¿La alimentación influye en nuestra salud mental?
Una alimentación equilibrada, nutritiva y variada, como la que os propongo en mis posts y en mi último ebook, olvidándonos del sedentarismo, la otra gran epidemia de este siglo XXI, son claves para un buen funcionamiento del cerebro y conseguir una vida feliz.
Y si, además, reímos a menudo, mucho mejor.
El Dr. Mario Alonso Puig, en sus orígenes cirujano del aparato digestivo, actividad que luego abandonó, exprofesor de la Universidad de Harvard y docente de IE Business School, es hoy sobre todo conocido por sus ensayos, sus libros de autoayuda o bienestar psicológico y como conferenciante, que es a lo que actualmente se dedica después de colgar la bata.
Este magnífico médico ha hablado en varias ocasiones de la relación entre la alimentación y la mente o, lo que es igual, entre el pensamiento y la comida.
El cerebro necesita estabilidad y por tanto una dieta equilibrada y completa.
Cuando faltan determinados nutrientes, minerales como el manganeso o el zinc y ciertas vitaminas, algo que sucede bastante comúnmente, también quedan afectadas la memoria y la capacidad de aprendizaje.
El combustible ideal de nuestro organismo en general y de nuestro cerebro en particular deben ser los hidratos de carbono complejos o de absorción lenta, que proceden principalmente de los vegetales y de las frutas y tienen un bajo índice glucémico, IG.
Por tanto, no hay que tomar hidratos de carbono procesados, o en muy pequeña cantidad, como en tantos posts os he repetido una y otra vez, incluyéndoos a veces los estudios científicos que así lo avalan, ya que los picos de glucosa que producen esta clase de hidratos van seguidos de picos de insulina y ambos, además de afectar al cociente intelectual de las personas y al buen funcionamiento del cerebro, producen también irritabilidad, déficit de atención y problemas en la memoria.
También están vinculados directamente con la obesidad.
Por ello son preferibles los granos integrales que, además de almidón, tienen vitaminas, minerales y fibra como ya vimos en Myplate.
De los problemas que acarrean no solo los refrescos azucarados, sino también las bebidas que llevan edulcorantes, y el azúcar en general hemos hablado ya suficientemente.
Pero también necesitamos consumir proteínas animales como ciertas carnes, huevos y leche y sobre todo mucho más pescado que carne, 3 o 4 veces a la semana por lo menos, primando el pescado azul, como sardinas, arenques, boquerones, salmón, atún, palometa, caballa, bacalao salado… porque su grasa, bastante abundante, está formada por ácidos grasos Omega-3.
Uno de los grandes y últimos descubrimientos ha demostrado que en muchas enfermedades mentales aparecía inflamación cerebral, y estos Omega-3, son uno de los mejores antiinflamatorios cerebrales.
Con proteínas exclusivamente de origen vegetal podríamos presentar carencias, a no ser que se sepan combinar muy bien.
Las grasas que tomamos, y que deben ser siempre saludables, influyen hasta en nuestro estado emocional y cuando nos faltan aparecen también depresión y ansiedad.
Por eso, cuando se quieren disminuir las calorías ingeridas, porque se quieren perder kilos, el buen aceite de oliva virgen, a pesar de ser el alimento más calórico que existe, 9 calorías por cada gramo de peso, como el resto de los aceites, siempre debe estar presente y nunca desaparecer.
Solo habrá que reducir la cantidad ingerida, de 4 o 5 cucharadas diarias como recomienda la OMS, Organización Mundial de la Salud, a por lo menos 2 o 3.
Los huevos, aunque siguen teniendo muy mala prensa en determinados entornos, sobre todo entre los colectivos que no se han reciclado y actualizado, no hay nunca que olvidarlos, y se puede consumir perfectamente hasta 1 diario si no se tiene ningún problema grave de salud, ya que también tienen una gran cantidad de ácidos grasos Omega-3 y de fosfolípidos, como la lecitina, que impiden en gran parte la absorción de colesterol que todos ellos tienen.
Estos fosfolípidos también determinan la velocidad con la que las neuronas se comunican entre sí.
♦ Cuando se empieza una “dieta”, y yo preferiría decir cuándo se adapta una alimentación diferente ¿cómo afecta a la mente?
Mucho, bastante más de lo que se pudiera pensar, sobre todo si se trata de “aprender a comer” porque hasta ahora no se había conseguido y se consumía solamente lo que apetecía y en la cantidad que se quería.
Muchos se fijan solamente en que la comida esté rica, olvidándose de que tiene un fuerte impacto no solo en nuestra salud física sino también mental.
No olvidaros nunca de que, en todos los aspectos, “somos lo que comemos”.
Lo que más ha impresionado a la investigación en este campo es que se han visto mejorías notables al cambiar el tipo de alimentación, de una errónea a otra correcta.
El Dr. Alonso Puig asegura que una alimentación equilibrada puede incluso ser curativa, ya que hay personas que mejoran su depresión mucho más regulando ésta que tomando antidepresivos.
Hay gente que cuando empieza una “dieta”, todas ellas aburridas y restrictivas, por eso entre otras muchas cosas yo las odio y no recomiendo ninguna de ellas en mi ebook, dice estar más irritable, y como experimentan mucha ansiedad recurren a la comida, normalmente la peor, la de hidratos de absorción rápida, embutidos, bollería industrial…
♦ ¿Cómo afecta la negatividad de la crisis a nuestra salud mental?
Un estudio de la Universidad de Harvard dice que el 60% de las consultas a los médicos tienen alguna relación con las aflicciones, por lo tanto, un estado de ánimo bajo afecta a la salud.
También se sabe que cuando una persona se siente frustrada y desesperanzada se producen cambios muy profundos en su comportamiento cerebral.
En estos casos, la zona prefrontal de su cerebro recibe menos sangre, lo que le afecta a la hora de tomar decisiones, de aprender deprisa y adaptarse a nuevos entornos.
La crisis que hemos tenido que sufrir estos últimos años, más difícil indudablemente para unos que para otros, ha sido en algunos casos un revulsivo para muchos que se han replanteado su vida, se han hecho autónomos, se han olvidado del puesto de trabajo fijo que ya nunca más volverá a existir, han adaptado nuevos hábitos, han ampliado sus conocimientos, han aprendido idiomas…, en definitiva se han “reinventado” como dice el propio Dr. Alonso Puig.
El desánimo no da nada y quita mucho.
♦ ¿En qué tipo de depresiones puede influir la alimentación?
En muchas y muy variadas, como esquizofrenias, Alzheimer, autismo…
En algunos grupos de investigación se han visto mejorías al cambiar a una alimentación saludable.
No es la única solución, pero cualquier pequeño avance es una maravilla, aunque los fármacos y la medicina no se deben dejar nunca de lado.
♦ Además de una alimentación correcta ¿qué ayuda a mantener una buena salud mental?
– Conversar de cosas o de recuerdos que generen ilusión,
– Reírse ya que tiene un efecto sobre los neurotransmisores,
– El ejercicio físico que mejora las conexiones entre las neuronas y el ánimo.
– Y, en último lugar, la meditación, el silencio por el que una persona consigue parar sus pensamientos perturbadores.
Hay que tener una mente positiva en un cuerpo positivo.
Así que como conclusión quedaros con que lo que se come influye en nuestra salud mental, y que hay que conocer y aplicar la receta perfecta para ser feliz.
Se ha demostrado que las personas con altos niveles de optimismo y vitalidad emocional se alimentan más saludablemente y realizan más actividad física.
Asimismo, las personas con mayor bienestar, son menos obesas y tienen menor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en el futuro.