiva exposición a los rayos del sol, otros debidos a problemas de tensión, al uso incontrolado de antibióticos, al abuso del alcohol y muchos, muchísimos a una alimentación poco equilibrada, con demasiadas grasas saturadas, demasiados alimentos refinados y productos procesados… , y pobre en frutas y verduras.
Es pues esencial seguir una dieta rica en nutrientes y alimentos antioxidantes, alejar el estrés, descansar y hacer deporte.
Nuestro sistema inmunológico, que es pues nuestra protección, es decir nuestra respuesta a algunos agentes externos que pueden acceder a nuestro organismo y generarnos daño, está constituido por una red de células, órganos y tejidos que se encargan de trabajar en equipo para resguardar nuestro cuerpo.
Estas células son los denominados glóbulos blancos o leucocitos, que son los encomendados de agredir a los organismos que nos provocan las enfermedades.
Si en algún momento dado, disponemos de un nivel bajo de leucocitos, nuestro organismo no podrá hacer frente a estos elementos externos que nos atacan, y será una primera señal de alerta que se puede conocer con un simple análisis de sangre.
Investigaciones realizadas en personas centenarias han demostrado que el sistema inmunitario juega un papel fundamental en la salud y la longevidad de los seres humanos.
Así pues, las personas de edad avanzada que habían conservado una función óptima de su sistema inmunológico disponían, a la vez, de un mejor estado físico y mental.
Pero como nuestro cuerpo está muy bien diseñado, cuando empieza a debilitarse nos lanza un determinado tipo de señales que debemos aprender a descifrar para saber qué es lo que nos ocurre.
Si no lo hacemos, podemos estar ignorando un síntoma de una enfermedad o una posible infección que esconda algo más grave.
Así que tenemos que “escuchar” de una manera activa a nuestro cuerpo, ya que es importante estar atentos a los síntomas que evidencian que nuestro sistema inmunológico está débil, puesto que es el responsable de protegernos ante agresiones externas y de regular la respuesta de nuestro cuerpo.
¿Quién conoce su cuerpo mejor que cada uno de nosotros?
Somos los amos, o deberíamos serlo, es decir los que vamos a decidir sobre la calidad de vida que queremos tener hasta el resto de nuestros días.
¿Cuáles son estas señales de aviso?
Las señales de aviso que lanza nuestro sistema inmunológico para que sepamos que está débil, que nuestro cuerpo está luchando contra agentes externos y que no está dando la respuesta adecuada son las siguientes:
1. Sufrir infecciones frecuentes de orina, oído, riñón o de estómago,
2. Tener las encías siempre inflamadas,
3. Pasar episodios frecuentes de diarrea,
4. Inflamación de órganos internos muy importantes como el páncreas, el hígado, el bazo…
5. Tener constipados y gripe muy a menudo, además de contagiarse con facilidad, es un claro síntoma de que podemos tener un nivel bajo de glóbulos blancos,
6. Sufrir dolores de cabeza constantes y mareos,
7. Tener dolor muscular y articular sin ninguna razón aparente,
8. Sentirse siempre cansados y agotados, no solo al hacer esfuerzos, sino a primera hora de la mañana cuando nos levantamos,
9. Tener heridas, rozaduras, moratones o hematomas que tardan en curarse, en lugar de desaparecer en poco tiempo. Si además se infectan y duelen, es una señal que no debemos ignorar ya que nuestro cuerpo no está respondiendo bien.
10. Estar tomando un antibiótico durante varios días sin señales de mejora es también un indicador a tener en cuenta, ya que puede ser la evidencia de que la infección es más grave de lo que se cree o de que el sistema inmune está muy dañado y no puede sobreponerse.
11. En los niños, un crecimiento tardío puede ser también signo de tener un desorden de inmunodeficiencia primaria.
Cuando sintamos alguna de estas señales, casi con seguridad podremos concluir que nuestro sistema inmunológico no funciona como debiera, y debemos ponernos en manos del médico.
En ocasiones, podemos estar tratando durante mucho tiempo una dolencia con un fármaco, hasta caer en la cuenta de que debería tenerse en cuenta que está relacionada con el sistema inmunitario.
Dicho de otra manera, es mejor reforzar nuestro sistema inmune que estar tomando todo el invierno pastillas contra el resfriado.
Lo peor que se puede hacer, y que se hace demasiado a menudo en nuestro país, es automedicarse, simplemente porque ya hemos tenido en otras ocasiones síntomas parecidos, o porque los tiene algún amigo o conocido a los que les va bien un determinado fármaco.
Por ello, lo primero que hay que hacer, cuando se nota algo “raro o diferente” en nuestro organismo es acudir al médico que, tras tener entre sus manos un diagnóstico seguro, nos recetará lo que realmente necesitamos.
Y, si os vais a Internet, como hace hoy desgraciadamente muchísima gente y os autodiagnosticáis, ¡¡estaréis perdidos!!
Lo malo es que, en demasiadas ocasiones, el paciente quiere medicamentos como sea, aunque no los necesite, y casi le exigirá al médico que le receta “algo”, y éste, por no buscarse complicaciones, hasta ser agredido como ya sucede en la actualidad, le mandará algo inofensivo aunque no le vaya a aportar nada nuevo.
Por algo España es el primer consumidor de medicamentos de Europa y el segundo del mundo después de los Estados Unidos.
No os fiéis, una vez más, de la publicidad engañosa que nos bombardea por todas partes.
Tras revisar toda la literatura científica disponible, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA, cuyos dictámenes tienen carácter legal en toda Europa, no ha aprobado ninguna declaración de salud relacionada con la inmunidad en ningún alimento o complemento dietético.
Lo único que «funciona» de verdad, es un estilo de vida saludable, es decir una buena alimentación y no llevar una vida sedentaria.