Aunque todavía existen freidoras manuales de acero inoxidable con su cestillo correspondiente, actualmente las que predominan son las eléctricas.
Ambas son buenas si se saben usar correctamente, y la gran ventaja de las eléctricas es que van provistas de un termostato con el que podemos escoger la temperatura de la fritura que nunca debe ser superior a los 180º, aunque ofrecen temperaturas superiores.
■ Los expertos en grasas recomiendan utilizar para freír solamente aceite de oliva que por su gran estabilidad permite reutilizarlo varias veces si se tiene siempre limpio y no se “quema” nunca.
Si no queréis usar aceite de oliva virgen, porque algunas freidoras necesitan llenarse con 2 o más litros, usar por lo menos aceite de oliva refinado aunque el aceite de oliva virgen es uno de los alimentos que las grandes superficies utilizan como “reclamo”, y cuando a ellas les interesa pueden lanzar una oferta en la que está a ¡menor precio que el de girasol! Aprovechar entonces para comprarlo porque su fecha de consumo preferente suele ser bastante larga y no se estropeará.
■ En las freidoras manuales, lo mismo que en la sartén, tendremos que observar el estado del aceite para empezar a freír cuando salen los primeros vapores. Si se ve que ya está humeando el aceite probablemente se habrá “quemado”, es decir que habrá llegado a la temperatura crítica en la que su estructura interna se rompe, empieza a perder sus buena propiedades y a dar sustancias perjudiciales para la salud.
En las eléctricas basta programar la temperatura a la que se debe freír, 160º en el caso de patatas.
■ Si se fríen patatas, o patatas y cebolla para nuestra tortilla a la española, el aceite no se ensuciará en absoluto y tan sólo tendremos que “pescar” con una espumadera de agujeros todos los trocitos pequeños de cebolla y/o de patata que se hubieran escapado de su cestillo.
■ Pero si hemos frito albóndigas o croquetas o cualquier otra preparación que lleve en su rebozado harina, huevo o pan rallado, parte de éstos pasan al aceite y se depositan en el fondo por su propio peso.
Algunas freidoras eléctricas llevan por ello, en su parte inferior, un depósito de agua donde todas estas impurezas quedan depositadas y se trata de abrir después de cada fritura el grifo que llevan incorporadas. El agua se escapa al exterior y todos los residuos sólidos con ella.
Pero la mayoría de las freidoras actuales no llevan este depósito incorporado por lo que hay que limpiarlas a mano y siempre después de una fritura de este tipo, lo que para ciertas personas puede resultar engorroso y entretenido.
■ Si no tenemos este depósito, siempre que hagamos una fritura que suelte residuos, habrá que colar el aceite de la freidora a través de un colador de malla finita en el cual hayáis colocado previamente un filtro de cafetera o un “filtro de grasera”, antes llamado “filtroaceite”, que encontraréis en las ferreterías buenas.
Ambos filtros retienen estas partículas sólidas y el aceite queda totalmente limpio y transparente, listo para volverlo a usar.
■ ¿Hasta cuando?
Si se trata de aceite de oliva, no lo quemáis nunca, es decir no pasáis de 180º al calentarlo, lo coláis inmediatamente después de usado para que las impurezas no actúen sobre el aceite, y tapáis la freidora después de usarla con su tapa para evitar la acción oxidativa de la luz y del aire os puede durar varias frituras.
En cuanto veáis que a pesar de colarlo se va oscureciendo, aun permaneciendo transparente, desecharlo.
Si freís simplemente una cierta cantidad de pimientos verdes comprobaréis que el aceite coge una coloración verde más o menos intensa proporcionada por los pigmentos de los mismos… y habrá que retirarlo.
■ Los que afirman que se puede freír de todo en una freidora sin más, os están induciendo a error, pues dependerá, como acabamos de ver, del tipo de fritura. Todos sabéis que el pescado deja un sabor y olor inconfundible, tanto si se fríe en sartén como en freidora.
■ Muchas personas enemigas acérrimas de las freidoras os podrán comentar que son «un asco» y que huelen mal.
Será efectivamente así si no se tienen estos cuidados con el aceite.
Además, si se fríe una y otra vez y de todo, sin ningún cuidado especial, sus residuos sólidos se van requemando y van descomponiendo el aceite en subproductos nada saludables por un lado, y sin buen color y olor por otro.
En muchas ocasiones habréis comido fuera de casa y habréis notado una digestión mala y pesada que se debe a este tipo de frituras incorrectas.
■ No añadáis nunca aceite nuevo a uno ya usado porque estropearíais los dos, el que teníais, por ser viejo, y el nuevo porque se desdobla en otros productos en contacto con el viejo.
■ Los aceites de semillas, mucho menos estables que el de oliva, no deberían calentarse por encima de los 160-165º siempre según los expertos, y deberían utilizarse 1 sola vez y desecharse después, con lo cual llenar la freidora con ellos sería un poco absurdo.
■ Os recuerdo que los fritos en aceite de oliva absorben menos aceite que cuando se fríen en aceite de semillas y por tanto tienen menos calorías y engordan menos.
■ Tampoco hay que usar nunca mezclas de aceites vegetales con el de oliva, aunque ciertos fabricantes de freidoras todavía lo aconsejen erróneamente.
Mi consejo, si realmente os compensa porque hacéis fritos a menudo, es que adquiráis una freidora eléctrica porque os permite regular la temperatura, pero teniendo siempre con ella, los cuidados antes dichos.
Pero, salvo que tengáis una vida muy activa, espaciar los fritos, aunque bien hechos están muy ricos, porque tienen demasiadas calorías.
En nuestro país, a pesar de que los índices de sobrepeso u obesidad están ya casi alcanzando el 50% de la población, se siguen haciendo demasiados fritos porque para muchos sigue siendo muy socorridos.
Pero, dependiendo del alimento y del recubrimiento exterior que se le haya puesto, huevo, harina, pan… y hasta las 3 cosas juntas ¡las calorías se pueden multiplicar hasta por 5!
Recordar “Fritos sabrosos pero muy peligrosos”.