9 Motivos para confiar en los pescados de crianza de la Unión Europea

1.    Los peces de acuicultura no contaminan con sus propias heces las piscinas en las que se crían porque acabarían intoxicados y muertos. Aunque algunos lo piensen, no parece razonable y no es así.

Estos peces producen lógicamente heces, pero se les administra un pienso optimizado para que sea digerido al máximo y minimice la excreción de las mismas.

Las heces producidas se dispersan en el medio y son asimiladas por el ecosistema, al igual que las heces del resto de los peces silvestres que habitan los ecosistemas.

Este asunto es importante, sin duda, porque nunca debe sobrepasarse la capacidad de asimilación de esta heces que es más correcto denominarlas ‘materia orgánica’ del medio.

Por eso a las granjas se les establece desde la administración una capacidad de producción de pescado máxima, que suele ser prudente.

2.   Los peces de acuicultura son alimentados por supuesto con pienso.

Es la mejor forma de alimentar animales tanto desde un punto de vista medioambiental como de su salud.

Ocurre lo mismo con los animales terrestres.

No debe demonizarse el uso de piensos ya que no es malo. Incluso el veterinario de unos perros caseros insiste en que no se les dé de comer sobras de la comida, como se hacía antiguamente, sino únicamente pienso.

 3.   Es cierto que los pescados de piscifactoría comen pescado. Muy pocos pescados en el mar son vegetarianos, casi ninguno.

Mejorar la alimentación de estos peces de acuicultura ha sido uno de los mayores retos científicos en las últimas décadas dada la limitada, aunque sostenible, producción mundial de harinas y aceites de pescado, y se ha avanzado enormemente, como reconocía una de mis seguidoras, Carme en su comentario del post.

En la actualidad la fabricación de los piensos ya no consiste en mezclar materias primas, harina de pescado, aceite, vegetales…, sino que se estudia la mezcla de nutrientes concretos.

Es decir, que como ya se sabe qué sustancias elementales necesitan comer los peces, se buscan esos nutrientes en materias primas diversas, tanto marinas como terrestres, para no depender exclusivamente de las harinas y aceites de pescado.

4.   En estos momentos la acuicultura de peces carnívoros es productora neta de proteína marina. Es decir, con menos de 1 kilo de pescado silvestre se produce 1 kilo de pescado de granja.

En la vida silvestre, un pescado necesita comer más de 8 kilos de peces para crecer 1 kg. La diferencia es notable.

Además, más del 25% de las harinas y aceites de pescado que se incorporan en los piensos para los peces de acuicultura proceden de los restos del procesado de otros pescados, que se venden como filetes o limpios, y que antes se tiraban. Por ejemplo los pescados que se venden ya totalmente limpios y congelados, lomos, centros, ventrescas… de merluza y que se ultracongelan en los mismos barcos en alta mar.

5.   En ningún caso se alimenta a los peces de acuicultura con restos de congéneres, lo que sería canibalismo.

Sólo está permitido el uso de harinas de pescado de especies diferentes.

No tiene nada que ver con el problema de las vacas locas. En ese caso se suministraba a las vacas, que son exclusivamente herbívoras, restos de vacas … y pasó lo que pasó.

Comparar la alimentación de estos peces con la de las vacas es un argumento facilón, pero nada más lejos de la realidad.

Los peces de acuicultura son sin embargo carnívoros ya por naturaleza, y por eso comen proteína animal.

6.   Los  ácidos grasos Omega-3 con los que se alimenta a las especies de piscifactoría no provienen de los mismos pescados, sino de las algas marinas. El futuro de la acuicultura pasa por obtenerlos de las algas, microalgas y no de los peces silvestres.

7.   Las producciones de alimentos en países en vías de desarrollo lejanos son muchas veces sospechosas.

La acuicultura es una actividad de enormes dimensiones a nivel mundial y no debe juzgarse a los acuicultores de España por los problemas que ocurren en Vietnam con el panga, por ejemplo.

Debemos siempre recomendar el consumo de alimentos producidos en la UE, tanto de manera  convencional como biológica, que lo son bajo muy estrictas medidas de control.

O de países terceros pero siempre que se atengan a las mismas normas, porque no siempre es así.

Por eso exigir que os aclaren la procedencia del pescado de crianza que adquirís, pues mucho viene de Marruecos y de China. ¡Yo he comido en un magnífico hotel de Fuerteventura, en una paella, mejillones de cáscara verdosa, es decir → chinos.

8.   Los peces de acuicultura pueden, como cualquier animal o persona, enfermar.

Por eso las granjas cuentan con veterinarios colegiados que vigilan permanentemente su salud, y sólo en caso necesario recetan medicamentos siempre en las condiciones de administración que establece la ley.

Por otra parte se establecen medidas preventivas y programas de vacunación, ¡porque a los peces también se les vacuna! para evitar las enfermedades y reducir al mínimo el uso de medicamentos como antibióticos.

9.   En general la acuicultura es un blanco fácil para las críticas porque es una actividad relativamente reciente y por tanto poco conocida, y la sociedad no tiene una idea clara de cómo es.

Pero es una actividad preciosa que cuida el medio natural como nadie y que tiene un gran futuro.

Todos nosotros lo iremos viendo juntos.