Sois muchos los que me estáis preguntando estos días cómo “embotar” tomate o cómo manipularlo para conservarlo, ya que tenéis cosecha y como es lógico queréis aprovecharla.
Los métodos trogloditas de embotarlo en frascos de cristal cociéndolos después al baño María, nunca me han gustado por varios motivos.
Son un engorro, vais a pasar muchas horas en la cocina en un momento en el que hace todavía muchísimo calor, vais a gastar una gran cantidad de energía, con el precio que ya tiene en la actualidad, y lo más importante, la esterilización casera no es nunca del todo segura y se pierden además todas las vitaminas termolábiles.
Los que estáis acostumbrados a hacerlo sabéis que muchos años, no se sabe bien por qué, el tomate en sus envases de cristal se estropea, después de tanto trabajo.
A todos los que tienen cosecha de productos frescos, los que sean, ¡ y ya son unos privilegiados!, yo les recomendaría, puesto que seguro que tienen sitio en sus casas que adquieran el mayor arcón congelador posible, aunque al principio lo vean enorme y piensen que les va a sobrar mucho sitio.
Con el congelador, en el momento en que os acostumbréis a usarlo y lo sepáis hacer correctamente, vais a ir metiendo en él cada vez más y más alimentos.
La congelación es el mejor método de conservación para mantener todo el valor nutritivo de los alimentos.
Y a los que todavía afirman que no les gusta congelar, les tengo que decir que es porque no lo hacen bien, normalmente, en el 99% de los casos a una temperatura mucho más alta de la adecuada, 18º bajo cero.
Los recipientes, además, tienen que ser herméticos, de buen material, y el congelador tiene que estar al máximo de frío, algo que se consigue pulsando la noche anterior el botón de congelación rápida.
También es muy importante respetar el poder o capacidad de congelación de cada aparato, y si la cosecha es grande, escalonar dicha congelación y hacerla poco a poco, en días sucesivos.
Podemos congelar, o embotar el que quiera seguir haciéndolo, los tomates de varias maneras, la que os resulte más cómoda:
1. En forma de pulpa cruda y espesa de tomate.
2. En forma de salsa de tomate casera también espesa para que luego no haya que perder el tiempo en cocerla y cocerla hasta que se evapore su gran cantidad de agua.
3. En forma de tomate frito.
4. Y hasta en forma de gazpacho y salmorejo totalmente terminados.
Pasos a seguir en todos estos casos:
1. Aunque los tomates sean caseros y no se hayan tratado con insecticidas, lavarlos muy bien debajo del grifo y nunca sumergidos.
2. Secarlos muy bien.
Si se van a triturar con una buena trituradora de las que hacen desaparecer todas las pieles del tomate, no hace falta pelarlos.
Así trabajaréis menos y estaréis aprovechando todas las fibras de su piel que son importantes.
Ya os explicaré en otro post las varias maneras que existen para pelarlos si es que tenéis mucho interés en hacerlo.
3. Para eliminarles la gran cantidad de agua que tienen, un 94%, y que nos ocupa no solamente mucho sitio sino que luego en los guisos, tarde o temprano habrá que eliminar reduciéndolo, concentrándolo o evaporándolo vamos a conseguir ya, desde el principio pulpa espesa de tomate.
4. Quitarles el pedúnculo, trocearlos en pedazos no muy grandes, volcarlos en un colador grande de malla finita si tenéis una cantidad respetable, añadirles un poco de sal, removerlos con las manos bien limpias y esperar unos 5 o 10 minutos, variables según la variedad del tomate ya que unos tienen más agua que otros.
La sal, por ósmosis, va a facilitar la salida del agua del interior del tomate al exterior.
5. Cuando ya haya pasado este tiempo espachurrarlos fuertemente con las manos para que suelten la mayor cantidad posible de agua.
Incluso los podéis secar con esos rollos industriales de papel absorbente de cocina que son más anchos y sobre todo con muchísimos más metros que los normales de nuestra cocina.
Al eliminarles tanta agua, también les quitamos mucha acidez y puede que después, en las preparaciones siguientes, no haya que añadir nada de azúcar.
6. Triturarlos ahora con una trituradora potente hasta conseguir puré espeso de tomate.
Olvidaros del pasapurés porque también hoy debería pasar a la historia. ¡¡Estamos en el siglo XXI, no en la Edad Media!!
7. Volcar este puré en bolsas fuertes de congelación o, mucho mejor si los tenéis, en tuppers cuadrados de kilo que forraréis con una bolsa de plástico finita para que se adapte bien a sus paredes.
Ir metiendo estos tuppers en el congelador al máximo de frío.
Cuando su contenido esté duro como una piedra, desmoldarlos y guardar a continuación estos “bloques de tomate” en otra bolsa de congelación ya fuerte.
El tupper queda vacío y se puede reutilizar a continuación.
Si los envases de 1 kilo os parecen muy grandes, escogerlos de ½ o incluso más pequeños para usarlos cuando os dicen en tantas y tantas recetas “coger un tomate, escaldarlo, pelarlo, quitarle las pepitas, sofreírlo, cocer hasta que espese…“
Pues le echáis al guiso 2 o 3 cucharadas… de este puré espeso y os ahorráis un montón de tiempo.
En todas mis recetas tanto en los libros, como en el ebook, como aquí en el blog, comprobaréis que uso siempre esta pulpa espesa de tomate, nunca 1 tomate entero.
Pero como no tengo huerto, uso tomate natural triturado de lata, que no lleva ningún aditivo, ni siquiera ácido cítrico, en latas de kilo, y que también cuelo.
También os explicaré cómo consigo a partir de esta lata obtener pulpa espesa de tomate que me ahorra mucho tiempo y energía siendo el resultado excelente.
Así que, los que prefieran seguir embotando, que lo hagan en esta forma, puré espeso de tomate que les ocupará mucho menos sitio.
Y otro día hablaremos de las otras formas de conservar los tomates, salsa casera, tomate frito…