Todos los bizcochos se hornean mucho mejor en la función turbo o aire caliente envolvente del horno tradicional ya que como su nombre indica el ventilador se encarga de repartir uniformemente el calor por todo el interior.
Si no existe esta función, indispensable en un buen horno moderno, intentar hornear vuestros bizcochos únicamente con calor en la parte de abajo que es lo que se llama calor de fondo o de solera. Deberéis probar, hasta que le cojáis el “punto”, en qué escalón debéis colocar la rejilla del horno.
Si la colocáis muy abajo el calor puede ser demasiado fuerte y directo y el bizcocho se puede quemar o pegar por esta parte, y si la colocáis demasiado arriba, el calor puede ser demasiado flojo y el bizcocho no hornearse bien.
Demasiados hornos tienen un calor insuficiente en este “suelo” o fondo.
Si tampoco tenéis esta función sino que vuestro horno solo tiene calor arriba y abajo, colocar la rejilla en la parte central del horno y probar a ver qué pasa.
Si se hornea bien pero se tuesta demasiado por arriba quizás tengáis que bajar la rejilla a un escalón inferior, o cubrir el bizcocho en cuanto esté tostado pero aún crudo con una lámina de papel de aluminio.
Al hornear un bizcocho, sea para tomar como tal o como base para una tarta os pueden suceder 3 cosas:
1. Si el termostato del horno funciona bien, cosa que no sucede frecuentemente, lo correcto es que cualquier bizcocho suba en forma de montañita, es decir más en el centro que en los bordes, señal de buena cochura. Incluso puede abrirse un poco en esta zona si lo habéis horneado en un molde alargado tipo plumcake.
2. Si sucede lo contrario, es decir que suben los bordes del molde pero el centro se hunde, es señal de que el horno no tiene la suficiente temperatura, ha bajado aunque hayáis programado la correcta y el bizcocho lo acusa enseguida.
3. Si el bizcocho sube como debe subir pero se tuesta demasiado y al sacarlo del horno se baja, quiere decir que la temperatura ha sido demasiado elevada, el bizcocho se ha dorado rápidamente, se dice vulgarmente que se ha “arrebatado” y esta costra dorada que se ha formado y que pesa le impide cocerse bien por debajo.
En todos estos casos, cuando tengáis problemas con la pastelería y repostería, os recomiendo que adquiráis un termómetro de horno. No son nada caros y es el único elemento realmente fiable que vais a tener para saber si vuestro horno está trabajando de verdad a la temperatura a la que le habéis programado.
Puede indicaros una, la que necesitáis y habéis programado, y no estar trabajando a esa en absoluto, sino a otra superior o inferior totalmente erróneas. Por eso sois tantos los que tenéis problemas al hornear bizcochos y tartas.
Estos termómetros se pueden colgar en la misma bandeja en la que se va a hornear, la colocada en el escalón central, ni muy arriba ni muy abajo y tenerlos siempre dentro del horno.
♦ El horno no se debe abrir nunca mientras el bizcocho está subiendo ya que la corriente de aire a temperatura diferente que entra le hace bajar. En los últimos minutos, cuando ya ha subido y está doradito porque está prácticamente terminado sí.
♦ Se sabe que un bizcocho está en su punto de cocción cuando al pincharlo en el centro con una aguja fina sale completamente limpia. Si sale todavía manchada prolongar el horneado unos minutos y comprobar de nuevo.
No lo pinchéis con un tenedor ni con un cuchillo porque si ya está cocido dejáis todas las marcas de dichas piezas.
♦ Los moldes más cómodos en la actualidad para hornear bizcochos y tartas son los antiadherentes y los de silicona.
♦ En cuanto esté cocido hay que sacarlo del horno para que no se seque, con unos guantes de horno porque trabajaréis más cómodamente que con unos «trapos», y desmoldarlo cuando ya no queme pero cuando no se haya enfriado del todo porque costará más.
Si dejáis que se enfríe en el molde, con su calor residual también puede resecarse.
El sitio ideal para hacerlo y que se enfríe antes es una rejilla, que puede ser una de las del horno si no tenéis ninguna especial, que suelen ser redondas, o encima de una tela de silicona espolvoreada previamente con azúcar glas para que no se quede pegado.