En el mundo actualmente más de 1.000 millones de toneladas de alimentos terminan en el cubo de la basura, es decir 1/3 de la producción mundial.
¡¡Y luego se dice que no se producen suficientes alimentos para toda esta población!!
Al mismo tiempo, 1 de cada 7 personas del planeta se va a la cama hambrienta y más de 20.000 menores de 5 años mueren de hambre cada día.
¡¡Qué horror!!
Este año el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, ha tenido como lema Piensa. Aliméntate. Ahorra.
¿Os habéis enterado muchos?
¿Ha tenido mucha repercusión en el mundo?
¿ Y en nuestro país?
En España, según ha declarado hace unos meses nuestro Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, se tiran cada año 8 millones de toneladas de alimentos, el 42% en los hogares, es decir casi 77 kilos de comida anualmente en cada hogar, y como en muchos con una buena organización y planificación no se tira nada, quiere decir que en otros muchos se tiran más de 100.
Y, sin embargo, todavía hay quién nos gana ya que España es el sexto país de Europa que más comida tira.
Mientras, 9 millones de personas viven en el umbral de la pobreza, y el 26% de nuestros niños, 2 millones 200.000 niños, viven en hogares que están por debajo de este umbral, por lo que por primera vez se sitúan como el colectivo más pobre de España.
¡Clama al cielo!
Las estrategias de comercio, la superproducción y los malos hábitos de los consumidores son los causantes de este derroche entre otras muchas cosas.
Ante tamaña injusticia ¿Cómo es que ningún organismo nacional o internacional toma medidas y trata de solucionarlo?
¿O es que no interesa a nadie?
¿Es esta cantidad de alimentos desperdiciados realmente inevitable?
Habiendo tantas personas que están en el paro o que pasan hambre, ¿cómo se puede permitir este despilfarro de comida en las grandes cadenas de distribución, en instituciones públicas como colegios, grandes hospitales, comedores de empresas, colectividades… y también en la producción?
¿Por qué semejante derroche?
¿Por qué los restaurantes no disminuyen el tamaño de sus platos y consecuentemente los precios?
Sería bueno para la salud y para el bolsillo.
Hay malos hábitos de consumo, superproducción y estrategia comercial, es decir para que consumamos más y más rápido lo que para empezar es un prejuicio para el medio ambiente porque se despilfarran grandes cantidades de agua y energía para producir esas enormes cantidades de alimentos.
En el mar miles de kilos de pescado son devueltos al agua antes de llegar a las lonjas, cuando los pescadores a través de medios sofisticadísimos de información en contacto con la tierra saben las especies que van a vender y las que no tienen salida.
Se arroja también parte del pescado ya sacado del mar, por violar las cuotas de la Unión Europea, pescados que ya están aplastados y que no sobrevivirán.
Se tiran verduras no seleccionadas por no tener una forma o color adecuado o por la «guerra» de precios…
La deforestación de la selva para cultivar soja en Brasil, o la destrucción de las ¾ partes de los manglares del mundo para construir criaderos de gambas tendrían que hacer reflexionar sobre un consumo y una producción responsables de los alimentos.
Alrededor del aceite de palma se ha creado tal negocio que los bosques naturales de Indonesia se están talando ilegalmente y se están sustituyendo por plantaciones de palma, cuyo aceite, dado su consumo masivo en Occidente, produce mucho dinero.
Se calcula que en 2022 se habrá destruido el 98% de los bosques naturales de este país.
Los aceites llamados globalmente “vegetales”, y ya el nombre equivoca al consumidor profano porque los puede equivocar con los de oliva o girasol que también son vegetales, son muy baratos y de mala calidad, no se producen en nuestro país, pero se importan cada año toneladas, y nos los están “colando” por todas partes.
Se aconseja en demasiadas ocasiones comprar envases pequeños para usar de una vez y tirar. . .
¿Por qué la industria hace cada vez dosis más pequeñas, de latas de pescado por poner un sencillo ejemplo?
La lata, caja, brick, envase, retráctil… cuesta prácticamente lo mismo uno grande que otro pequeño y los envases grandes de algo que se consume bastante, y que se sabe conservar, resultan en proporción mucho más económicos para el consumidor.
¿O es que solo le interesa al fabricante porque la ganancia es superior?
¿Alguna vez desde la administración se han explicado normas fundamentales para saber conservar los alimentos, tanto los crudos como los cocinados, los enlatados abiertos, los congelados y hasta los precocinados, o es que no le importa a nadie?
Tan solo se recomienda usar y tirar, aunque no haya ninguna razón evidente para hacerlo, como en el caso de las mayonesas caseras que pueden durar muchos días si se toman las medidas oportunas desde que se adquieren los huevos y se manipulan hasta que se finaliza la cantidad elaborada.
¿Será consumismo, puro y duro?
Porque es de suponer que si los que manipulan alimentos de todo tipo, frescos, congelados o procesados no saben cómo conservarlos y los tiran, en su casa harán lo mismo.
De hecho de padres despilfarradores hijos que, a la mínima, también tirarán comida.
A nivel de los hogares hoy todos tienen neveras, congeladores o combis, así que el que tire comida es porque quiere y no le importa en absoluto hacerlo, al revés, le parece lo más normal del mundo.
Todo antes que una intoxicación alimentaria, por supuesto que sí.
Pero en las fases preliminares a la descomposición hay otros muchos momentos en los que, sin haberse producido esta descomposición total, los alimentos por una mala conservación ya han perdido propiedades, es decir vitaminas y minerales y por tanto valor alimenticio, además de hasta sabor.
Todavía se sigue repitiendo, como si fuera un gran truco o descubrimiento, que si una lechuga, por ejemplo, está lacia, evidentemente porque se ha “tirado” de cualquier manera en el cajón correspondiente del frigorífico, se rejuvenezca sumergiéndola en agua muy fría durante unos minutos.
Puede que con el frío hasta recupere algo su aspecto primitivo, pero está claro que si estaba» lánguida» es porque se ha conservado mal, y aunque no nos vaya a sentar mal, porque sigue estando comestible, lo mejor es tirarla a la basura porque ya no nos sirve para nada.
Todavía se sigue afirmando que si un aceite de oliva virgen extra se ha ennegrecido durante la fritura, se puede aclarar friendo en él un par de ramitas de perejil fresco o la piel de un limón, ya que ambas absorberán el olor y el color dejados en el aceite por los alimentos.
Si este «oro líquido» aparece de color oscuro es
– o porque se ha «quemado», es decir se ha superado la temperatura aconsejada, 180º o como mucho 190º,
– o porque se ha reutilizado demasiadas veces y está como «cansado»,
– o porque se ha reutilizado sin quitarle previamente los residuos sólidos que ciertos alimentos sueltan como los enharinados o empanados,
– o porque se ha frito en él alimentos que lo colorean, de verde oscuro por ejemplo si se fríen bastantes pimientos verdes, o con espuma y color oscuro si se fríen alimentos que sueltan mucho líquido, como las torrijas que deben estar empapadas en leche.
Y podría seguir citándoos cientos de casos como éstos.
Los que tengan dudas sobre la conservación y congelación de cualquiera de nuestros alimentos y quieran aprender a hacerlo correctamente solo tienen que teclear estas 2 palabras en el Buscador Personalizado de Google de mi blog, arriba a la derecha, encima de dónde pone “Todas las entradas publicadas”.
Primero buscan una y luego la otra y solo les queda empezar a leer todos los post ya publicados por mí sobre estos dos temas y que el sistema les ha buscado.
¡Que se lo tomen con paciencia porque hay muchos!