Exqueixada de bacalao, ¿podría ser un plato único?
Esta es una ensalada de origen catalán muy conocida, y con ella pasa como con el gazpacho andaluz, que cada uno la hace de diferente manera, tanto en cantidades como en tipos de verdura añadidos.
Os voy a poner aquí la receta que me dieron hace muchos años, que es la que hago siempre y la que más me gusta, y es tan completa que puede constituir un «magnífico plato único», sobre todo en verano, cuando más apetecen alimentos refrescantes, o cuando nuestro organismo, en el invierno, se quiere como «desintoxicar» de los guisos contundentes.
Para empezar lleva la proteína del pescado, que es de primerísima calidad.
Por ello el bacalao salado y desalado pueden tomarlo hasta los niños y los mayores, incluso los hipertensos, si está desalado del todo, aunque para esta ensalada es mejor que conserve su puntito de sal.
Tiene también los hidratos de carbono del tomate, de la cebolla y de los pimientos, la buena vitamina E y los polifenoles del aceite virgen extra, del que se puede añadir algo más si va a ser plato único, y de las aceitunas, y los antioxidantes y vitaminas del tomate.
Ya sabéis que su licopeno, al ir mezclado con el aceite, hace que el organismo lo asimile mucho mejor.
La receta para 4 personas sería:
■ 600 u 800 g de migas de bacalao salado, frescas, no congeladas
■ 8 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
■ 2 o 3 cucharadas de un vinagre suave, por ejemplo manzana o sidra
■ 1 kilo de tomates completamente rojos pero muy duros
■ 50 o 100 g de cebolleta cruda tierna
■ 200 g de pimientos rojos asados caseros
■ unos pepinillos pequeños en vinagre
■ un buen puñado de aceitunas negras de calidad
■ un pelín de sal si hiciera falta
Consejos de cocina y nutrición
■ En esta receta es imprescindible adquirir un bacalao de primerísima calidad, puesto que se va a degustar crudo.
Es especialmente bueno el de la Casa del Bacalao, con un solo «inconveniente» que, como todo lo bueno, tiene su precio.
Está a medio salar, con lo cual lleva mucha sal visible, pero se desala en agua fría durante una sola noche sin necesidad de cambiarle dicha agua.
Procurad que os escojan todas las migas aproximadamente del mismo tamaño, o todas muy gordas, o todas medianas, para que se desalen por igual.
¡ Ahora nos las introducen, después de pesadas, en una bolsa «Sacovitta» que, muchos carniceros utilizan ya desde hace tiempo, y que son todo un invento!
Antes de ponerlas en remojo lavarlas debajo del grifo del agua fría para eliminar ya el exceso de sal del exterior.
Al día siguiente, después del remojo, probar una sola por si necesitaran otra agua rápida, escurrirlas bien apretándolas entre las manos, e ir desmenuzándolas en hebras del mismo tamaño, no demasiado pequeñas, dentro de la ensaladera grande en la que vayáis a servir la ensalada después.
Tienen que verse y masticarse.
■ Añadirles ya el aceite, remover y veréis que lo embeben como si fueran «esponjas».
Si queréis mucho sabor escoger un aceite fuerte, como el Picual o el Cornicabra.
■ Escoger una variedad de tomate, y se suele saber a simple vista, que sea idóneo para pelar.
Mejor grandes, porque serán más carnosos y costará menos pelar 3 o 4 que 5 o 6.
En una cocina productiva cada paso tendrá su importancia para trabajar menos y mejor.
Lavarlos, secarlos, y con el cuchillito patatero bien afilado cortarlos en dos perpendicularmente y empezar a pelarlos por la parte más bonita.
Si son de los adecuados lo haréis con mucha facilidad sin necesidad de escaldarlos, un paso entretenido e innecesario.
Cortarlos después en trozos e ir echándolos dentro de la ensaladera, encima del bacalao, y remover de nuevo.
Si usáis los tomates en rama, todos de un tamaño muy parecido, podéis empezar a pelarlos sin cortarlos, empezando al revés que anteriormente, es decir por la parte fea.
La piel, si la puntilla está bien afilada, algo imprescindible, os saldrá en forma de «tirabuzón» y puede que toda ella sin romperse.
Es la manera de confeccionar las famosas «flores de tomate», muy decorativas.
■ Cortar la cebolleta en anillas finas y añadirlas también.
Podéis poner más o menos cantidad dependiendo de vuestro gusto.
■ Añadir ahora los pimientos rojos asados caseros cortados en tiras o trozos medianos.
Si sois de los que os gusta cocinar en cantidad, cuando son de calidad y tenéis tiempo, como se van haciendo casi solos en el microondas, pueden estar perfectamente congelados y descongelarlos durante la noche en la nevera.
No tienen nada que ver con los pimientos morrones de lata o frasco, por muy buenos que sean, porque el sabor es totalmente distinto.
Si queréis pelarlos con toda facilidad consultad este video mío.
■ Cortar los pepinillos en trocitos, o dejarlos enteros si son muy pequeñitos, o suprimirlos si no os hacen demasiada gracia.
■ Añadir también las aceitunas y el vinagre, remover de nuevo y probar el conjunto por si necesitara un pelín de sal.
En España, en la actualidad, estamos consumiendo el doble de sal de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, OMS, y por ello tenemos que empezar a «disminuir» esta cantidad por algún sitio.
■ Las aceitunas negras tienen el doble de calorías que las verdes pero «casan» muy bien con el bacalao.
Comprarlas con hueso, aunque a algunos les resulte más molesto, pero cuanto menos manipuladas estén, más naturales serán y menos aditivos llevarán.
¡No os quiero ni contar la cantidad de «añadidos» que llevan las aceitunas verdes rellenas de anchoa, y aún peor las de «sabor» a anchoa!
Recordad que cuanto más procesado sea un alimento, menos natural será.
■ El vinagre ha de ser siempre suave, como el que os he indicado, ya que con uno de Módena, por muy bueno que sea y por muy «a la moda» que esté, os cargaríais la ensalada ya que enmascararía por completo el delicioso sabor del bacalao.
■ El bacalao salado se considera, a nivel nutricional, un pescado azul, ya que el proceso de salazón aumenta considerablemente su concentración de grasa.
Pero su grasa es siempre muy buena, rica en ácidos grasos Omega 3.
Sin embargo, si es fresco, se califica como pescado blanco.