A lo largo de estos años, desde que empecé a escribir libros en 1996, ¡cuántos habéis acudido a mí lanzando un SOS, incluso días festivos, porque estabais elaborando una pasta de croquetas y de repente se os había vuelto demasiado líquida, o cuando después de terminada y enfriada, al querer moldearlas no podíais porque estaba demasiado blanda!
Mis recetas de croquetas son “famosas” porque han aparecido en 25 ediciones de 3 libros míos diferentes, y muchos habéis coincidido en que son únicas. Creo sinceramente que lo son porque he «experimentado» con ellas muchas muchas veces para que salieran perfectas.
A pesar de esto, posiblemente porque os “saltáis” tranquilamente las largas explicaciones que os doy, pensando que es “paja” o ganas de embadurnar cuartillas, sois todavía muchos los que os encontráis con este problema.
Vamos a ver si con este post en el que os voy a explicar cómo solucionarlo para no tirar esta masa de croquetas, os dais todos por enterados.
♦ Si estáis confeccionando la pasta de croquetas en el robot, que es dónde indudablemente queda mejor y con el mínimo esfuerzo, y veis que en lugar de espesar, que es lo correcto, de repente se vuelve más líquida, no sigáis insistiendo porque ya no espesará más, hagáis lo que hagáis.
La bechamel, o la pasta de croquetas, si se bate demasiado se licua, es decir que la harina pierde su poder espesante. Esto puede pasar a mano, aunque es raro, pero en el robot, con sus altísimas revoluciones, es más fácil aunque a mí no me ha sucedido nunca.
♦ Si la masa está realmente líquida, algo que no tendría explicación si habéis seguido alguna de mis recetas paso a paso, volcarla en una ensaladera honda y concentrarla en el microondas a potencia máxima removiendo continuamente con una cuchara de madera, hasta que veáis que ha espesado un poco.
♦ Si esta masa por el contrario estuviera espesa, pero no lo suficiente para poder moldear las croquetas, añadirle un poco de leche e incorporarla batiendo bien con un batidor de alambre o mezclando simplemente dentro del mismo robot.
La consistencia que debemos conseguir es precisamente la de una masa de croquetas blandita, para tomarla con cucharita, pero nunca líquida.
Pero como todo lo que lleva esta bechamel es muy rico, pollo, jamón, pescado, gambas, huevos duros… hay siempre una manera de aprovecharla, no como croquetas sino sirviéndola en forma de lo que se llaman “conchas rellenas de bechamel”.
¡No la tiréis nunca!
La podéis utilizar tal cual está, o si queréis que se noten más «tropezones», añadirle algún otro ingrediente como unas rodajitas finas de champiñones que habéis cocinado previamente, también en el microondas en 2′ o 3’ dependiendo de su cantidad.
Volcar esta masa en simples platos de postre si es para niños, en cazuelitas pequeñas de barro que existen para hacer huevos a la flamenca o en auténticas conchas de vieira.
Si queréis entreteneros un poquito más, espolvorearlas por encima con queso rallado e introducirlas en el horno tradicional únicamente con el gratinador encendido para que se doren, o en el microondas dónde no solo se calentaran sino que el queso se fundirá.
Para todos los que tenéis niños pequeños, y sois muchos, incluso si son mayores, en cuanto ya puedan tomar leche de vaca, siempre semidesnatada, y carne, pescado, huevos… estas conchas son mucho más recomendables que nuestras queridas croquetas que al estar rebozadas con huevo y pan rallado son bastante más indigestas y demasiado calóricas.
Son un alimento completísimo y, además, un medio fantástico para que tomen toda clase de pescados e incluso de marisco, gambas, langostinos, mejillones… que luego decís que no les gustan.
En realidad con el problema de obesidad que tienen en la actualidad los niños españoles se les debería dar muy pocos fritos y rebozados, filetes empanados, san jacobos, croquetas, varitas de pescado rebozadas… para que no se acostumbren a ellos.
Pero como los padres los han tomado de pequeños, cuando este problema no existía, quieren seguir dándoselos a sus hijos.
En otros muchos países de Europa se toman mucho más frecuentemente estas conchas que nuestras croquetas, tanto niños como adultos.