Para que una lavadora lave bien, valga la redundancia, y sea buena y eficaz, en mi opinión hay 2 puntos fundamentales:
1. Que sea, como el resto de los electrodomésticos, de una buena marca.
Personalmente prefiero las alemanas porque las pocas que he tenido, ya que todas me han durado años, lo eran, salvo la primera, cuando todavía muy poca gente las adquiría porque era algo nuevo y desconocido, que fue italiana, Candy, también excelente.
2. Que sea clase energética A+++, y si es A+++-10%, todavía mejor.
Incluso las hay A+++-20% que son un 20% más eficientes energéticamente que las A+++ que era el límite establecido según la última normativa de la Unión Europea.
Recordemos que 1 lavadora A+++ consume un 32% menos que 1 lavadora con clasificación energética simplemente A+.
Aunque os cuesten más caras, en muy poco tiempo solo con el ahorro de energía ya os compensará.
Además, deberían permitir varias cosas que para mí son muy importantes:
1. Si se compra una lavadora grande, que antes no existían, yo creo que todas llevan un sensor de carga de agua, es decir que si en lugar de los 7 u 8 kilos de ropa que pueden admitir, se pone la mitad, el sensor coge el agua que necesita dicha cantidad de ropa.
Otra cosa será, si compensa o no, y como no las he probado no puedo opinar.
Y en los puntos de venta… ¡os pueden contar de todo!
Lo que sí sé, categóricamente, es que si se tiene que juntar más ropa para llenar la lavadora, porque no dispone de este “artilugio”, o porque son hogares pequeños, la ropa se lavará menos a menudo, es decir que en lugar de cada 2 o 3 días, o 1 vez a la semana, por ejemplo, se va a lavar cada 15 días.
Eso supone tener más ropa de todo, de cama, de mesa, de toallas…, y sobre todo de ropa interior, y para ello se necesita algo de espacio en los armarios, y un buen cesto para la ropa sucia, y los hay muy bonitos.
Pero si se compra todo esto en las rebajas, ahora con la crisis al 50%, es una maravilla… y un gran ahorro.
La ropa, la que sea, al distanciar los lavados, es como si sus fibras se “recuperaran” y dura nueva y preciosa mucho más tiempo, una barbaridad.
Mucha gente joven con niños, lava todos o casi todos los días, pero para llenar la lavadora y economizar, algo loable, lavan también ropa casi limpia que no necesita lavarse y el resultado es que ésta, con tantos lavados continuos, y normalmente en programas cortos, mezclando en ocasiones ropa blanca y de color, se vuelve lánguida, vieja, grisácea…, porque no es vieja, pero lo parece, no está rota, pero está feísima y desgastada.
Los paños de felpa de las manos de la cocina están con tal mala «pinta» que parecen sucios y mugrientos, aunque los acaben de sacar de la lavadora.
2. Que se puedan escoger los programas, largos o cortos, independientemente de la temperatura, es decir que se pueda lavar con un programa corto en frío o en caliente, y con temperatura de 40º, 50º… o más, o con un programa largo, pero totalmente en frío y también a temperaturas diferentes.
Esto también deben hacerlo hoy todas.
3. Que se puedan escoger diferentes niveles de centrifugación, es decir más o menos revoluciones.
Esto también debe ser posible en todas.
4. Que se pueda escoger nivel de agua, es decir más o menos cantidad dentro de cualquier programa y dentro de los aclarados.
Pero, como en la mayoría de los casos, el fabricante quiere vender, como sea, pero vender, y hoy los aparatos que vienen de Corea del Sur o de Japón, con precios bastante más baratos, representan un contrincante muy fuerte, nos pueden decir, para promocionar sus aparatos, las cosas más diversas, como por ejemplo que gastan poca o muy poca agua, o sea que son casi milagrosos.
El que gasten poca agua, tanto al lavar como al aclarar es muy bueno por el ahorro que supone en el consumo y para la conservación del medio ambiente, pero muy malo, para lavar bien.
Si se lava con poca agua como ellos aconsejan, también en programas muy cortos en los que la ropa no tiene tiempo de lavarse, en frío cuando la ropa blanca necesita siempre por lo menos 40º de temperatura, y además hacemos caso al fabricante del detergente que nos “asegura” que el suyo dura mucho porque se necesita muy poca cantidad, el resultado será malo, muy malo.
La ropa se ha lavado, pero está mal lavada y a los pocos lavados ya se transformará en algo viejo y como sucio.
En Andalucía se decía antiguamente, no sé si también ahora, que la ropa estaba “repercutida” y que había que «ponerla en luz».
Y que no os cuenten que el motor de la lavadora lava de una manera especial, porque para lavar bien, además del diseño interior de las aspas del tambor, hace falta suficiente agua, jabón, tiempo y espacio para que la ropa chapotee.
También pueden quereros vender «la moto» de que hay un programa que mima la ropa delicada en el que el tambor gira de una determinada manera para no estropear la ropa.
Puede que hasta sea verdad.
Pero si la ropa es delicada, lo más eficaz es meterla en “bolsas” como ya os expliqué, para que no sufran roces.
De esta manera sí que se eliminan los frotamientos y los desgastes, pero estas bolsas no tienen que estar nunca perforadas, porque seguiría habiendo rozamientos, sino fabricadas con tejidos finitos muy permeables.
Por ello los chinos que venden cosas de lo más útil e ingenioso ya disponen de ellas, aunque no sé si son de diferente tamaño.
Para sujetadores, pantys, mini slips, medias o calcetines de nylon, ropa interior femenina delicada, con encaje por ejemplo, playeras o chancletas de piscina… se necesitan bolsas pequeñas, por supuesto que nunca juntando dichas piezas, sino cada una en su bolsa.
Para blusas, camisetas, pantalones, camisas o vestidos…, bolsas algo más grandes, y si se trata de anoraks, parkas, plumíferos sintéticos, impermeables o gabardinas largas…, habrá que tener de varios tamaños grandes.
Resumiendo :
La ropa para que se lave bien y dure muchísimo y siempre con aspecto de nueva necesita:
♦ Bastante agua, en el lavado y en los aclarados.
♦ Bastante tiempo, es decir programas relativamente largos.
♦ Mucho más detergente del que indica el fabricante, a veces hasta el doble del que aconsejan, y que sea muy bueno.
♦ Si hay niños y hay manchas, frotarlas con un poquito del mismo detergente líquido con el que vais a lavar después.
♦ Y espacio pero, aunque dicen que se llene hasta arriba, y esto está también muy bien para ahorrar, cuando el aparato esté ya lleno, debe caber en el tambor la mano perpendicular encima de la ropa sucia que se va a lavar.
Si el tambor está lleno hasta arriba, la ropa girará pegada a las paredes del tambor, pero no chapoteará ni golpeará con el agua, y no quedará limpia aunque lo parezca.
En definitiva no se habrá lavado suficientemente bien y puede que hasta no huela ni a limpio.
♦ No lavarla cuando realmente no hace falta, cuando solamente se lavan para rellenar el tambor y justificar dicho lavado.
Si se cumplen todos estos puntos,
♦ No hace falta prelavado,
♦ No hay que añadir nada “mágico” al detergente por mucho que la publicidad insistente nos siga “machacando”,
♦ No hace falta lejía, por muy “especial” que sea,
♦ Tampoco suavizante que acarrea un montón de dermatitis y alergias, aunque sea el más caro.
Ahora, si cualquiera de vosotros tiene problemas con su ropa, que pase revista a todos estos datos e intente encontrar dónde está el fallo y solucionarlo.
Ciertas lavadoras modernas tienen un programa especial llamado «Antiarrugas o planchado fácil» en el que al finalizar el programa se produce vapor de agua durante aproximadamente 30 minutos.
Habrá que analizar si compensa el gasto de energía.
Otras, también modernas, tienen lo que llaman «Función vapor para refrescar» las prendas de forma higiénica, sin necesidad de hacer un lavado completo, simplemente para airearlas y eliminar malos olores, a «cerrado», a tabaco, a comida…
Estos programas de vapor especiales son idóneos para prendas que no se han ensuciado pero sí que necesitan un refresco antes de guardarlos en nuestro armario recuperando su frescura natural.
Lo que sí funciona, y os lo puedo asegurar, si vuestra lavadora no tiene estas funciones tan sofisticadas, es sacar la ropa en cuanto termina el ciclo de lavado y, a continuación, mimarla o estirarla suavemente con las manos.